Las semanas blancas de Neymar y Mbappé



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Neymar da Silva Santos Junior y Kylian Mbappé Lottin jugarán el miércoles en el Santiago Bernabéu contra el Real Madrid con la camiseta del PSG y, casualidades del balón, ambos reúnen entre sí un significativo nexo de unión. Los dos estuvieron entrenándose en la Ciudad Deportiva de Valdebebas cuando tenían 14 años. Por supuesto, pasaron con nota sus respectivas pruebas, pero por diferentes causas ninguno acabó quedándose en el club blanco.

El caso del brasileño reúne, incluso, más vínculos de acercamiento a la entidad madridista. En marzo de 2006, superada la prueba, llegó a tener ficha federativa con el Infantil A y a estar empadronado en la capital. Cinco años más tarde, en junio de 2011, firmó un precontrato de cinco años con el Real Madrid, condicionado a un posterior acuerdo con el Santos, su club de entonces. Situación que no llegó a producirse porque fue el Barcelona, en 2013, quien terminó fichándolo.

Corrían los primeros días de 2006 cuando en las oficinas del Santiago Bernabéu se recibió la llamada de Wagner Ribeiro, representante de jugadores, que meses antes había llevado a Robinho al club. Desde entonces su relación con la entidad blanca había sido fluida y ofreció a sus técnicos la posibilidad de hacer una prueba a un chaval de 13 años que también jugaba en el Santos y que, según sus palabras, sería mejor, incluso, que el propio Robinho. Ribeiro propuso correr él con los gastos del viaje del chico y de su padre.

Ficha federativa de Neymar de la temporada 2005-06 cuando era Infantil del Real Madrid. DIARIO AS

Así fue como la familia Neymar aterrizó en Madrid a finales de febrero. El día de su primer entrenamiento en la Ciudad Deportiva se respiraba incertidumbre. Las expectativas eran grandes. Según se dirigía al campo 10, uno de los anfitriones del club quiso ser amable con el jugador y le preguntó si estaba nervioso por la prueba. Neymar le echó una mirada perdonavidas. Por su edad, 14 años recién cumplidos, fue asignado al infantil A, que era entrenado por Jesús Enrique Gutiérrez.

“En aquel equipo también estaban Pablo Sarabia, Carvajal, Fran Sol, Alex Fernández… Le recuerdo como un chaval menudito, chiquitín, con el pelo muy rapado que desde el momento que saltó al campo demostró sus habilidades y según avanzaba el entrenamiento y nos metimos en acciones de juego nos dejó a todos sorprendidos. No había visto nada igual en mi vida”, recuerda Gutiérrez; “sobresalía sobre todo con el balón en los pies. No sé por qué no se quedó, pero todos sabíamos que era diferente”

Fran Sol, ahora jugador del Eibar, también tiene en su memoria la llegada de Neymar. “Al principio pensamos que era uno más de los muchos niños que llegaban a prueba. Era bueno, eso se ve, pero como era tan delgadito y pequeñito… Un chaval normal y corriente. Cuando parecía que se iba a quedar y le iban a hacer la ficha, le manteamos y le dimos la enhorabuena, como hacíamos con todos. Al día siguiente, íbamos a jugar un torneo a Girona y ya no apareció”.

Con la prueba superada comenzaron las negociaciones. El padre llevaba la voz cantante. La intención de los técnicos blancos es que se quedara ya en Madrid y acabara la temporada jugando con el Infantil A, y tramitó su ficha en la Federación de Madrid con fecha 30 de marzo de 2006. Neymar firmaría un contrato no profesional con una contraprestación económica anual de 60.000 euros y el club correría con los gastos de la casa. Sus padres y su hermana se vendrían a vivir con él. Con todo pactado, el padre quiso añadir una cláusula más: que el Real Madrid pagara una casa, en Santos, para los abuelos valorada en 55.000 euros.

Los responsables financieros del club se negaron. “No podemos pagar más dinero por un chaval de 14 años”, zanjó quien tenía la llave de la caja. De nada valió el último intento de los responsables deportivos, conscientes de que se trataba de una joya. El chico regresó a Brasil y a los pocos días se anunciaba que había llegado a un acuerdo de renovación con el Santos a cambio de 770.000 euros de ficha y 9.000 de sueldo mensual. Años después, Neymar sénior confesó que gracias al Real Madrid había conseguido el primer millón para su hijo con tan solo 14 años.

Cinco años después, en junio de 2011, emisarios del Bernabéu volaron hasta São Paulo para intentar de nuevo su fichaje y en una caja de seguridad descansa un contrato con Neymar de seis años a razón de cinco millones de euros netos por temporada más la cesión por parte del jugador de un porcentaje de los derechos de imagen. La validez del documento solo estaba sujeta a llegar a un acuerdo con el club brasileño y el pertinente reconocimiento médico.

En julio, en París, Florentino Pérez en persona intentó sin conseguirlo sellar la negociación con el presidente del Santos, Luis Álvaro de Oliveira, con la intención de que el jugador se incorporara lo antes posible a la disciplina blanca. El Real Madrid prefería negociar antes que zanjar el asunto pagando los 45 millones de la cláusula de rescisión y volvió a intentarlo en septiembre. Nuevo viaje a São Paulo. Se incorpora a la expedición el doctor Carlos Díez y con permiso del Santos se realiza el reconocimiento médico al jugador. El Barcelona se acercó al padre del futbolista, le ofreció 37 millones de euros y Neymar acabó jugando al lado de Messi y no de Cristiano Ronaldo.

Como Neymar, también Mbappé visitó Valdebebas como niño prodigio. Zinedine Zidane, entonces asesor del presidente, fue quien cursó la invitación en persona en diciembre de 2012. Los informes que le llegaban sobre un chaval que estaba a punto de cumplir los 14 años eran extraordinarios. Ya estaba considerado como uno de los grandes talentos del fútbol francés y formaba parte del grupo de élite de jugadores de la generación del 98 que se entrenaba y estudiaba en el Instituto del fútbol de Clairefontaine.

Mbappé llegó a Madrid acompañado de sus padres y de su tío. El padre, Wilfrid, de origen camerunés, exfutbolista, en ese momento era técnico-formador en el Bondy, el equipo donde Kylian había dado sus primeros pasos. Su madre, Fayza, había sido balonmanista profesional. Con 11 años, el chico ya había estado una semana entrenándose con el Chelsea en Londres y en esos momentos varios clubes franceses ya estaban tras sus pasos: Girondins de Burdeos, Caen, PSG, Mónaco…

En febrero de 2020, en una carta publicada en The Players Tribune, el propio Kylian contaba la historia de su visita a Madrid. “Justo antes de cumplir 14 años tuve una sorpresa increíble. Mi padre recibió una llamada de alguien del Real Madrid invitándome a ir a una sesión de entrenamiento durante las vacaciones. En realidad le dijeron que a Zidane le gustaría verme. Fue como estar en la luna. Estaba desesperado por ir. Nunca olvidaré el momento en el que llegamos al centro de entrenamiento desde el aeropuerto. Zidane nos recibió en el aparcamiento junto a su coche. Nos saludamos y se ofreció a llevarme al campo para entrenar. Estaba señalando el asiento delantero como diciendo “sigue, entra”, pero me congelé y le pregunté si me quitaba los zapatos. Yo estaba pensando para mí mismo: “Estoy en el auto de Zizou y soy Kylian de Bondy. Esto no es real. Todavía debo estar durmiendo en el avión”.

Su madre, meses después, aclaró las razones de aquel viaje. “No fuimos a Madrid para saber más sobre el potencial de nuestro hijo, sino por darle una alegría. Él era aficionado del Real Madrid desde muy pequeño”. El padre apostilló: “Nos llevaron a ver el Real Madrid-Espanyol en el Bernabéu, pero lo más bonito estaba por venir. El primer día de entrenamiento Kylian fue recibido por Zidane. El Real quería a Kylian, pero teníamos menos puntos de referencia allí”. Seis meses después, el 3 de julio, el jugador firmó por el Mónaco y su padre se tomó un año sabático para estar más cerca de su hijo.

En Valdebebas, Mbappé siempre fue Kylian

En Valdebebas, Mbappé siempre fue Kylian. Así fue presentado a sus técnicos y compañeros y así aparece en la ficha de un partido de entrenamiento contra el Cadete A el 18 de diciembre de 2012. En la primera mitad jugó de extremo derecho y en la segunda parte de media punta. Zidane estuvo presente en todos sus entrenamientos. Fue asignado al cadete B, entrenado por Rubén de la Red, con Joaquín Sánchez como segundo y Juan Ángel Piñero de preparador físico. En esa plantilla, entre otros, estaban Luca Zidane y Achraf.

Desde Dubai, donde ahora ejerce de entrenador, Rubén de la Red hace memoria: “Era muy finito, pequeñito. Cuando cogía el balón destacaba por su velocidad. Era letal. Ahora es el mismo jugador que entonces. Técnicamente no destacaba tanto, se le podían marchar un poco los controles, pero con espacios generaba mucho peligro. En velocidad, en el cambio de ritmo, era muy superior a los demás”.

Joaquín Sánchez, entonces segundo técnico, recuerda que “sin saber nada de español entendía las tareas con una explicación en la pizarra”. “Las realizaba sin equivocarse. Cometía muy pocos errores. Nunca se equivocaba dos veces en la misma acción. No era especialmente combinativo, pero sí muy profundo. Era evidente su intención de llegar rápidamente al área y allí era muy difícil de defender. Sabía frenar, arrancar, acelerar, sacar una marcha más. Modulaba su velocidad. Era más atrevido que preciso. Intentaba limpiar rivales. Observador, tímido. En su mirada me daba cuenta de que sabía que aquél era un momento importante. Hay niños que saben interpretar el momento y él lo sabía. Muy ADN Real Madrid. Personalidad en el campo. Obsesión por llegar al área”.

Piñero, desde su tarea de preparador físico, también controló sus evoluciones. “Era un pajarito, finito, flacucho y muy rápido. Apenas tenía masa muscular. Las caderas altas. Es difícil de explicar cómo ese niño tan finito se ha convertido en el monstruo físico que es ahora, sobre todo en lo que corresponde al tren inferior. Hubiera sido más normal que se transformara en un Jesús Navas, pero no. En el aspecto físico su progresión ha sido aún mayor que en el plano técnico. Entonces destacaba solo por su velocidad”.

Manu Hernando, ahora jugador del Tondela de la Primera división portuguesa, estaba también en aquel cadete B y reconoce que hasta hace poco no ha sabido que aquel chaval pequeñito que se entrenó con ellos era Mbappé. “Me enteré hace dos años, que Luca Zidane, cuando estábamos en el Racing, me lo dijo. No los había relacionado. Entonces ya me acordé más de él y no me podía creer lo que había cambiado. Hice memoria y días después de su prueba comentamos entre varios compañeros que era muy bueno y nos dio un poco de pena que no se hubiera quedado… ni nos imaginábamos dónde iba a llegar”.

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