Meta (el nuevo nombre de Facebook) ha amenazado con abandonar Europa, como hizo ya en septiembre de 2020. Lo ha defendido en una comunicación remitida al regulador de los mercados en Estados Unidos para insinuar que podría llevarse Instagram y Facebook de Europa si no le dejan enviar los datos de sus usuarios europeos a sus servidores estadounidenses. En julio de 2020, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea prohibió su exportación argumentando que EE UU “no garantiza el nivel de protección adecuado” de la privacidad que establece el artículo 5 del Reglamento General de Protección de Datos e impuso una multa del 4% de los beneficios anuales a la empresa, si decidiera desestimar su decisión. Muchos celebran que esa medida haya hecho que Facebook se quite la careta, mientras ninguna de las grandes tecnológicas (Google, Amazon, Apple…) ha expresado nada parecido. El auténtico negocio de Meta consiste, en realidad, en la explotación masiva de datos de los usuarios destinados al mercado publicitario y a afinar al máximo la oferta para cada cliente.
Facebook ha entrado en una situación inédita en estas semanas. Las cuentas del último cuatrimestre mostraron que ha perdido 500.000 usuarios diarios durante los últimos tres meses de 2021. Muy poco después, perdió la cuarta parte de su valor en Bolsa, unos 200.000 millones de dólares. El director financiero de Facebook, David Wehner, dijo en una reunión interna que les habían afectado dos cosas: por un lado, los cambios que Apple ha introducido en sus nuevos sistemas operativos móviles iOS 14 e iPadOS 14, que hacen que las aplicaciones pidan permiso explícito a los usuarios para poder rastrearlos. Y, por el otro, regulaciones como la europea, que está a punto de endurecerse para proteger la privacidad del usuario. La Ley de Servicios Digitales recién aprobada por el Parlamento Europeo limita mucho la microsegmentación de los datos con fines publicitarios. Si la aprueba la Comisión, su relación con Europa está a punto de empeorar.
En algunos sectores cunde la esperanza de que Meta cumpla su amenaza porque creen que Europa se beneficiaría si Mark Zuckerberg sacara sus proyectos del continente. Es improbable que suceda —lo han escrito una y otra vez en sus informes financieros—, y no solo no es novedad, sino que es la misma amenaza con visos de chantaje que adujeron ya en Australia. La consecuencia efectiva sería la quiebra de cientos de miles de pequeñas empresas europeas que dependen de sus plataformas para poder sobrevivir. En 2020, Facebook respondió a Apple con una campaña pagada en los medios, donde argumentaba que sus medidas antivigilancia iban a destruir los 10 millones de pequeños negocios que “dependen de Facebook para encontrar clientes, contratar empleados y conectar con sus comunidades”. Hablaba de EE UU, pero la dependencia europea podría ser incluso peor en un contexto en el que los altos alquileres hacen inviables las tiendas para las pequeñas empresas y, a menudo, grandes cadenas copan los centros de las ciudades.
La dependencia de las pymes de plataformas como Facebook y Amazon es uno de los problemas por resolver en Europa, porque no existen hoy alternativas funcionales. Si cerrase Instagram, las pymes podrían migrar a Pinterest, Etsy o TikTok, que fue la app más utilizada en iPhone y Android en 2021, con 656 millones de descargas, y postergó a Instagram, Facebook y WhatsApp como segunda, tercera y cuarta, respectivamente. El problema solo puede agravarse con las implementaciones previstas del Metaverso, que ya se configura como una apuesta por el teletrabajo rodeado de centros comerciales. La amenaza de Facebook puede ser el estímulo para encontrar alternativas mejores antes de que no exista escapatoria a la realidad virtual de Meta.
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