Baptiste y Yann son pastores y monitores de esquí de fondo en el valle de Azun, en los Pirineos Atlánticos franceses; lo mismo cuidan de sus ovejas y producen queso que enseñan a deslizarse por la nieve. Son una muestra del espíritu que anima la montaña en la cara norte del Pirineo: respeto a las tradiciones y al medio natural sin menospreciar las oportunidades que ofrecen el turismo y los deportes de invierno. El proyecto de desarrollo para las dos próximas décadas bautizado Montaña 4 Estaciones busca la sostenibilidad de los 39 centros de esquí franceses en estas cordillera. Establece, por ejemplo, que todas las máquinas pisapistas deberán funcionar con hidrógeno dentro de 15 años.
Cada temporada, unos 650.000 españoles pasan a la vertiente norte pirenaica para esquiar. No en busca de grandes dominios e instalaciones a la última —la mayoría de las estaciones son más pequeñas que las españolas—, pero sí de precios más asequibles, una nieve de calidad y 16 centros termales a pie de pistas, entre otras cosas. Quienes decidan ir este invierno deben tener en cuenta que, de momento, Francia exige el certificado de vacunación o una PCR negativa realizada al menos 72 horas antes de entrar al país.
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Un telesilla en la estación francesa de La Pierre Saint Martin.
Pirineos Atlánticos
A las puertas del parque nacional de los Pirineos, las estribaciones más occidentales de la cadena ofrecen tres estaciones situadas a una altura moderada y cuatro espacios nórdicos amplísimos con casi 120 kilómetros para el esquí de fondo. Un territorio bien conservado con tesoros naturales como el hayedo de Irati —compartido con Navarra— o el macizo del Midi d’Ossau. La Pierre Saint Martin (altitud: 1.527-2.153 metros; pistas: 27 kilómetros) estrena tres descensos y una ruta para esquí de montaña con guía. Lo mejor, deslizarse por el bosque de Braca y dormir en cabañas de madera entre los pinos. Artouste (altitud: 1.250-2.100 metros, pistas: 25 kilómetros) es la estación más cercana a España —por el Portalet, en Huesca—, a solo 25 kilómetros de la frontera. Abre dos nuevos recorridos hasta las cabañas de Séous que se dejarán sin pisar para quienes buscan nieve virgen. Sus precios (19 euros adultos, 9 euros niños) son toda una tentación. Gourette (altitud: 1.400-2.100 metros; pistas: 39 kilómetros), en el corazón del valle d’Ossau, es la cuna del esquí en el Pirineo con más de un siglo de historia deportiva. Recomendable el descenso de 1.100 metros desde el Pène Blanque. Esta temporada ofrece una nueva zona para debutantes con dos cintas transportadoras cubiertas y un apartotel a pie de pistas.
El Centro Balneario Edénéo, en Piau Engaly. OT
Altos Pirineos
Esta franja agrupa, seguramente, las 10 estaciones del Pirineo francés más atractivas para el esquiador español. Dominios que en un par de casos (Saint-Lary y Grand Tourmalet) superan los 100 kilómetros de pistas y cuyos descensos bordean zonas de gran valor natural, como la reserva natural de Néouvielle y el circo de Gavarnie. Desde España, la entrada más rápida es por el túnel de Bielsa (Huesca), que este invierno estará abierto día y noche. A solo 20 kilómetros, Saint-Lary (altitud: 1.700-2.515 metros; pistas: 105 kilómetros) seduce por el encanto de su típico pueblo de montaña, sus aguas termales y una larga tradición de familiaridad con España. Estrena la pista panorámica François Vignole (2,5 kilómetros; roja, dificultad media) desde la cima del telesilla Soum de Matte hasta el frente de nieve en Pla d’Adet. Aún más cerca de España, Piau Engaly (altitud: 1.860-2.600 metros; pistas: 65 kilómetros) está rodeada de un paisaje de alta montaña con pistas asequibles hacia la estación y laderas vírgenes para freeride en la parte trasera de Piau. Precios más que asequibles en el albergue Skylodge (desde 17 euros en habitaciones compartidas) y pistas amenizadas este invierno con saltos y curvas peraltadas. Compitiendo en extensión con Saint-Lary, Grand Tourmalet (altitud: 1.450-2.500 metros; pistas: 100 kilómetros) es dos estaciones en una: La Mongie y Barèges, que se unen en la cima del mítico puerto. La primera, de alta montaña, despliega descensos entre bosques; la segunda, un encantador pueblo en la base. Y sobre ambas, el Pic du Midi (2.877 metros), cuyas laderas —de hasta 1.770 metros de desnivel— solo son aptas para expertos freeriders. Cauterets (altitud: 1.730-2.450 metros; pistas: 38 kilómetros), que esta temporada estrena un itinerario para esquí de montaña por las crestas del circo de Lys, y Peyragudes (altitud: 1.600-2.400 de altura; pistas: 60 kilómetros), a 50 kilómetros del túnel de Bielsa, son también muy apreciadas por los aficionados españoles.
La atracción Lou Bac Mountain, en la estación de Les angles.
Pirineos Orientales
Allí donde la cadena pirenaica barrunta aires mediterráneos hay cinco estaciones de esquí alpino beneficiadas por muchas horas de sol y vistas a los paisajes abiertos de la meseta del Capcir; tan abiertos que el frío del invierno les ha granjeado el apodo de la pequeña Siberia. Les Angles (altitud: 1.600-2.400 metros; pistas: 55 kilómetros) es un caso poco frecuente de estación-pueblo con pistas que llegan hasta el núcleo urbano. Su tobogán monorraíl de 2,5 kilómetros y las inclinaciones de hasta el 70% son seguramente su mayor peculiaridad. Font-Romeu Pyrénées 2000 (altitud: 1.700-2.213 metros; pistas: 46 kilómetros) posee la pista iluminada de esquí nocturno más larga de la cordillera. Estrena un descenso muy fácil de 2,5 kilómetros y un restaurante que sirve comida en pistas en áreas de pícnic. Muy cercana a España, Porté-Puymorens (altitud: 1.571-2.471 metros; pistas: 50 kilómetros) volverá a dejar algunos descensos sin pisar para el disfrute de la nieve virgen.
No solo de esquí vive el esquiador
Una habitación iglú en Gourette.
Trineos de perros, paseos con raquetas, motos de nieve, esquí nórdico… Casi todas las estaciones del Pirineo francés ofrecen actividades complementarias, pero algunas van más allá con experiencias sorprendentes. Estos son algunos ejemplos.
Se puede dormir en un iglú, un tipi o una yurta mongola en Le Somport, Gourette, Nistos e Issarbe. Pedalear por nieve con una fatbike es una de las actividades en Grand Tourmalet, Luz Ardiden, Gavarnie, Nistos y La Pierre Saint Martin.
Peyragudes suma a su oferta conducir karts de montaña, y Gourette, pilotar una máquina pisapistas. Escalar una cascada de hielo es una de las novedades de la temporada en el Pic du Midi, mientras se puede descender en tirolina en Luz-Saint-Sauveur (dos kilómetros de recorrido) y en Gourette. Más actividades: volar en parapente tándem con esquís en Saint-Lary y Peyragudes; deslizarse en airboard (tabla hinchable) en La Pierre Saint Martin; snake gliss, es decir, deslizarse ladera abajo con un tren de trineos, en Gourette, y hacer acrobacias con esquís protegido con un airbag en Les Monts d’Olmes.
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