De haber empezado ahora sus carreras, Eugenio, Manolo de Vega, Pepe da Rosa, Josele y Chiquito de la Calzada habrían pasado esta Nochevieja vendiendo castañas asadas delante de El Corte Inglés. Los chistes (y los cuentachistes) ya no se estilan. Corresponde a la sociología analizar por qué, pero han sido desplazados por los memes y los zascas, chispeantes e incisivos a la vez: su gracia reside en que ridiculizan y su ingenio en que vituperan sin llegar a insultar. Cachitos no es otra cosa que eso: una sucesión de memes y zascas con fondo musical. Tal vez por ello es el único programa de fin de año que cualquiera que se las dé de agudo y mordaz (de listo, vaya) puede reconocer que ha visto sin sentirse avergonzado.
Este año, el programa de La 2 dedicado a rescatar con gracejo el archivo musical de TVE ha contado con el anticipo (emitido antes de las campanadas) Santa Raffaella, un homenaje a Raffaella Carrá, fallecida este año. Genial idea: nada mejor para levantar ánimos alicaídos en tiempos de pandemia que las alegres canciones y vigorosas piruetas de la inolvidable italiana. Quizá algo excesivo en su planteamiento (“más de medio siglo en primera línea del pop europeo”, se ha llegado a decir), el especial parecía por momentos una mezcla de Moulin Rouge, Gula Gula y alguna oscura fantasía de José Luis Moreno. Las actuaciones de Ana Guerra, Soleá Morente y La Casa Azul han sido buenas, aunque dado lo aparatoso del tributo se habría agradecido la participación de más artistas conocidos fuera de la redacción de Radio 3.
Y tras el ritual de las uvas llegó el festival de los rótulos. Todo programa que se emite en estas fechas carga con la obligación de funcionar como corolario de la temporada que termina. Como no tenía nada mejor que hacer, dediqué la tarde del viernes a confeccionar una quiniela de temas y personas que a lo largo de 2021 habían dado que hablar y de los que, pese a que algunos es difícil tomárselos a broma, cabía esperar que Cachitos hiciera mofa y befa. La pandemia y su gestión, Filomena, el volcán, el precio de la luz, la inflación, Tarajal y la esperpéntica toma del Capitolio me vinieron como un rayo a la mente; en cuanto a homínidos, Miguel Bosé, Villarejo, el rey emérito y la clase política al completo se me antojaban potenciales víctimas de chascarrillos. Con la lista en una mano y polvorón en la otra, me puse a ver la tele.
Por descontado, ha habido alusiones a la erupción de La Palma, al conflicto de Ceuta, a la tarifa eléctrica y a las vacunas. En cuanto a la actualidad política, sea o no consecuencia de las críticas recibidas el año pasado (que acusaban a los guionistas de cargar más las tintas hacia un bando que hacia el otro), en esta ocasión las burlas han estado bastante repartidas. Han resonado las collejas a Errejón, a la Monarquía, a Pedro Sánchez y el Falcon, a Ayuso y la libertad en Madrid y a Carmona y su entrada en Iberdrola.
Y luego está la música. Quienes están hartos de polémicas pueden disfrutar de Cachitos obviando los letreros. No hay estilo musical que no tenga un hueco en el programa: hay pop, rock, copla, rumba, cantautores, éxitos de discoteca… Las grabaciones abarcan toda la historia de TVE, desde los años cincuenta hasta hoy. Y pese a todo, no hay saltos abruptos; las canciones se suceden con intención, siempre, eso sí, dentro de los 50 segundos de rigor. Los grupos y cantantes tampoco se van de rositas, aunque las alusiones a las hombreras y la laca pecan de previsibles.
El año que viene no podrá emitirse este Cachitos tal y como lo vimos anoche. Su encomiable apego a ciertos asuntos de actualidad le dota de fecha de caducidad, lo que no puede decirse de los programas de otras cadenas que, con otras caras y otros nombres, siguen siendo réplicas exactas de sus antecesores. En Telecinco, unos presentadores emperifollados daban paso a cantantes famosos y trucos de magia. En Antena 3 recurrían a algo tan novedoso como Tu cara me suena.
¿Cambiará algún día la Nochevieja en televisión? Dicen que el 90% de las profesiones de 2050 aún no se han inventado, pero vamos camino de que la de programador de televisión en Año Nuevo sea una de las cinco o seis que subsistan. Si estás en edad de decidir qué carrera estudiar, considera seriamente esa opción: tiene futuro y es facilísima, pues basta con repetir año tras año la fórmula que alguien acuñó en 1974.
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