El presidente Joe Biden ha suspendido por segunda vez el polémico programa migratorio bautizado como Quédate en México, que obligaba a miles de migrantes a esperar sus audiencias judiciales para obtener asilo en Estados Unidos del lado mexicano de la frontera. El fin de la medida, creada en 2019 por la Administración de Donald Trump, fue informado este martes por el Departamento de Seguridad Nacional. El anuncio llega después de un fallo judicial que puso fin al debate de una propuesta que fue una de las banderas de campaña de Biden. La decisión ha despertado el debate de cómo puede afectar al ya asediado sistema migratorio mexicano, que enfrenta una época con las cifras más altas que ha visto en su historia. A quién afecta, cómo y cuáles pueden ser las consecuencias son algunas de las dudas que se abren en el nuevo escenario. Estas son las claves de la suspensión del programa:
La segunda cancelación
Esta es la segunda vez que se suspende la medida llamada oficialmente Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés). Tras asumir la presidencia, Biden eliminó la política impuesta por su antecesor que afectaba entonces a unos 70.000 solicitantes de asilo que esperaban del lado sur de la frontera. El Estado de Texas impugnó entonces la decisión y un juez ordenó la restauración del programa, que volvió a instalarse en diciembre de 2021 en medio de máximos históricos de detenciones y solicitudes de asilo en el país. La discusión llegó al Supremo de Estados Unidos, que avaló el pasado junio la postura del presidente. Tras ese fallo, el juez federal Matthew Kacsmaryk anuló su orden y la Administración actual volvió a suspender el Quédate en México.
Más de 5.700 afectados
Las últimas cifras del polémico plan, que dejó como legado miles de personas expuestas en una frontera sumamente violenta, indican que más de 5.700 personas forman parte de esta segunda fase del programa, y que fueron devueltos a partir de diciembre del año pasado. Un número bastante menor que los 70.000 retornados que formaron parte de la primera fase. La mayoría de ellos son originarios de Nicaragua, Cuba, Colombia y Venezuela. Ahora estas personas podrán seguir su trámite desde territorio estadounidense, aunque Departamento de Seguridad Nacional no ha especificado aún las condiciones.
“Las personas ya no están siendo inscritas en el MPP, y quienes actualmente se encuentran en el MPP en México serán dados de baja cuando regresen a su próxima cita con el tribunal. Las personas que se den de baja del MPP continuarán su proceso de expulsión en Estados Unidos”, ha señalado el Departamento en un comunicado. En el mismo documento, ha especificado que darán más detalles de cómo será el procedimiento en los próximos días. De momento, “los inscritos en los MPP deben seguir las instrucciones en sus documentos legales para presentarse a la fecha programada en el tribunal según sea necesario”, ha agregado.
Alerta por una mayor ola
En principio la medida significaría un pequeño alivio al ya muy saturado sistema migratorio mexicano, y sería precisamente un respiro en una frontera que vio los últimos años masivas violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, organismos dedicados a los asuntos migratorios temen que la suspensión del programa genere en el futuro a corto plazo mayores flujos de personas que pasen por México con destino a Estados Unidos.
Andrés Ramírez, titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), comenta que una posible consecuencia del fin de esta medida es que provoque “una inyección de ánimo” a gente que quiere ir a Estados Unidos, pero no se animaba a hacer el periplo porque pensaba que las puertas estaban cerradas —algo que en realidad se mantendrá—. “Si esa fuera la reacción, podrían ocurrir flujos mayores a los que tenemos ahora”, dice Ramírez. Sin embargo, admite que la Comar no se verá directamente afectada, ya que el grueso de las personas que pertenecen al programa Quédate en México no optaron por solicitar el asilo a las autoridades mexicanas frente al desánimo de los largos procesos en Estados Unidos, que en algunas ocasiones duran hasta años.
Fin del programa en plena crisis
La medida se da en medio de las mayores olas migratorias que han visto las autoridades mexicanas en el último tiempo, después de la enorme crisis que sufrió en octubre de 2018. De acuerdo a las últimas cifras de la Comar, durante los primeros siete meses de este año, se registraron más de 67.100 solicitudes de asilo en México. De continuarse esa proyección, el país se encamina a terminar el año con unos números similares a los de 2021, cuando superó las 130.000 peticiones y registró un récord histórico.
Las detenciones de migrantes en la frontera de Estados Unidos también se han mantenido en cifras altísimas este año. En abril, la patrulla fronteriza reportó 234.088 aprehensiones, una cifra nunca antes registrada en un solo mes. La presión migratoria, que ya es un tema especialmente espinoso para las relaciones bilaterales, se volvió tal en los últimos meses que el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, anunció en julio pasado que el Gobierno mexicano había aumentado los controles militares en la frontera sur y había tenido un 79% más de detenciones de migrantes irregulares. De provocarse una nueva ola migratoria masiva, no está claro si México tendrá las herramientas para atenderla.
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