Las series ayudan a cambiar la imagen que se tiene de los inmigrantes

Nueva York, de madrugada. Los agentes de la policía de inmigración (ICE) tocan a las puertas de un apartamento en un barrio de la ciudad, dicen que están haciendo una investigación y piden entrar. Sin mayores detalles comienza una serie de arrestos de personas indocumentadas. Es 2017 y el nuevo presidente de EE UU, Donald Trump, acaba de firmar una orden ejecutiva para endurecer la política migratoria del país. Las detenciones quedan grabadas por las cámaras de Christina Clusiau y Shaul Schwarz para lo que se ha convertido, tres años más tarde, en la serie documental Immigration Nation, que se acaba de estrenar en Netflix.

El camino para llegar a la plataforma digital ha sido cuesta arriba. El Gobierno estadounidense ha intentado, sin éxito, demorar su estreno hasta después de las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre a través de técnicas dilatorias en la revisión del material. La pareja de cineastas firmó en 2017 un contrato con la policía de inmigración para tener acceso al trabajo diario de los agentes. Un permiso poco común, pero que en ese momento fue tomado por ICE como una concesión para destacar públicamente a la agencia gubernamental. El contrato detallaba que la agencia de inmigración tenía derecho a revisar el material para evitar violaciones a los reglamentos y resguardar la identidad de algunos detenidos.

Clusiau y Schwarz han contado a la prensa que la agencia intentó censurar algunas partes de la serie, a pesar de que estas no violaban ninguna de las condiciones contractuales. “Hubo un largo y desafortunado proceso de ellos tratando de cambiar editorialmente el documental y lo hicieron en una forma muy intimidante”, comentó Clusiau a Los Angeles Times. Agentes mintiendo para entrar a edificios, burlándose o grabando con sus móviles a los detenidos, son algunas de las escenas que han dejado al organismo molesto con los realizadores. Los directores creen que ICE minimizó su petición al comienzo, pero que conforme la agencia fue tomando relevancia entre la opinión pública por su papel en la detención de inmigrantes irregulares, empezaron a preocuparse por el material en vídeo. Así que los realizadores hicieron una copia de seguridad.

El documental, de seis episodios, muestra el desconcertante laberinto de la inmigración que en la mayoría de las historias termina en la deportación. Refleja el trabajo de la agencia y las opiniones de varios de sus agentes. Entre ellos no hay consenso sobre si el endurecimiento de las políticas migratorias es el camino correcto o un sendero hacia la violación de derechos humanos. En lo que sí coinciden los entrevistados es en que las redadas aumentaron de golpe tras la llegada de Trump y eso los tiene al borde del colapso. “No tenemos los recursos para manejar esto a largo plazo. En realidad no tenemos, ni para el corto plazo”, comenta uno de los agentes a la cámara.

La orden de Trump amplió las tareas de ICE, que antes solo se enfocaba en detener a inmigrantes indocumentados con antecedentes criminales, para arrestar a cualquier persona que no pudiese demostrar que vive en Estados Unidos con los documentos en regla. La agencia fue creada en 2003 y entonces apenas contaba con ocho equipos para hacer las detenciones; ahora ICE tiene 129 equipos desplegados por todo el país. “Las reglas están cambiando todo el tiempo”, cuentan los agentes en la serie.

Las historias de Immigration Nation se concentran en casos como los de las decenas de centroamericanos que cruzan la frontera con México y son detenidos por las patrullas fronterizas, muchos de ellos huyendo de la violencia y la pobreza en sus países. También están las historias de migrantes que tras décadas viviendo y trabajando en EE UU son deportados por sorpresa sin poder llevar su caso ante un juez. Así como las historias de jóvenes que llegaron cuando eran niños, que no conocen otro lugar y no tienen lazos directos en sus países de origen.

Los cineastas no han dejado escapar la oportunidad de mostrar la crisis de 2018 por la separación de las familias indocumentadas: niños y adolescentes en centros de detención, asegurados en jaulas y pasando frío y hambre. Las imágenes conmocionaron, en su momento, al mundo y la Administración de Trump tuvo que reaccionar, pero Clusiau y Schwarz decidieron entrar más a las historias personales de aquellos padres que lamentaban la ausencia de sus hijos y las de los menores que padecieron un trauma tras el encierro.

La agencia de deportaciones ha mostrado su malestar porque el resultado final muestra las dos caras de la inmigración: el verdugo y la víctima. Según los cineastas, la agencia creyó que el documental sería solo sobre los agentes y ha protestado por el hecho de que se haya dedicado buena parte a las historias de los inmigrantes. Cadenas y brazaletes electrónicos enganchados a las piernas de decenas de detenidos ponen en el espejo a la policía de inmigración. “Siempre pensé que los gringos eran buenos, pero ahora pienso ¿dónde están los gringos buenos?”, se pregunta un inmigrante hondureño en el documental.


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