Las esperanzas desvanecidas de encontrar supervivientes en Beirut

El mundo va a ayudar “rápidamente” a Líbano tras la devastadora explosión en Beirut que ha hundido más todavía a un país sumido en una profunda crisis económica y política. Pero ese respaldo, a largo plazo, tendrá un precio: las autoridades libanesas deberán emprender, de una vez por todas, las numerosas reformas que le reclama su población en las calles, según exigieron este domingo los participantes reunidos en una videoconferencia de donantes a instancias del presidente francés, Emmanuel Macron.

Según el Elíseo, la ayuda internacional ya comprometida duplica las estimaciones del organismo: 252,7 millones de euros, de los que Francia aportará 30 millones, Londres 22 y Alemania 10, acota Reuters. España enviará este martes ayuda humanitaria que incluirá medicinas para clínicas ambulantes y refugios para los que han perdido su vivienda, así como 10 toneladas de trigo. “La comunidad internacional, los amigos más estrechos de Líbano y sus aliados no van a defraudar al pueblo libanés”, prometieron la quincena de jefes de Estado y de Gobierno, así como altos representantes de otros tantos países e instituciones internacionales, en un comunicado al término de dos horas y media de discusiones.

Además de la ayuda inmediata, que será entregada sin condiciones, las naciones están dispuestas a ayudar a medio y largo plazo a la recuperación económica y financiera de Líbano. Pero esta requiere, subrayaron, que “las autoridades se comprometan plenamente a medidas oportunas y a las reformas que espera el pueblo libanés”. Unas reformas que, subrayó Macron, no pueden esperar en vista de que la “cólera” de la población ante sus dirigentes no para de crecer y, advirtió, puede hacer peligrar la estabilidad más allá del país de los cedros.

“Todos debemos hacer lo posible para que ni la violencia ni el caos prevalezcan. Hoy, los que tienen interés en esa división y caos son aquellos poderes que querrían poner en peligro la paz y la estabilidad de Líbano, como de toda la región. Por eso, aunque está en juego el futuro de Líbano, también lo está el de toda la región”, advirtió el presidente francés, el primero que visitó Beirut tras la devastadora explosión del 4 de agosto que arrasó el puerto de la capital y causó al menos 159 heridos y más de 6.000 heridos.

Las presiones al Gobierno de Michel Aoun no vienen solo de las capitales. También la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, lamentó la “falta de voluntad política para implementar reformas significativas que reclama el pueblo libanés” en el campo fiscal, contra la fuga de capitales y la corrupción y una mayor “transparencia”.

La ONU, que será la principal encargada de coordinar y vigilar la entrega de las ayudas de emergencia, cifra en casi 117 millones de dólares las necesidades más urgentes de Líbano, sobre todo en atención sanitaria a los heridos, refugios para las 300.000 personas que han perdido su vivienda y la “seguridad alimentaria”.

Las ayudas llegarán de forma “directa” a los libaneses con la “mayor eficiencia y transparencia”, señala el comunicado final, que evita hacer las críticas a la corrupción institucional que no han dudado en señalar mandatarios como Macron.

El equilibrio es delicado. Por un lado, algunas capitales, especialmente París, ven el desastre de Beirut como una posibilidad de ejercer presión al Ejecutivo libanés. ¿Pero hasta dónde se puede apretar? La participación en la videoconferencia —y algunas notables ausencias— eran muestra de que lo que está en juego, como dijo el presidente francés, va mucho más allá de las visicitudes del propio Líbano.

La geopolítica estaba en la mente de todos los que este domingo participaron en la videoconferencia de dos horas y media, entre ellos el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. El Elíseo celebró especialmente la participación del presidente estadounidense, Donald Trump, que se ve como una posible recuperación al tablero político regional de un Washington que se ha desentendido de Líbano. La presencia de la región también fue poderosa: participaron los mandatarios de Egipto, Catar, Jordania, Irak y Kuwait, mientras que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos estuvieron representados por altos funcionarios. Macron reveló que Israel, aunque no participó, ha manifestado su “deseo” de enviar ayuda. Otros grandes ausentes fueron Turquía —que según el francés no pudo unirse “pero aportará una ayuda”— y Rusia, sobre la que Macron confió que se unirá también en el esfuerzo. Por el contrario Irán, aliado de la milicia Hezbolá, “no ha manifestado su voluntad de participar”, dijo el Elíseo.


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