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Llamamientos a reformar la legislación militar de Corea del Sur tras morir su primera soldado transexual

Byun Hee-soo en la rueda de prensa de enero de 2020 en la que pidió públicamente permanecer en el Ejército.STRINGER / AFP

Byun Hee-soo fue la única militar transexual en la historia de Corea del Sur. Durante solo dos meses: el plazo de tiempo que transcurrió desde su operación de reasignación sexual hasta que la expulsaron del Ejército en enero de 2020, por “discapacidad física o mental”. Desde entonces, había estado luchando, sin éxito, por su readmisión. Este miércoles, tras varios días sin saberse de ella, se encontraba su cuerpo en su apartamento al sur de Seúl. Tenía 23 años.

Los bomberos encontraron el cadáver después de que la persona que le prestaba apoyo psicológico llamara a los servicios de emergencia para denunciar que no tenía noticias de la joven desde el domingo 28 de febrero. Byun, según su persona de apoyo, había intentado quitarse la vida hace tres meses.

La muerte de la antigua militar ha desatado una ola de críticas en Corea del Sur y de llamamientos de reforma a la legislación, en un país aún muy conservador en materia de igualdad sexual y de género. El Ministerio de Defensa surcoreano ha expresado este jueves sus condolencias por la “lamentable muerte”.

Byun siempre tuvo claro, desde su infancia, que quería ser soldado. Tras cursar la secundaria en una escuela militar, cumplió su sueño en 2017, cuando se alistó voluntariamente en el Ejército (el servicio militar de unos 20 meses es obligatorio para los varones entre los 18 y los 28 años en Corea del Sur). Llegó a ser sargento. En noviembre de 2019 se sometió en Tailandia a una operación de reasignación sexual.

Era el primer caso que se daba de un militar en activo transexual en Corea del Sur. La legislación castrense en ese país prohíbe que las personas trans puedan alistarse. Tras la operación, el Ministerio de Defensa determinó que la retirada de sus órganos masculinos constituía una discapacidad física o mental, y un comité militar dictaminó en enero de 2020 que la joven debía ser expulsada del Ejército.

Ese mes, Byun había renunciado al anonimato y comparecido en una emotiva rueda de prensa ante los medios para contar su caso y pedir públicamente a los mandos militares que la mantuvieran dentro del Ejército como mujer. Vestida de uniforme, con gorra reglamentaria y claramente emocionada, declaró que “soy una militar de la República de Corea (nombre oficial del país)”.

Según explicó, desde niña había querido ser soldado. Pero también sufría de depresión debido a una “disforia de género”, un hondo sentimiento de que su cuerpo no se correspondía con su identidad sexual, por lo que decidió operarse.

“Quiero mostrar a todo el mundo que, sea cual sea mi identidad sexual, puedo ser uno de estos grandes soldados que defienden el país”, declaraba, mientras se cuadraba ante los periodistas que la escuchaban. “Por favor, denme la oportunidad”, suplicó, rompiendo en sollozos.

No ocurrió. En junio, otro panel rechazó su solicitud de readmisión en el Ejército. Un mes después, la joven interpuso una demanda contra la decisión, con el argumento de que era anticonstitucional. La vista sobre el caso debía haberse celebrado el mes próximo.

Según ha declarado a Reuters una amiga de la infancia de Byun, una joven que solo ha querido identificarse por su apellido Kim, la exsargento no había logrado encontrar trabajo desde su expulsión. Todas sus solicitudes de empleo habían sido rechazadas desde que dio a conocer su identidad en aquella rueda de prensa.

Apasionada de todo lo militar

“Estaba destinada a ser soldado. Era una apasionada de las cuestiones militares, lo sabía todo sobre las fuerzas armadas, no solo las tropas coreanas, sino de otros países, y trabajó muchísimo para conseguir que la readmitieran”, contaba Kim.

En diciembre, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Corea (NHRCK) declaraba que la decisión de expulsar a Byun carecía de base legal. La organización no gubernamental Centro para los Derechos Humanos de los Militares en Corea había pedido que se considerase el cese forzoso de la sargento como un caso de discriminación contra las personas transexuales.

La muerte de la joven ha desatado llamamientos para que se revise la legislación castrense. Una legislación muy conservadora que prohíbe las relaciones entre soldados del mismo sexo y, que aunque esas relaciones son legales entre civiles, castiga con dos años de prisión a quienes sean considerados culpables.

“Podíamos haberla salvado… Solo teníamos que haberle dejado vivir su vida de acuerdo con quien era de verdad”, se ha lamentado la fiscal Ser Ji-hyun, que lanzó el movimiento #MeToo en Corea del Sur al denunciar que había sufrido acoso sexual por parte de su superior. En su cuenta de Facebook, ha exigido una “ley anti-discriminación, ya”. La NHRCK, por su parte, ha rendido homenaje a la “lucha contra la discriminación y el odio” de Byun, y ha prometido incrementar sus esfuerzos para reformar el sistema.

El año pasado se propuso un proyecto de ley que prohibiera dar un trato distinto según el sexo, raza, edad, orientación sexual, discapacidad, educación, apariencia física o religión. En los últimos 14 años se ha intentado una docena de veces introducir legislación que prohíba la discriminación, aunque esas iniciativas nunca han salido adelante.

Los valores muy conservadores en materia de género y orientación sexual, con profundo peso en la sociedad, se ven reforzados por la gran influencia de las grandes congregaciones religiosas y de grupos cívicos tradicionalistas.

En la rueda de prensa en la que ha ofrecido este jueves las condolencias del Ministerio de Defensa, su portavoz adjunto, el coronel Moon Hong-sik, ha indicado que, por el momento, el Ministerio no ha abordado un debate en detalle sobre la posibilidad de revisar las leyes que impiden a las personas trans servir en el Ejército. El primer ministro, Chung Se-Kyun, ha declarado por su parte que cualquier posible reforma requerirá tiempo.


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