Las antidisturbios que se negaron a irse a fregar

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Era 1991 y una ola de protestas recorría España por la participación de España en la primera Guerra del Golfo. El centro neurálgico de muchas de ellas era la puerta del Sol, en Madrid. Gritos, proclamas, empujones, tensión. La escena no dista mucho de las que se viven ahora. Pero en una de estas concentraciones, en enero de aquel año, sucedió algo excepcional hasta ese momento. Se produjo el relevo de policías destinados en ese cordón policial y el puesto de uno de esos agentes fue ocupado por una uniformada con coleta. Era una mujer. Lidia Cabrera. Una de las cuatro primeras antidisturbios, las pioneras en acceder a una de las unidades más físicas, operativas y duras de la Policía Nacional. “Hablan de ti, te están señalando”, le dijo su compañero.

Cabrera no fue la única que superó el curso en el que las mujeres accedieron por primera vez a este grupo. Junto a ella aprobaron Esther Contento, Margarita Crespo y Lola Benavent. Las cuatro están unidas para siempre por ese momento en el que sus caminos se cruzaron, aunque después haya seguido trayectorias muy diferentes. Cabrera, de 57 años, trabaja ahora en la jefatura superior de Madrid; Benavent, de 62 años, ha pasado a segunda actividad, una situación administrativa especial en retaguardia; Crespo, de 58 años, desempeña sus funciones en la comisaría de Alcorcón y Contento, de la misma edad, está destinada en la Oficina Nacional del Deporte. Las cuatro se sientan, uniformadas, en el vestíbulo de la sede en Madrid de la UIP, para recordar los pasos que las han traído hasta aquí.

Margarita Crespo, una de las primeras cuatro mujeres antidisturbios de la Policía Nacional, en una imagen de principios de los noventa.
Margarita Crespo, una de las primeras cuatro mujeres antidisturbios de la Policía Nacional, en una imagen de principios de los noventa.Cedidas Policía Nacional

“Los hombres nos aceptaron bien, pero nosotras a ellos también los aceptamos bien”, cuenta Contento, socarrona. Y añade, como muestra de que era una más: “Yo estuve, por ejemplo, en los disturbios de El Ejido [los altercados entre vecinos del pueblo tras el asesinato de una joven en 2000]. Ese despliegue se alargó y yo me tuve que comprar bragas igual que mis compañeros calzoncillos. Claro que seguía habiendo algunos que decían que si las mujeres esto o lo otro. Y a esos yo les decía: ‘¿Acaso sabes cómo trabajo para decir eso?’.

“Los compañeros que estaban con nosotras ya nos conocían y no lo decían”, secunda Cabrera. Un jefe le advirtió a esta última que si las mujeres querían entrar, se les exigiría lo mismo que a los hombres. “Perfecto, seguro que algunas serán aptas”, le respondió. Y ellas lo fueron. Pasaron las pruebas como uno más. “Es que nosotras ya habíamos entrado a un cuerpo de hombres, así que entrar a esa unidad no supuso una diferencia mayor para nosotras”, indica Crespo.

Si rebuscáramos a fondo en las imágenes de archivo de muchos de los acontecimientos que marcaron España en estas décadas, seguramente las encontraríamos erguidas frente a la multitud. Los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla, la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, bodas reales, Vueltas Ciclistas a España —incluida aquella en la que Induráin dejó de pedalear—, visitas papales… Su figura también se adivinaría en los estadios de fútbol, fuera y dentro. “En los noventa, los ultras estaban a tope. En el campo era normal que te gritaran: ‘Rubia, coqueta, enséñame una teta’. O, directamente, que te fueras a fregar”, rememora Contento. En esos mismos campos, algún directivo de club se quejó a sus superiores de que hubieran enviado a mujeres policías para la seguridad en los palcos.

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De las cuatro, Benavent fue la que más tiempo ha permanecido en la unidad, casi 25 años. Casi una vida como antidisturbios, algo que no le impidió ser madre de familia numerosa. Todas ellas tienen hijos. “Lola fue un experimento para el cuerpo, fue la primera que lo tuvo”, bromea Cabrera. Lola, la agente Benavent, recuerda con desparpajo los primeros indicios de uno de sus embarazos: “Estaba en Sevilla, para la boda de la infanta Elena y me dio por comer sin parar garbanzos con callos. ¡Y lo que pasaba es que estaba embarazada!”. La veterana policía asegura que en las tres ocasiones trabajó en la calle hasta que el cuerpo se lo permitió o hasta que dejó de entrar en el uniforme. “Y cuando ya no podía, me asignaban trabajos administrativos, que son igual de importantes”, asevera.

Dolores Benavent, Margarita Crespo, Lidia Cabrera, y Esther Contento, las primeras agentes en ingresar en los antidisturbios.
Dolores Benavent, Margarita Crespo, Lidia Cabrera, y Esther Contento, las primeras agentes en ingresar en los antidisturbios.Kike Para

Estas cuatro mujeres también relatan los mismos problemas a los que se enfrentan las mujeres en otras profesiones. Las policías también hablan de conciliación, de renunciar a la vida familiar para seguir progresando, de la dificultad de cambiar de destino si quieres ascender… “Ahora no pasa tanto, pero entonces era muy habitual que miraran solo a tu compañero cuando estabas a su lado, es que yo creo que no pensaban que fuésemos policías”, apunta Contento. Las cuatro cuentan que sus familias y sus maridos, algunos de ellos policías también, han cubierto sus prolongadas ausencias.

Como con todos los muros, hubo hombres que se pusieron a su lado para derribarlos. Todas recuerdan al comisario principal Bertomeu, entonces al frente de la unidad. “Facilitó que se eliminaran las barreras para que pudiéramos entrar en un mundo en el que algunos sentían que íbamos a invadirlos”, recalca Cabrera. Con él se reencontraron en la segunda edición de los Premios Policía Nacional por la Igualdad, donde fueron galardonadas. Más de dos décadas después de que ellas se pusieran el casco de la UIP, una mujer llegó a ser la número dos de los antidisturbios, fue la comisaria Cristina Marí, que dejó su cargo a finales de 2021 y ahora dirige la Unidad de Protección a la Familia y a la Mujer.

Tres de las primeras agentes antidisturbios de España, frente a ultras del Real Madrid.
Tres de las primeras agentes antidisturbios de España, frente a ultras del Real Madrid.Cedidas Policía Nacional

Estas cuatro figuras femeninas destacaban en aquel momento entre un mar de hombres, pero las que hay ahora también lo hacen. Hoy son 39 entre casi 3.000 agentes masculinos. En todo el cuerpo, las mujeres representan algo más del 16%. La Unidad de Intervención Policial, los antidisturbios, había nacido un año antes durante el Gobierno socialista de Felipe González. Eran los años en los que la Policía Nacional se reorganizó y cambió su estructura. La puesta en marcha de esta unidad se aceleró precisamente por el incremento de las protestas en la calle. Era la época de la guerra del Golfo, pero también la de la insumisión a la mili, los disturbios callejeros por el terrorismo de ETA, las manifestaciones estudiantiles y las concentraciones frente al Congreso de los Diputados. “Madrid era un manifestódromo”, apunta Contento. Algunas cosas no han cambiado. “El Cojo Manteca estaba en todas”, recuerdan sus compañeras, en referencia a aquel icono punk presente en muchas de las protestas.

Se consideran unas integrantes más del cuerpo, pero una pizca de orgullo se asoma cuando hablan de las UIP. Así lo resume, con su modo de hablar franco y directo, la subinspectora Contento: “Me han propuesto entrevistas por haber sido la primera en la comisaría de Alicante y yo he dicho que no, que yo era policía, no mujer policía. Pero en esto de la UIP sí que me gusta destacarlo, porque en esto sí fuimos pioneras. De todos los que llegaron a la Luna, solo nos acordamos de Neil Amstrong”.

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