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Las infidelidades y el amor tradicional enganchan incluso a los jóvenes a la televisión

Los programas de telerrealidad que ponen a prueba la fidelidad de las parejas, que premian el control de la libido o que castigan la soltería frente a la magia de las relaciones basadas en las primeras impresiones dominan la programación en las televisiones generalistas, han dado el salto a las plataformas y han conseguido acabar con esa certeza infundada de que los jóvenes ya solo ven YouTube y Twitch. El éxito de La isla de las tentaciones (Mediaset), cuya tercera edición consiguió de media el 26,3% de cuota de pantalla y más de 3,1 millones de espectadores, ha provocado un efecto bola de nieve del que se han contagiado sus competidores. Salta de la pantalla para convertirse en fenómeno social.

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La isla de las tentaciones, la adaptación española de un formato original de Banijay, la productora de programas como Gran Hermano o MasterChef, “aborda temas universales, como las relaciones de pareja, con los que nos sentimos identificados”, dice Jaime Guerra, director de Producción de Mediaset España. “Todos, en algún momento, hemos querido saber qué hacen o qué piensan nuestras parejas cuando no están con nosotros”. Las audiencias respaldan la apuesta del grupo audiovisual que primero emitió el programa en Cuatro y, según subían las cifras de espectadores lo recolocó en Telecinco. “Lideró su franja [las noches] con más de 17 puntos de ventaja sobre su principal competidor”, asegura Guerra. El grupo ya prepara para otoño una nueva edición, una especie de secuela titulada La última tentación, que reunirá a participantes de sus anteriores entregas.

Tras dos ediciones de éxito, con un casting de concursantes medido al milímetro por la productora Cuarzo, Atresmedia anunció Love Island, otro formato adaptado por la televisión española, en este caso diario, que premiaba a aquellos que eran capaces de mantenerse en pareja aunque supieran entre poco y nada de la persona que tenían al lado. El programa logró una media del 1,3% de cuota de pantalla en Neox, el canal temático del grupo donde se emitió.

Cristina Pedroche se hace una foto con las concursantes de ‘Love Island’.

La premisa era distinta a la de La isla de las tentaciones, pero la base, la misma: explotar el interés por las relaciones. Nada nuevo. Desde hace años antropólogos como Robin Dunbar ya habían calculado que los chismes y las historias personales ocupan el 65% de la conversación de las personas de cualquier género y edad en lugares públicos. En 2021, cuando la identidad de género y la monogamia están en cuestión, siguen triunfando los formatos en los que se cuestiona la fidelidad de parejas heteronormativas.

En el caso de estos programas, la conversación empieza delante de la pantalla cuando se emiten, pero continúa por otras vías. Como es habitual en Mediaset, gran parte de los programas de entretenimiento del grupo dedicaron horas a comentar los avatares de los participantes. Esa retroalimentación permitió que se convirtiera en monotema, reforzado por los programas satélites que suelen acompañar a los realities de Telecinco, como el debate semanal donde exconcursantes y otras caras conocidas del medio sacan punta a cada detalle.

La continuación, en redes

El seguimiento se hace de manera paralela en las redes sociales y en WhatsApp. Es difícil sortear los cientos de mensajes que se acumulan en los grupos de amigos, del trabajo y de la familia después de cada emisión. “Se hace un trabajo y planificación previa a las grabaciones para contar con material exclusivo y específico que multiplique el alcance del programa en estas plataformas”, afirma Guerra. “El departamento de Multimedia, que es el que se encarga también del resto de programas con éxito viral como La Voz, Tu cara me suena o Mask Singer, planeó estrategias para antes del estreno y durante las emisiones, e hicieron seguimiento diario”, acompaña Carmen Ferreiro, directora de Programas de Entretenimiento de Atresmedia TV. En el caso de los más fieles seguidores, no solo se trata de comentar, compartir memes y otros chistes salidos de internet, sino que los concursantes se convierten en estrellas mediáticas (y en algunos casos efímeras) y sus perfiles también ganan seguidores.

A partir de ahí, estos espacios superaron la prueba de los bares. En pandemia, la de las terrazas. Es el tema de conversación y el que genera expresiones que se incorporan a la cultura popular. En la primera edición de La isla de las tentaciones, el nombre de Estefanía, más bien el grito de su novio desesperado, se coló hasta en la ceremonia de los premios Goya. En esta última entrega se ha incorporado otra expresión: “La manita relajá”. “La televisión lineal tiene algo mágico y único que no tiene ningún otro medio de comunicación, y es la capacidad de crear eventos”, opina Ferreiro.

Ya sucedió con Gran Hermano 1 cuando la frase “quién me pone la pierna encima” se convirtió hasta en canción. O en el antecedente de La isla de las tentaciones, el programa Confianza ciega, que emitió en 2002 Antena 3, cuando toda una generación, la de los mileniales, veían el programa a escondidas de sus padres y repetían: “Jo, tía, Nube, qué fuerte, tía”. La diferencia es que en aquel momento no existía el altavoz de las redes sociales, que permite que las emociones que empujan a los espectadores a compartir momentos de estos programas se multipliquen.

A por los jóvenes

Los jóvenes son uno de los públicos a los que apuntan los grupos audiovisuales cuando lanzan este tipo de contenidos. Para ellos planean estrategias en redes porque son los que ven la televisión con el teléfono en la mano y los que recurren a las plataformas digitales de los grupos audiovisuales (Mitele Plus, en el caso de Mediaset, y AtresPlayer Premium, en el de Atresmedia) para ver programas ya emitidos. Atresmedia apostó por Cristina Pedroche como presentadora y colocó Love Island en Neox, el canal temático dedicado a la franja de edad entre 13 y 35 años. “Pensamos en ella porque, además de su experiencia en el medio, conecta muy bien con los jóvenes y conoce bien el funcionamiento de las redes sociales, tres cualidades imprescindibles para presentar Love Island”, continúa Ferreiro.

Los concursantes de la segunda temporada de ‘Jugando con fuego’, de Netflix.

Según las mediciones de este grupo audiovisual, en esta última temporada, que va de septiembre de 2020 a junio de 2021, han entrado a diario a ese canal una media de 2,5 millones de jóvenes (de 13 a 24 años). “Si consideramos la franja de edad de 13 a 34, la cifra de gente joven sube hasta los 5,4 millones”, afirman desde Atresmedia. Datos similares comparten en Mediaset sobre el éxito de La isla de las tentaciones: “Por edades, destacó especialmente su consumo entre el público joven, con un histórico 51,8% entre los espectadores de 16 a 34 años que lo convirtió en el programa de entretenimiento más visto por ese perfil de público en los últimos 20 años, desde Gran Hermano 2, emitido en 2001”. Mediaset ya prepara la cuarta entrega.

Plataformas como Netflix, tradicionalmente identificadas con las series y las películas, han comenzado a emitir realities de este tipo. En el último año han llegado a España dos ediciones de Jugando con fuego (programa en el que los participantes no pueden mantener ningún contacto sexual) y una de Love is blind (sobre bodas a ciegas). La plataforma, como es habitual, no comparte datos de audiencia ni ofrece información sobre cómo se elabora el ranking de lo más visto que aparece en la pantalla inicial. Pero avanzan que ya preparan varios programas de factura nacional, entre ellos, Amor con fianza, en el que seis parejas que afirman tener una relación honesta tendrán que demostrarlo. Al frente se pondrá la cantante Mónica Naranjo, la presentadora de la primera edición de La isla de las tentaciones, que en el vídeo de promoción recuerda con ironía su paso por el reality.

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