Las discotecas se acercan a la normalidad en Madrid: “Esto es lo que teníamos antes, pero con cuidado”

Tras un fin de semana agitado, con un macrobotellón de 25.000 personas en la Ciudad Universitaria de Madrid, llega la medianoche del domingo, una madrugada en la que la hostelería de la capital y la comunidad puede permanecer abierta hasta las dos de la madrugada y las discotecas a las seis de la mañana, como anunció el lunes la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Antes de medianoche, las terrazas de los bares de la calle de La Paz, detrás de la Puerta del Sol, se encuentran repletas de gente. Muchos de ellos son turistas. “Es una manera de regular el ocio y de no estar en la calle”, declara Mar, de 23 años, mientras hace la cola para entrar en un bar de copas. “He estado toda la pandemia en casa y después de que me pusieran la segunda dosis voy en busca de la fiesta”, cuenta su amiga Paula.

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Algunas de las discotecas del centro de Madrid no han esperado al siguiente fin de semana y ya han abierto esta madrugada, entre la medianoche y las seis de la mañana. En la calle de Toledo, más de una veintena de personas esperan en cola ante la puerta de la discoteca Shoko, iluminada por luces rojas. El gran teatro se va llenando de gente a cuentagotas entre bengalas y botellas de ginebra y ron. Según el maître de la sala, David Manrique, unas 500 personas habían reservado para esta noche una mesa en este local.

“La sesión de los domingos es uno de los días fuertes”, comenta Manrique. Los grupos reducidos de cinco personas se acomodan en los sillones rojos, alrededor de las mesas con velas. Suenan las canciones de grandes iconos del reggaeton como Bad Bunny y Myke Towers. Los clientes deben permaneces sentados, aunque algunos se levantan para bailar sin mascarilla y visitan las mesas vecinas. Los camareros les llaman la atención.

María Virginia Alvarado es de Venezuela, pero vive en el barrio de la Latina. No tiene reserva. Viene a probar suerte y finalmente consigue entrar en la discoteca. Dentro, Damaris Martín cuenta que solía venir todos los fines de semana antes del estallido de la pandemia. Esta es su primera noche de fiesta. “Ya nos tocaba un poco de alegría a nosotros también después de todo lo que hemos pasado”, asegura la joven.

Pedro Rosa, de 27 años, ha venido desde Sevilla y ha pagado 120 euros por el reservado en el que está con sus amigos. ”Esto es lo que teníamos antes, pero con cuidado. En algún momento habrá que volver a la normalidad”, asegura mientras sujeta una copa de ginebra y limón. Luis Fernando está de vacaciones, viene de La Rioja y quiere aprovechar esta noche: “Allí los bares abren hasta las tres, pero aquí podemos estar hasta más tarde”. A la una y media de la mañana sigue llegando gente. Entre ellas, Ainhoa Ortega, que espera en la puerta, viene de Torrejón de Ardoz y lleva desde marzo sin venir aquí, puesto que la discoteca abrió el viernes después de 18 meses con las barreras bajadas.

Varias amigas, esta madrugada en una mesa de la discoteca Shoko.
Varias amigas, esta madrugada en una mesa de la discoteca Shoko.David Expósito

El viernes empezaba el último fin de semana con restricciones horarias para los locales de ocio nocturno de Madrid por la covid. Los bares de las calles aledañas a la Puerta del Sol han sido desde marzo un punto de encuentro masivo para la fiesta, con filas de clientes que doblan las esquinas. Bajo las luces de neón moradas y el humo de las cachimbas, una decena de jóvenes entra en una de las discotecas de la calle de Núñez de Arce, en el barrio de Las Letras. Una de las camareras advierte a su compañero: “Ya te he dicho que no cabían”. El grupo se queda. Aunque la prohibición de consumir en barra o bailar sigue en vigor y las limitaciones de aforo se mantienen al 50% en el interior, a partir de la 1.30 el espacio se convierte en una pista de baile. Un lugar cerrado con poca ventilación en el que la música y el alcohol parecen desinhibir a los clientes de la existencia del virus. La mayoría no lleva mascarilla y no hay distancia de seguridad.

Desde el 9 de mayo, cuando concluyó el estado de alarma, Madrid se colocó al frente de la desescalada con el fin del toque de queda, que reunió a cientos de personas en la Puerta del Sol, a pesar de que la región se encontraba en riesgo muy alto de covid (317 casos por cada 100.000 habitantes). Cinco meses después, casi el 74% de la población de la comunidad tiene la pauta completa de vacunación. Este domingo, el Gobierno de Madrid ha notificado 164 casos nuevos de coronavirus frente a los 533 del sábado y ha caído el número de fallecidos de nueve a ocho, pero ha subido el número de ingresados en planta y en las UCI.

Las imágenes más impactantes de este fin de semana se produjeron el sábado en un macrobotellón de 25.000 personas, sin distancia de seguridad ni mascarilla, que se celebró en la Ciudad Universitaria. Durante los fines de semana de septiembre, se han interpuesto 1.478 multas por consumo de alcohol en la vía pública, según el balance de la Policía Municipal de Madrid. Los fines de semana se refuerza el servicio policial con 200 agentes municipales, que se suman a los 400 que ya prestan servicio por las noches. “La prudencia no es solo algo que tenga que ver con el sector del ocio nocturno”, se queja Vicente Pizcueta, portavoz de la Asociación de Empresarios de Ocio Nocturno de la Comunidad de Madrid. Este lunes, además del final de las restricciones horarias, también se amplía a 10 el número de comensales que pueden compartir mesas en terrazas.

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