Las cinco grapas de Merino

El encuentro que la Real disputó ante el Villarreal el pasado domingo no pasará a la historia del fútbol ni quizá será recordado por los aficionados. No hubo ni demasiados goles, uno por bando, ni demasiadas ocasiones, ni público en las gradas de Anoeta a causa del coronavirus. Pero sí hay un futbolista de la Real que sí lo tendrá presente durante toda su vida, cada vez que se mire al espejo. Mikel
Merino, víctima de un puñetazo fortuito de su compañero Álex
Remiro al ir a despejar un balón, sufrió una enorme brecha por encima de la ceja izquierda, de la que comenzó a manar abundante sangre.

El médico, Javier
Barrera, actuó rápido y de manera muy eficaz. Pudo contener la hemorragia y suturar la herida aplicando cinco grapas en la zona al futbolista, que era objeto de esa intervención sin emitir gestos de dolor. Cuando recuperó la verticalidad, Merino parecía sentirse mareado, un tanto aturdido, lo que indujo a pensar que pediría el cambio, pero nada más lejos de la realidad. El navarro ingresó de nuevo en el terreno de juego, pidió el cuero, lo cabeceó en alguna ocasión como si no le acabaran de grapar la ceja y aguantó los 90 minutos. Durante la sesión de entrenamiento del lunes, de recuperación para los que fueron titulares ante el Villarreal, el de Iruñea presumía de cicatriz y grapas e incluso colgó una instantánea en sus redes sociales.

Merino, dolorido en el suelo con la ceja abierta, antes de ser atendido por el doctor
Merino, dolorido en el suelo con la ceja abierta, antes de ser atendido por el doctor


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