Las grandes corporaciones deben aportar más para la recuperación: expertos

Las grandes corporaciones deben aportar más para la recuperación: expertos

Como es difícil reducir los impuestos para todos y delicado aumentar la deuda, lo más factible es otorgar créditos fiscales a quienes tienen menos ingresos: Piketti.

La pandemia es una oportunidad sin precedentes para establecer una tributación empresarial internacional progresiva en la que paguen más los que tienen más y evitar que sean los grupos más vulnerables los que paguen el costo de la recuperación de la economía a raíz de la pandemia, señalaron economistas de la Comisión Independiente para la Reforma de la Tributación Corporativa Internacional (ICRICT, por sus siglas en inglés), de la que Oxfam forma parte.

La Comisión apoya el establecimiento de una tasa mínima empresarial de 25% a escala internacional, un impuesto a las compañías como Google, Facebook y Amazon que son las grandes beneficiarias de la pandemia y aplicar mecanismos para evitar que individuos acaudalados y empresas evadan impuestos trasladando sus operaciones a paraísos fiscales, señaló José Antonio Ocampo, presidente del ICRICT en una conferencia virtual este lunes.

En el encuentro también participaron el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, el profesor de la Escuela de Economía de Paris Thomas Piketty y la experta de la India en temas de presupuesto y desarrollo Jayati Ghosh. “Las medidas tributarias no solo son razonables, sino urgentes”, señaló Ghosh.

Ocampo agregó que las grandes empresas y fortunas deben contribuir al financiamiento de la recuperación, y agregó que todas las empresas que reciben beneficios del gobierno deberían entregar reportes país por país, tal como se quedó indicado en el acuerdo marco inclusivo de la convención de la OCDE firmada en 2017.

La propuesta de un impuesto empresarial mínimo de 25% a escala internacional, dijo, se basa en el promedio de los países en desarrollo, así que no debía ser demasiado difícil implantarlo, solo que las empresas están evadiendo sus responsabilidades.

Un sistema tributario distorsionante e injusto
Antes de la pandemia el sistema de tributación ya era distorsionante en el sentido de que las grandes multinacionales habían encontrado formas de evadir impuestos a través de la competencia fiscal entre los países y aprovechando los paraísos fiscales, entre otros mecanismos. “Eso distorsionó la economía porque terminaban pagando menos impuestos que las empresas pequeñas locales, y también era injusto”, dice Stiglitz.

Las prácticas de las multinacionales han erosionado los sistemas fiscales de los países, y la pandemia lo hace aún más evidente, por la gran demanda de recursos públicos para la atención de la población afectada por el coronavirus y para apoyar a los millones de pobres y sectores de población que ha perdido su empleo, dice Ocampo.

La más grande distorsión se ve con las grandes de internet como Google y Apple, que pagaban menos de 1% de sus ingresos en Irlanda, y cuando este país cambió su política fiscal, Apple se trasladó a otros paraísos fiscales. “Tienen casi un compromiso de no pagar impuestos”, dice el Premio Nobel 2001.

Con la pandemia, la alta necesidad de ingresos que tienen los gobiernos está clara, agrega, la pregunta es cuáles son las mejores formas de recaudar más, y agrega tiene mucho sentido que una parte de la reforma impositiva esté enfocada sobre las empresas digitales, que son los grandes beneficiarios de la crisis.

Las empresas pequeñas tienen grandes problemas luego de la pandemia, experimentan quiebras, mientras que las grandes compañías digitales van muy bien, y en parte porque no pagan lo justo de impuestos, enfatizó Stiglitz.

No es que la pandemia vaya a aumentar la desigualdad, ya aumentó, y los más afectados son los países en desarrollo, dice Jayati. “Tenemos un desastre económico y un desastre sanitario en muchos países”, añade.

¿Por qué reformar el sistema tributario precisamente ahora?
El economista francés Piketti dice: dado que es muy difícil reducir los impuestos para todos y delicado aumentar la deuda, lo más factible es otorgar créditos fiscales a las personas que tienen menos ingresos e, incluso, a la clase media aumentando para ello los impuestos a los grandes contribuyentes. “En algún momento hay que reordenar el sistema tributario para poder pagar los gastos”, señala.

Los incentivos fiscales a las compañías que reclaman a los gobiernos algunos sectores no resuelven el problema, señala Ghosh, pues lo que atrae a las inversiones son las buenas infraestructuras, trabajadores educados y capacitados. “Los únicos que sacan provecho de la competencia entre los países por tener menores tasas de impuestos son las empresas, así que son medidas que no ayudan en el largo plazo”, añade.

En las condiciones actuales, los incentivos tradicionales no funcionan para la recuperación, expresa Ocampo, solo harán bajar los ingresos tributarios, y es lo último que se necesita en este momento.

“Tenemos que ver hasta qué punto vamos a socializar las perdidas y privatizar las ganancias”, dice Pinketti, y agrega que la opinión pública no seguirá apoyando la globalización si solo beneficia a los grandes actores.

Otra fórmula que aplican contra algunos países la crisis, como México, son los planes de austeridad, pero eso es tan malo como el hecho de que las agencias crediticias bajen las calificaciones de estos países por no tener políticas de austeridad, dice Ocampo. “(Los castigan) por no tener políticas de austeridad y porque tendrán mucha deuda después de la crisis, pero todos los países tendrán mucha deuda después de la crisis”.

En ese terreno, México es uno de los peores casos en América Latina en la gestión de la crisis, por su decisión de mantener políticas de austeridad en estas condiciones, agrega el economista colombiano.

No hay argumentos para la austeridad, necesitamos más gastos para los pobres y vulnerables. Tal vez habría que apoyar el empleo formal mediante algunos subsidios, pero definitivamente no es este el momento para la austeridad, sino de gastar más en salud y otros aspectos”.

Lo que se necesita son aumentos masivos al gasto público, pero dado que los países en desarrollo se preocupan por la deuda y la fuga de capitales, tienen mucho miedo de aumentar los gastos, dice Ghosh. La GranDepresión de 1929 en Estados Unidos se prolongó 10 años debido a los programas de austeridad aplicados, recuerda Stiglitz. “Si quieren una recuperación más rápida, no deberían de imponer políticas de austeridad”, agrega el economista estadounidense.


El papel de la ONU
Una condición para aumentar la progresividad del sistema fiscal, el impuesto empresarial mínimo a escala internacional se cobre en el mismo lugar donde de generan los ingresos y se aplique una tributación sobre el patrimonio, es necesario saber dónde está la riqueza, en manos de quién, de ahí que el ICRICT proponga volver a la idea de crear un registro internacional de activos, dice Ocampo.

“El impuesto empresarial mínimo de 25% es bueno y útil, pero solo si es parte de un sistema global, con registro global para que los gobiernos puedan rastrear el flujo de los ingresos y los activos”, añade Piketti.
El tema de quién debe coordinar internacionales los esfuerzos para aplicar esta tributación se discute en la OCDE, y se esperaba que hubiera decisiones este año, pero se está pensando en postergar, dice Ocampo. “No apoyamos esa postergación”, señala.

Ni que sea la OCDE la que coordine, añade Piketti, pues su perspectiva es la de los países ricos, busca la forma de dar paraísos fiscales a esos países y las grandes empresas, por tanto la perspectiva de los países en desarrollo no entra mucho en la conversación.

El ICRICT propone que La ONU retome el tema, y aprovechar que ya tiene un comité fiscal que puede volverse intergubernamental e internacional, con una oficina que apoye técnicamente la coordinación fiscal expandida. “Esa fue la propuesta que países en desarrollo propusieron en Adis Abeba hace cinco años, pero fue vetada por Estados Unidos e Inglaterra”, recuerda Ocampo.

Un obstáculo para establecer una tributación empresarial única de alcance internacional es cuando los gobiernos se ponen del lado de las grandes corporaciones, como en Estados Unidos, advierte Piketti, pero es optimista. “Esto es la corrupción del dinero en la política estadounidense que todo mundo conoce, pero las personas ya empiezan a decir que no es aceptable tener una tributación regresiva y que los ricos paguen una tasa menor que los más pobres”.




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