Entre los símbolos nacionales de Uruguay encontramos su himno, su bandera, el pabellón y las banderas nacionales. Hoy venimos a contarte más detalles sobre su himno, que fue declarado oficial el 8 de julio de 1833. Se conoce que la letra fue compuesta por Francisco Acuña de Figueroa en 1830 y años después el autor pidió una modificación de este símbolo nacional.
Historia y estructura del himno
El mismo escritor se ofreció para crear la letra del himno de Uruguay, que acabaría representando al país hasta la actualidad, aunque su propuesta tuvo que esperar tres años en hacerse oficial para el país. En 1845 se aprobó una reforma de las estrofas originales y la realizó el mismo autor, hasta dar con la versión oficial definitiva. En esta modificación se dejaban de lado las referencias más duras a países como España, Portugal y Brasil que estaban presentes en su primera versión. Además, también agregaba la frase «Tiranos, ¡Temblad!», que acabaría siendo todo un símbolo.
La letra de la canción contiene 11 estrofas de 8 versos decasílabos y además, se agrega el estribillo de 4 versos a las mismas. Es un himno largo, por ello, solo se canta la primera estrofa y se repite dos veces el estribillo en los actos oficiales donde suena.
Si nos fijamos en la música, vemos que ha habido mucha polémica y debate sobre su autoría. Hay un consenso general que afirma que Fernando José Quijano, a quién se le atribuyó la melodía, habría creado un esbozo de la música y finalmente, Francisco José Debali, la habría orquestado y habría conseguido el carácter sinfónico y complejo que la caracteriza.
Letra del Himno de Uruguay
¡Orientales, la Patria o la Tumba!
¡Libertad o con gloria morir!
¡Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir!
¡Libertad, libertad, orientales!
Este grito a la Patria salvó
Que a sus bravos en fieras batallas
De entusiasmo sublime inflamó.
De este don sacrosanto la gloria
Merecimos ¡tiranos, temblad!
Libertad en la lid clamaremos,
Y muriendo, ¡también libertad!
Dominado la Iberia dos mundos
Ostentaba sus altivo poder,
Y a sus plantas cautivo yacía
El Oriente sin nombre ni ser;
Mas, repente sus hierros trozando
Ante el dogma que Mayo inspiró,
Entre libres, déspotas fieros,
Un abismo sin puente se vio.
Su trozada cadena por armas,
Por escudo su pecho en la lid,
De su arrojo soberbio temblaron
Los feudales campeones del Cid:
En los valles, montañas y selvas
Se acometen con muda altivez,
Retumbando con fiero estampido
Las cavernas y el cielo a la vez.
El estruendo que en torno resuena
De Atahualpa la tumba se abrió,
Y batiendo sañudo las palmas
Su esqueleto, ¡venganza! gritó:
Los patriotas el eco grandioso
Se electrizan en fuego marcial,
Y en su enseña más vivo relumbra
De los Incas el Dios inmortal.
Largo tiempo, con varia fortuna,
Batallaron liberto, y señor,
Disputando la tierra sangrienta
Palmo a palmo con ciego furor.
La justicia, por último, vence
Domeñando las iras de un Rey;
Y ante el mundo la Patria indomable
Inaugura su enseña, y su rey.
Orientales, mirad la bandera,
De heroísmo fulgente crisol;
Nuestras lanzas defienden su brillo,
¡Nadie insulte la imagen del sol!
De los fueros civiles el goce
Sostengamos; y el código fiel
Veneremos inmune y glorioso
Como el arca sagrada Israel.
Porque fuese más alta tu gloria,
Y brillasen tu precio y poder,
Tres diademas, ¡oh, Patria!, se vieron
Tu dominio gozar, y perder.
Libertad, libertad adorada,
¡Mucho cuestas, tesoro sin par!
Pero valen tus goces divinos
Esa sangre que riega tu altar.
Si a los pueblos un bárbaro agita,
Removiendo su extinto furor,
Fratricida discordia evitemos,
¡Diez mil tumbas recuerdan su horror!
Tempestades el Cielo fulmina,
maldiciones desciendan sobre él,
Y los libres adoren triunfante
de las leyes el rico joyel.
De laureles ornada brillando
La Amazona soberbia del Sud,
En su escudo de bronce reflejan
Fortaleza, justicia y virtud.
Ni enemigos le humillan la frente,
Ni opresores le imponen el pie:
Que en angustias selló su constancia
Y en bautismo de sangre su fe.
Festejando la gloria, y el día
De la nueva República el Sol,
Con vislumbres de púrpura y oro,
Engalana su hermoso arrebol.
Del Olimpo la bóveda augusta
Resplandece, y un ser divinal
Con estrellas escribe en los cielos,
Dulce Patria, tu nombre inmortal.
De las leyes el Numen juremos
Igualdad, patriotismo y unión,
Inmolando en sus aras divinas
Ciegos odios, y negra ambición.
Y hallarán los que fieros insulten
La grandeza del Pueblo Oriental,
Si enemigos, la lanza de Marte
Si tiranos, de Bruto el puñal.
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