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Las presidenciales polacas examinan el dominio ultraconservador y la tensa relación con la UE



A pocos días de que Polonia celebre este domingo las elecciones presidenciales más inciertas de los últimos años, el liberal Rafal Trzaskowski (Varsovia, 48 años) exprime cada encuentro para tratar de arañar los últimos votos. Autoproclamado el candidato del cambio —se presenta por la centroderechista Coalición Cívica (KO)— y convertido en la voz del descontento frente a las políticas del ultraconservador Ley y Justicia (PiS) —”estamos hartos” es uno de los lemas más coreados en sus mítines—, su irrupción hace dos meses en la campaña electoral dio un vuelco a las encuestas, que otorgaban en abril una amplia victoria al presidente actual, Andrzej Duda, afín al Gobierno.En una jornada maratoniana el jueves, tras sendos mítines en dos localidades y una visita a un centro de personas sin hogar en la capital, de la que es alcalde desde 2018, Trzaskowski, un políglota europeísta que ha estudiado en Varsovia, Oxford y París responde en un encuentro breve y en español a las preguntas de este diario.“Polonia necesita un presidente independiente, que proteja el país de las acciones del Gobierno. Es muy importante defender el Estado de derecho y reimpulsar nuestras relaciones con la Unión Europea, ahora muy comprometidas”, señala quien desde el cargo tendría capacidad para vetar las leyes aprobadas por el Parlamento. “Éramos un poder relevante en la UE y hoy esa relación no funciona. El Gobierno de Plataforma Cívica [formación que lidera KO y que estuvo al frente del Ejecutivo entre 2007 y 2015] se concentró en la creación de alianzas positivas. Por ejemplo, reforzar la política de identidad o luchar por unos presupuestos más vinculados a la política de cohesión. Todo eso ha cambiado con el Gobierno conservador”, comenta en referencia a los múltiples desencuentros de Ley y Justicia (PiS) con el resto de socios comunitarios, tanto en materia medioambiental, como en el reparto de refugiados o sus controvertidas reformas judiciales, denunciadas en Europa por poner en peligro la separación de poderes.Trzaskowski, quien ejerció como eurodiputado de 2009 a 2013, ocupó después el cargo de ministro de Administración y Digitalización entre 2013 y 2014 y fue viceministro de Exteriores hasta 2015. Se ha desempeñado también como docente y analista político experto en integración europea. Si llegase a la presidencia, explica, priorizaría “el refuerzo del sistema de salud, la separación de las figuras del ministro de Justicia y del fiscal general [hoy concentradas en la misma persona] y la creación de una red de escuelas infantiles gratuitas”, como ya ha hecho en Varsovia.Antagonista de Duda —lo único que une a ambos es haber nacido en 1972 y su paso por la Eurocámara— y considerado un político abierto y moderno, en 2019 Trzaskowski firmó una declaración inédita en Polonia a favor de los derechos del colectivo LGTB. Las organizaciones civiles, sin embargo, critican que en todo este tiempo no se haya avanzado apenas en las medidas recogidas en el texto y señalan que la principal diferencia entre Duda y él es la retórica, abiertamente hostil la del primero. “Podríamos haber hecho más, pero estamos empezando”, reconoce. “La prioridad son las clases [sobre educación sexual y tolerancia] en las escuelas para combatir la discriminación”. Pese a una campaña electoral en la que los ataques contra el colectivo han arreciado, su postura acerca de cuestiones concretas como el matrimonio entre personas del mismo sexo sigue siendo un misterio. Plataforma Cívica forma parte del Grupo Popular Europeo —que preside el ex primer ministro polaco Donald Tusk— y sus posiciones son más conservadoras. “Lo que vemos hoy en Polonia es una manipulación, un intento de dividir a las personas. Debemos luchar por los derechos de todos”, señala el candidato sin entrar en detalles.En una demostración de fuerza contra el PiS, el año pasado Trzaskowski suscribió un manifiesto —el llamado Pacto de ciudades libres— junto con los alcaldes de Budapest, Praga y Bratislava que pretendía impulsar una alternativa cosmopolita frente al nacionalismo, la xenofobia y el antieuropeísmo de sus respectivos Gobiernos.MovilizaciónPara derrotar a Duda este domingo, Trzaskowski debe conseguir el apoyo de un electorado diverso. Aunque en primera vuelta el candidato opositor obtuvo el 30,5% y el mandatario el 43,5%, dos sondeos publicados esta semana otorgan menos de un punto de ventaja a uno u otro aspirante. La victoria pasa por convencer tanto a la izquierda anticlerical (en un país donde más del 92% de la población es católica) como a la ultraderecha representada por Konfederacja, cuyos votos, el 6,8% de los emitidos en los comicios del 28 de junio, parecen cruciales para decantar el resultado.La tarea es difícil pero no imposible. Aunque los conservadores nacionalistas se encuentran más próximos a los postulados del PiS, una de las corrientes del partido se siente atraída por el programa económico de Trzaskowski. La batalla, repite durante sus mítines el candidato de KO, se juega en unos miles de votos, de ahí la importancia de convencer y movilizar para que el domingo los ciudadanos acudan a las urnas.Descendiente de un compositor y pianista de jazz (Andrzej Trzaskowski), casado y con dos hijos, el alcalde de Varsovia está bien considerado entre las élites y en las grandes ciudades, pero los analistas señalan que puede verse como alguien alejado de los problemas del pueblo. Es en las zonas rurales donde tanto Duda como las políticas de subsidio a las familias del PiS arrasan. Conocedor de sus debilidades, en las últimas dos semanas ha multiplicado sus actos en las poblaciones más pequeñas, en las que predica sobre la importancia de las inversiones locales para mejorar infraestructuras como hospitales.“En esta campaña hemos encontrado una energía increíble. La mayoría de los polacos quiere un cambio”, asegura el candidato. “Tenemos que luchar un poco más. Necesitamos determinación [para conseguirlo], pero hacía 20 años que no veíamos esta ilusión en la gente. Por eso soy optimista”.La elección se juega en plazas pequeñasLa plaza de Ciechanów se llena de gente el jueves a la una de la tarde. Desde el escenario montado para recibir al candidato de Coalición Cívica, Rafal Trzaskowski, en este pueblo de 44.000 habitantes a hora y media en coche de Varsovia, un joven anima al público a corear consignas. “Pero no os olvidéis”, añade, “pese a lo que dice el Gobierno, estamos en epidemia. Separaros un poco y poneros la mascarilla”. La mitad le hace caso. Los organizadores reparten pegatinas y carteles. “Queremos un cambio, estamos hartos”, gritan algunos antes del mitin. Por la megafonía suena una conocida canción polaca cuyo estribillo dice que “vendrán buenos tiempos”. Beata, una camarera de 50 años, espera sentada en un banco. “Este poder ha sacado lo peor del pueblo, ha limitado nuestras libertades cívicas y en vez de avanzar, estamos retrocediendo”, comenta.

Para Damian, un joven de 19 años partidario del izquierdista Robert Biedron (que obtuvo el 2,2% de los apoyos en la primera vuelta), el candidato liberal es “un mal menor” frente a Andrzej Duda. No falta algún leal al gobernante PiS en la plaza. “Trzaskowski es un mentiroso. No es cierto que haya ninguna amenaza a la democracia. Se puede decir lo que uno quiera, este Gobierno bajó la edad de jubilación”, argumenta Wojciech, que se identifica como periodista desempleado de 60 años.

El público se enciende ante la llegada del candidato y abuchea cuando este nombra al ex primer ministro Jaroslaw Kaczynski, el líder del PiS. “Ha llegado la hora de que se retire”. Trzaskowski, sabedor de que la elección para él se juega en las plazas más pequeñas, donde goza de menor popularidad, insiste en la importancia de las inversiones locales. Maciej, un estudiante de informática que no votó en primera vuelta, afirma que sí acudirá a las urnas ahora a apoyar a Trzaskowski.


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