Había ganas de observar la puesta en escena de anoche en San Mamés. Sobre todo, de los leones sobre el terreno de juego. También de conocer la de la grada. La de los 37.000 espectadores. Y es que la escuadra rojiblanca llevaba sin ganar desde el 22 de septiembre al Alavés. Desde entonces fueron acumulando lastre. Cinco jornadas sin victorias, con tres derrotas ante Valencia, Celta y Atlético de Madrid y dos empates con Leganés y Valladolid. Dos goles a favor en cinco citas.
Desde el banquillo, de salida, la respuesta fue la de la continuidad. Prácticamente el mismo once del Wanda Metropolitano, con el único cambio de Yeray por Núñez. Ya avisó en la previa que no tiraría de rotaciones. Garitano elogió la primera hora de juego del equipo bilbaíno ante los colchoneros y a ella se agarró. Con la lógica evidencia de reconocer la falta de gol. Nuevo examen en un partido importante, pero no una final. “Finales eran las del año pasado”, lanzó el técnico de Derio, que destacó el martes que el estado de ánimo era “altísimo”. Este era el decorado en la función ante el Espanyol.
No había cambio de caras. Pero sí de posiciones. Garitano reubicó a tres piezas. Colocó a Raúl
García como ariete, a Williams en la banda derecha y a Muniain como enganche. Y esta vez el gol llegó a la primera. En el minuto 4. Muniain abrió a Yuri a la izquierda, centro al área que no pudo rematar Raúl
García y el propio diablillo de la Txantrea apareció de la nada para clavarla al palo largo. Abajo.
Ya se conocía el guion que iban a seguir los siguientes minutos. Un Athletic bien plantado continuaba presionando y llegando. Pero no se esperaba ese extra de Muniain que, justo pasado el cuarto de hora, hacía el 2-0 cazando un gran disparo aprovechando un rechace al borde del área a la salida de un córner. Doblete. El público, contento y aliviado. El ambiente fue el de siempre, en la media. Aunque alejaban fantasmas de sufrimientos posteriores. Pildorazo de tranquilidad que dio aire a los cánticos. “Athleeeeetic Club….”.
La grada, con 37.000 aficionados, solo tuvo algún ligero reproche para Córdoba
Viento a favor. Solo un par de acciones que se quedaron por el camino de Córdoba creaban cierta controversia. El extremo zurdo no acaba de arrancar. El susto vino por el gol anulado a Bernardo. Aplausos de los parroquianos para un buen despeje de Unai
Simón a un remate de cabeza de David
López y palmadas de un par de compañeros con mensaje de ánimo al meta. Tregua hasta descanso.
Quedaba por ver si los leones eran capaces de firmar un cierre de partido con calma, gasolina y oficio. A un cuarto de hora para el final, no había grandes noticias. Y sin tener apenas el balón. Córdoba hizo intervenir a Diego
López en una contra. El Espanyol lo intentaba. Las entradas de estas segundas partes podrían llevar una rebajita… Aunque tuvo el plus de ese gol en propia puerta de Víctor
Gómez con la colaboración de un Muniain que salió ovacionado. Ya estaba hecho.
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