Las primarias del Partido Conservador británico abocan a un enfrentamiento interno entre pragmatismo e ideología

Las primarias del Partido Conservador británico abocan a un enfrentamiento interno entre pragmatismo e ideología

Y ya solo quedan tres. La penúltima votación del grupo parlamentario del Partido Conservador británico, celebrada este martes, ha supuesto la eliminación de Kemi Badenoch. La ex secretaria de Estado de Gobierno Municipal, hija de nigerianos y educada en Lagos hasta los 16 años, ha sido la sorpresa más estimulante para muchos tories de estas primarias. Queda fuera de la carrera por ser la menos votada, pero ha cosechado la honrosa cifra de 59 votos, uno por cada compañero diputado que ha apostado por ella hasta el final. Con un discurso de tono neoliberal, combativa con el tamaño del Estado y el reparto alegre de las ayudas sociales y defensora de explotar al máximo las supuestas ventajas que el Brexit ofrece al Reino Unido. Todos esos apoyos tienen muchas posibilidades de trasvasarse ahora al candidato que enarbole con más fuerza esa bandera ideológica que representa al ala más dura del partido.

El exministro de Economía Rishi Sunak, que con su dimisión aceleró la caída y dimisión de Boris Johnson, se mantiene como favorito, pero no avanza todo lo rápido que pudiera haberse previsto después de los buenos resultados de las primeras votaciones. Ha obtenido este martes 118 votos. Aún está a dos de la cifra que garantizaría matemáticamente —asumiendo que ninguno de los diputados que le apoyan se echara atrás— su puesto en la competición final que tendrá lugar a lo largo de agosto, con dos únicos rivales. En esa segunda fase, serán los afiliados conservadores —unos 200.000— los que escucharán a los candidatos y decidirán quién obtiene la victoria. Votarán por correo a lo largo de todo el mes, y el 5 de septiembre, un día antes de que el Parlamento abra un nuevo periodo de sesiones, se dará a conocer el nombre del nuevo —o la nueva— primer ministro del Reino Unido.

Dos candidatas al segundo puesto

En una carrera tan fluida y volátil como están demostrando ser las primarias para sustituir a Boris Johnson —que este martes celebraba la última reunión de su Consejo de Ministros—, el orden y los votos de los candidatos puede significar una cosa o la contraria. Penny Mordaunt, la secretaria de Estado de Comercio, emergió al principio de la contienda como la gran favorita de los militantes conservadores. Gustaba el tono de la Inglaterra media, realista y plagado de sentido común, que destilaba la candidata; su tolerancia y modernidad ante los grandes debates sociales del Reino Unido; su desinhibición a la hora de participar incluso en un reality de televisión como Splash, en el que los famosos aprendían a zambullirse en la piscina desde el trampolín; su apoyo al Brexit desde la campaña del referéndum de 2016; o su distancia de Johnson en los últimos y polémicos meses de escándalos.

Sin embargo, aunque este martes retenía la segunda posición, sus 92 votos no estaban a mucha distancia de los 86 de su rival directa, la ministra de Exteriores, Liz Truss. Mordaunt ha perdido fuerza con una actuación confusa y débil en los dos debates televisivos; sus vacilaciones y vaivenes respecto al debate de los hombres y mujeres trans —hace un año les apoyaba sin reservas, y en las primarias ha pretendido tomar distancia—; y la campaña contra ella de algunos excompañeros en el Gobierno que le reprochaban su poca dedicación al trabajo diario.

Por el contrario, Truss, que en su día flirteó con el Partido Liberal Demócrata y se opuso a la salida del Reino Unido de la UE en 2016, ha ido convirtiéndose, en los últimos meses, en una de las favoritas del ala dura del partido. Fue ella la impulsora, y defensora a ultranza, de la ley interna con la que el Gobierno de Johnson ha quebrado unilateralmente el compromiso firmado en el protocolo de Irlanda del Norte. La decisión, aplaudida con entusiasmo por los conservadores euroescépticos, amenaza con desatar una guerra comercial entre Londres y Bruselas. Truss ha sido además especialmente dura en su discurso contra Vladímir Putin y el resto del Gobierno ruso. Todo sugiere que gran parte de los votos de Badenoch podrían alimentar antes el rearme ideológico ofrecido por Truss que la ambigüedad mostrada por Mordaunt.

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Frente a ella, paradójicamente, Sunak aparece como el candidato responsable y pragmático, más preocupado por combatir la inflación que por prometer una barra libre de bajada de impuestos y liberalización de la economía, a pesar de que él sí apoyó el Brexit desde el primer momento, y era un firme defensor de las oportunidades económicas que iba a brindar.

La empresa de sondeos YouGov publicaba este martes una nueva consulta entre afiliados tories que resultaba muy reveladora. En el caso de que Sunak acabara combatiendo en la recta final contra las que hasta ahora eran sus tres rivales —Mordaunt, Truss y Badenoch—, perdería estrepitosamente contra cada una de ellas. (35% para él, 54% para Truss; 37% para él, 51% para Mordaunt; 34% para Sunak, 56% para Badenoch, aunque esta última ha quedado ya eliminada).

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