Las mujeres paran al país y mueven conciencias

Del MeToo al No nos verán: En el último año, ellas han tomado la calle, gritado, denunciado y hecho pintas; ahora, optan por la invisibilidad como una forma contundente de hacerse visibles, que se escuche su reclamo, un grito desesperado contra el feminicidio, la violación, el acoso y todo tipo de violencia de género.

Por Beatriz De León Lugo

Si el alzar la voz al unirse al movimiento internacional MeToo o tomar los espacios públicos para exigir un alto al feminicidio, el acoso y la violencia no fue suficiente hasta ahora, las mujeres preparan para el 9 de marzo un paro nacional.

“¿No nos cuidan? ¿No existimos? Miren cómo sería si no existiéramos más. Mira la Nación que querías dirigir sin mujeres ni sus [email protected]”, dicen en Twitter.

Para el próximo lunes, ellas se desaparecerán del mapa, han elegido el silencio para hacerse escuchar en un país en el que son asesinadas 10 mujeres cada día.

El llamado vino precisamente de Veracruz, el estado que registró el mayor índice de feminicidios en 2019, con 157 casos. El enojo, el hartazgo no es casualidad, y el impacto que el 9M tuvo en el país, tampoco.

“Tiene sentido, porque algo que inconscientemente nos ha unido a las mujeres es este hartazgo por todas las violencias, en todos los espacios; creo que ya nos ha rebasado”, señala Arussi Unda, vocera de Brujas del Mar, el colectivo feminista que lanzó la convocatoria.

“Veracruz está bastante azotado desde hace varios años por la violencia”, agrega.

La idea del paro fue planteada por la actriz y artista Vanessa Bauche, el 21 de enero, en una red nacional en la que participan colectivos feministas, defensoras de los derechos de la mujer y familiares de víctimas de feminicidio, narra Unda.

El 18 de febrero, Brujas del Mar publicó en redes la campaña, que pedía: “¡El nueve ninguna se mueve!” y exhortó a las mujeres a no participar en actividades laborales, escolares o comerciales. La propuesta pronto se hizo viral.

Unda expresa que no imaginaron el impacto alcanzado, pero no le sorprende la respuesta frente al actual nivel de violencia contra las mujeres.

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Pero la huelga femenina no es algo nuevo y es internacional, tiene sus orígenes en Islandia, en 1975, y en México es el cuarto año que se realiza; pero antes no había tenido el eco que ha logrado esta vez.

“Un paro para todas y todos, y cada quien lo hará desde su trinchera, como mejor decida hacerlo, como mejor le convenga”, dice María, activista por los derechos de la mujer e integrante fundadora de la colectiva Periodistas Unidas Mexicanas (PUM).

La iniciativa ha resonado en todos los sectores, incluso firmas de abogados ofrecen apoyo gratuito a la mujer en caso de represalias por faltar al trabajo, pero también ha recibido críticas; incluso, una campaña en su contra: El nueve me mueve #No al paro nacional.

El presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió que veía en el paro nacional la “mano negra” de los conservadores. Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, se solidarizó con el paro… por unas horas, después se unió a la campaña en contra.

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María critica el oportunismo político, gente queriendo subirse, porque no entienden de qué se trata. Sin embargo, ve positivo que al menos se pronuncien en algo; y si no lo hacen con toda convicción, el hecho de que lo hagan público los compromete.

“Logramos que se montaran a algo que ni siquiera entienden”, dice María.

Aunque Unda también ve oportunismo político en muchos de los que se sumaron, señala que es de esperarse cuando algo se hace tan grande.

“Viéndolo por el lado positivo, pues nos prestaron sus plataformas, que son bastante grandes, para compartir el mensaje; entonces, pues gracias”.

Y, viéndolo del lado realista, dice, están siendo poco congruentes, pues ellos tienen todos los recursos para cambiar la situación y no lo han hecho.

“Si de verdad te interesan las mujeres, no es nada más compartir una imagen, es ponerse a chambear”, expresa.

Hasta ahora, Unda señala que no ha habido represalias o hechos preocupantes en su contra, más allá de algunas “mentadas de madre”.

Y es que tan solo en la CDMX, las mujeres representan el 44 por ciento de la fuerza laboral y el paro podría tener un impacto económico de 6 mil millones de pesos en pérdidas, de acuerdo con estimaciones de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).

En conferencia de prensa, Gustavo de Hoyos, presidente de Coparmex, señaló que las pérdidas a nivel nacional podrían alcanzar hasta 37 mil millones de pesos.

Pero el 9M más que desestabilizar pretende llevar a la reflexión, mover conciencias, ¿cómo sería un México sin mujeres?, ¿si no estuvieran ahí para trabajar, producir, organizar, cuidar, crear o resolver?

Sin políticas de estado

Son varios factores los que han provocado una respuesta más amplia en este paro y en la marcha que se prepara para el domingo.

Lucía Melgar, especialista en derechos de la mujer y violencia de género, espera que la iniciativa efectivamente sea tan significativa como promete.

“No sólo es que haya más violencia, sino que no existe una política de estado contra el acoso, contra el feminicidio”, dice.

Además, agrega, el año pasado se recortaron más programas sociales.

“Para las mujeres, es saber que no estamos solas, que podemos hacer un acto de, si no exactamente desobediencia civil, sí de protesta pacífica importante; y simplemente el hecho de que en este momento las mujeres seamos las que hagamos un movimiento fuerte de protesta contra la violencia, las desigualdades, el machismo, etcétera; creo que es importante”, señala.

Ahora quiere ver si en realidad las empresas o las universidades que dicen apoyar el paro se deciden a hacer los cambios necesarios.

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“Porque es muy fácil decir que apoyan el paro, pero lo que necesitamos no es eso, es que bajen la brecha salarial, que haya los horarios adecuados, que haya guarderías; o sea, toda una serie de demandas que se han hecho a lo largo del tiempo y, sobre todo, que se acabe el acoso laboral y sexual en las universidades y empresas, que todo mundo sabe que existen y que no se ha hecho lo suficiente para resolverlo”.

Hay que recordar que el tema de las marchas no es nada más el feminicidio, dice; es el feminicidio, son las desapariciones, es la trata y son todas las violencias cotidianas.

“Vemos que está subiendo la violencia contra las mujeres; por un lado, la violencia de la pareja en la casa y, por otro, ha aumentado la violencia extrema en el país, hay más acceso a las armas y se mantienen las desigualdades de siempre, sin que haya programas de prevención”.

Tan solo en 2019, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, 110 mil 200 mujeres fueron víctimas de delito, 65 mil 457 sufrieron lesiones dolosas, 410 fueron secuestradas, 5 mil 347 sufrieron acoso u hostigamiento sexual y 7 mil 470 enfrentaron violencia de pareja. Ese es el contexto de violencia en que surgen las protestas.

 

Feminicidio y misoginia

El pasado enero, murieron asesinadas 320 mujeres en México; de estos casos, 72 fueron catalogados como feminicidios.

En este recuento de feminicidios en el primer mes de 2020, Nuevo León lidera la lista con ocho casos, seguido de Puebla con siete, Sinaloa con seis y Estado de México con cinco.

En el cuarto lugar, con cuatro feminicidios cada uno, se ubican Chiapas, Guanajuato, Morelos, Tamaulipas y también la Ciudad de México, que en los primeros dos meses del año ya ha tenido casos emblemáticos: Ingrid y la niña Fátima.


En 2019, fueron 976 los casos de feminicidios y 2 mil 819 homicidios dolosos contra mujeres, según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

“No me sorprende que siga habiendo más mujeres asesinadas y tampoco me sorprende que no sepan clasificar el feminicidio”, dice Melgar.

El problema, en parte, es que no saben clasificarlo porque no tienen perspectiva de género.

“Pero más que nada porque no quieren entender de qué se trata, porque de lo que estamos hablando es de una violencia específica, de misoginia, contra las mujeres en muchos casos y, por otro lado, el feminicidio se convirtió en un signo de alerta”.

Hay gobiernos que a propósito no clasifican bien los feminicidios, sobre todo en casos donde hay alerta de género; es muy común o no es raro, que no clasifiquen bien, porque además el tipo penal varía de un estado a otro, pero sobre todo varían las interpretaciones, señala.

Es importante ir a las cifras de mujeres fallecidas en muertes violentas, lo que llaman homicidios dolosos, que también aumentaron en los últimos años, dice, pero si el estado no tenía la tipificación, no se incluía como tal.

Hay estados en que incluso hace algunos años no era tan fácil conseguir los datos de hombres y mujeres asesinados.

Pero más que datos incompletos es la falta de interpretación de la realidad en función de entender qué es y qué no es un feminicidio, agrega.

Hoy, todas las entidades cuentan ya con la tipificación de feminicidio, que consiste en privar de la vida a una mujer por razones de género.

“El hecho es que sí hay mucha violencia extrema contra las mujeres“, expresa Melgar, “es algo terrible que está moviendo a la gente al darse cuenta que la situación es insostenible”.

En cuanto a la legislación, el 4 de febrero, hubo una polémica, ya que comenzó a circular la versión de que la Fiscalía General de la República pretendía eliminar el tipo penal de feminicidio para redefinirlo como agravante del homicidio, en el marco de una propuesta de reforma judicial, que incluiría la creación de un Código Penal Único.

Sin embargo, Alejandro Gertz Manero, titular de la FGR, aclaró que su intención no era eliminar el tipo penal, sino visibilizar una situación que no había sido establecida previamente. Rechazó que la dependencia trate por igual al homicidio que al feminicidio, sino que están mejorando la capacidad de defender a las mujeres.

Legisladores de distintas fuerzas políticas, incluida Morena, han solicitado tanto a la FGR como al gobierno federal que destine mayores recursos para la capacitación de investigadores especializados en casos de feminicidios.

Contagian la indignación

Para María, este año ya hubo dos casos en particular que empezaron a mover más el tema de las protestas, el caso de Ingrid y el de Fátima.

A ellas como periodistas, dice María, el caso de Ingrid las movió de una forma particular porque el tratamiento de la información del caso en los medios fue nefasto, al publicar imágenes de su cuerpo desollado.

“Es una revictimización, y eso nosotros lo criticamos”.

Las comunicadoras que integran PUM, todas bajo el nombre de María, como si fuese una sola, pero más fuerte, luchan por un periodismo más ético y difunden protocolos de cobertura en casos de violencia de género.

Además del paro, ellas marcharán el domingo 8. El año pasado, también marcharon, su protesta fue días antes de que estallara el MeToo en México, fenómeno al que contribuyeron con una encuesta y una serie de denuncias.

“Si bien ya había tenido su boom en Estados Unidos y otros lugares, en México no había logrado prosperar. Fue la marcha del año pasado; nosotras como PUM, fuimos a la marcha y convocamos a paro, expresábamos por qué parábamos, por qué marchábamos, para comunicar justamente estas violencias que existen contra las mujeres”.

El MeToo fue como 15 días después, agrega.

Todo el año pasado fue realmente “descolocador”, recuerda, removió muchas cosas.

“Tantas colectivas, tantas mujeres que hemos salido a exigir”.

Después de la marcha del año pasado, vinieron varias cosas que detonaron, como el MeToo, una serie de protestas en las calles y universidades, y un performance iniciado en Chile, con una canción que pronto se convirtió en una especie de himno para el movimiento feminista a nivel global: El violador eres tú. El estribillo resonó en México por todas partes: “La culpa no era mía, ni dónde estaba, ni qué vestía”.

María asegura que las acciones se están viendo en todo el país, como hace unos días en Sonora, donde un grupo de manifestantes prendió fuego en las instalaciones del Poder Judicial para protestar por la violencia de género.

“A las mujeres no nos está protegiendo la justicia, tanta impunidad, más del 95 por ciento, pues es bastante legítimo, bastante entendible este nivel de furia, de expresar la furia, es lo que ha impresionado a mucha gente y es lo que ha visibilizado también el tema; estas pintas que ponen también han hecho muy visible el nivel de violencia que vivimos”.

Desde años atrás se ha insistido en el tema del feminicidio, antes no impactaba, pero ahora ya empieza a retumbar en los oídos.

“Nos da esperanza el cómo están surgiendo más colectivas en México, de que nos estamos organizando y de que sí estamos provocando el ruido necesario, y estamos contagiando la indignación”, expresa María.

Para Unda y Brujas del Mar lo importante es hacer conciencia y hacer unión, porque eso es lo primordial.

“Hemos estado divididas tanto tiempo y es que el patriarcado así nos quiere”, dice.

“Hoy se está viendo el levantamiento de un poder femenino que estaba apagado en este país y que necesita seguir alimentándose, fortaleciéndose; seguir denunciando y alzando la voz”.

Colectivas feministas

No hay registro oficial de las colectivas y grupos feministas que se han integrado en México hasta hoy, pero han logrado crear una red de apoyo e información.

Unda explica que el suyo es un grupo bastante joven, nacido apenas el 29 de septiembre de 2019. A diferencia de otros, no surgió a partir de una tragedia, sino por el deseo de reunirse para compartir ideas feministas, hacer una comunidad y aprender las unas de las otras.

Participan mujeres de diversas edades, niveles de estudio y profesiones, una pluralidad que nutre al grupo y ayuda a ver diversas realidades.

En estos meses, Brujas del Mar ha trabajado en talleres de defensa personal, feminismo y de construcción del amor romántico; redes de acompañamiento a casa, acompañamiento a víctimas de violencia o información para temas de aborto.

Ahora preparan una red de psicólogas para mujeres en crisis, asesoría con abogadas con perspectiva de género y una campaña para proveer de copas menstruales a mujeres en reclusorios o en refugios.

“Hemos chambeado mucho para tan poquito tiempo que llevamos activas, pero la verdad es que estamos muy comprometidas. Ahora sí que es un llamado, es una vocación”.

Hasta ahora, han recibido la colaboración de los ponentes, quienes, generalmente, ofrecen su servicio sin cobrar, convencidos de la labor.

“Y de lo que de plano no hemos podido, ni como patrocinado ni gratuito, nosotras hacemos cooperacha o hacemos venta de cosas”, dice.

Venden stickers, pañuelos y hasta ropa usada, o aportan de su sueldo. Más adelante, desean conseguir apoyo de particulares e iniciativa privada.

Desde antes del paro, ya tenían una especie de red nacional, desde que comenzaron con su protocolo de acompañamiento a casa surgió comunicación con colectivas en Querétaro, Guadalajara, Monterrey o Mérida.

María cuenta que PUM está integrada por mujeres a quienes indignó la situación de su gremio y decidieron armar una red, una colectiva, para denunciar la violencia.

“Así vemos cómo se han ido formando otras colectivas, y cómo nos buscan, y cómo nosotras buscamos. Es un tejido de alianzas muy interesante, y eso es lo que hace que sea un movimiento”.

Cuando surgen casos de feminicidio, acoso o violencia, rápidamente entra una colectiva y da información, otorga acompañamiento; se ha ido dando un verdadero movimiento nacional.

“Es una red muy linda de sororidad, que ya cuando la vives, la entiendes; y es lo que palpamos y vivimos, pues está muy jodido todo lo que está pasando, pero nos da mucha esperanza ver cómo nos juntamos, cómo nos estamos conociendo, nos estamos abrazando juntas”.

Confía en que se está llegando a muchas más personas a más mujeres, y también a los hombres.

“Creo que se están viendo confrontados también, y ellos lo ven como un desafío lamentablemente, pero pues es una denuncia totalmente legítima, nosotras decimos ya basta, hasta aquí”.

Mientras que Lucía Melgar considera que los cambios provocados por el 9M dependerán también de otros factores, porque para muchas mujeres es una parte de toma de conciencia y al saber que no están solas pueden actuar; otras también van a darse cuenta de cuáles son los límites de su vida.

“Lo más difícil no necesariamente es que falte a trabajar, sino que no haga nada en su casa si tiene un marido machín, porque es más difícil todavía enfrentarse a esa cotidianidad de desigualdad”, concluye.

Por último, Unda explica que no se debe esperar el cambio en una sociedad, sino actuar para que cambie.

“A mí me sorprende cómo a raíz de todas estas movilizaciones, de la visibilización de la lucha feminista, las mujeres están tomando fuerza para denunciar a sus agresores”.

Sin embargo, expresa que no se pueda esperar que el paro lo haga todo o cambien las cosas de inmediato.
Y al preguntarle sobre el futuro: “Esperemos que no haga falta”.

Que no haga falta porque en una sociedad ideal, las mujeres no tendrían por qué tomar las calles o ponerse en paro para que su vida y sus derechos sean respetados.




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