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Lillo, atrapado en Madrid


Juanma
Lillo (Tolosa, 1965) está atrapado en su domicilio, como todos, pero en su caso en Madrid, una especie zona cero actual, con la necesidad de retornar en cuanto pueda a China para seguir desarrollando su labor en el Qingdao Huanghai, al que llevó a Superliga china. El problema es que ayer tarde se enteró de que el gobierno chino tiene previsto cerrar las fronteras mañana sábado por los casos de COVID-19 importados desde Europa.



Después del abrupto final en su experiencia japonesa, en el Vissel Kobe de Iniesta y Villa, le surgió en e agosto la posibilidad de tomar las riendas del Qingdao Huanghai, de la segunda división china, que, con sólo cuatro años de existencia, no entraba en ninguna quiniela para el ascenso. Era un reto de ocho partidos en cuatro meses, con muchos parones en medio, y Lillo lo condujo al éxito: ocho victorias que llevaron a su equipo de Qingdao, con Yaya
Touré de líder en el campo, a ser campeón y obtener su pasaporte a la Superliga. El premio añadido fue la renovación por una temporada, que llegó en el mes de enero.

“Yo pasaba por allí; me subieron a mí”, dice a MD el extécnico de la Real, que facturó de esa manera el quinto ascenso de su carrera.

Lillo retornó el pasado enero a China, que ya empezaba a ser zona cero de la crisis, pero sólo estuvo cuatro días. De allí se dirigió a Dubai con su equipo a comenzar la pretemporada. Y fue cuando se dio la suspensión sine die de la competición china por culpa del coronavirus. Así las cosas, los jugadores volvieron al país asiático y los técnicos, cada uno a su lugar, esperando novedades porque “¿cómo se entrena sin horizonte competitivo?”.

A Lillo le pillaron en China los albores de la crisis sanitaria mundial y ahora está atrapado en su epicentro, que es Madrid, donde pasa la cuarentena a pesar de que los entrenamientos se han reanudado en el Lejano Oriente. “Iré cuando pueda”, dice, si es que finalmente puede, considerando la próxima prohibición. Parte de su equipo ya está allí, pero sufrieron una odisea para comenzar a trabajar en Qingdao. Además, deben pasar otra cuarentena de 14 días. Son Dani
Acosta, Óscar
Céspedes, Erica
Hernández y Jordi
Escura, que están vigilados las 24 horas por llegar desde Europa para cumplir con lo que les exigen.

“Tengo que pasar los 14 días preceptivos en casa, y empecé el 14 ó 15 y luego encontrar las circunstancias para volar”, sostiene Lillo, que tenía planeado su viaje antes del estallido de la pandemia en España, pero el vuelo se suspendió.

“Yo ya he vivido esto en China, es mi segundo aislamiento”, reconoce el tolosarra. En Qingdao le tocó vivir el encierro en un hotel: “Empezó a vaciarse y al final parecía el de ‘El Resplandor’. Todo desértico. Y nos tomaban la temperatura al salir”.

Aquí está un poco sorprendido con la insistencia de las instituciones del fútbol en hallar un lugar en el calendario para terminar la competición: “El problema es muy grave como para pensar cuál es la fecha para los deportes”. Lamenta el hecho de que se haya “convertido lo fútil en nuclear” y no comparte aquello de que ‘el fútbol es lo más importante de entre lo menos importante’: “Lo más importante es seguir respirando”, dice.


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