Llaman a reconocer, redistribuir y reducir trabajo de cuidadoras

Llaman a reconocer, redistribuir y reducir trabajo de cuidadoras

La crisis desencadenada por la pandemia del Covid-19 ha generando consecuencias sociales y económicas para toda la población, pero en especial para las mujeres, muchas de ellas estrechamente relacionadas con los cuidados.

En América Latina y el Caribe, desde antes de la pandemia, las mujeres dedicaban el triple de tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, esta situación se ha visto agravada por la creciente demanda de cuidados y la reducción de la oferta de servicios, causada por las medidas de confinamiento y distanciamiento social adoptadas para frenar la crisis sanitaria.

De acuerdo con ONU Mujeres y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la actual distribución de las responsabilidades de los cuidados es sumamente desequilibrada, recayendo principalmente en los hogares y siendo realizada mayoritariamente de manera no remunerada por las mujeres; un trabajo que, a pesar de su importancia, sigue siendo invisibilizado, subestimado y desatendido en el diseño de políticas económicas y sociales en América Latina y el Caribe.

“Las mujeres están en la primera línea de la respuesta a la pandemia (trabajadoras del sector salud, cuidadoras en ámbitos institucionales o domiciliarios); sin embargo, muchas de ellas trabajan sin protocolos ni las medidas de protección necesarias”, dice el informe Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de Covid-19. Hacia sistemas integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación.

Pese a su relevancia, señala el reporte, el cuidado no ha tenido la visibilización ni se le ha dado un rol central en las políticas públicas de la región. Esto se explica por la existencia de una prescripción cultural que establece una división de roles sociales donde la responsabilidad del cuidado se asigna a las mujeres en el ámbito familiar, consolidando una división sexual del trabajo inequitativa.

Y la pandemia del Covid-19 ha puesto en evidencia la insostenibilidad de su actual organización.

Como reflejo del estereotipo de la feminización del cuidado, en el ámbito del trabajo de cuidados remunerados, las mujeres también están sobrerrepresentadas en estos empleos caracterizados en general por una baja remuneración y condiciones laborales precarias.

ONU Mujeres y CEPAL llaman a los gobiernos de la región a colocar los cuidados en el centro de sus respuestas al Covid-19, creando paquetes de incentivos y recuperación, promoviendo sistemas integrales que aseguren el acceso al cuidado de las personas que lo requieren y garantizando los derechos a las personas que los brindan.

En el documento difundido en agosto, los organismos plantean la necesidad de Reconocer, Redistribuir y Reducir el trabajo de cuidados no remunerado asumido por las mujeres para permitir que la responsabilidad sobre este trabajo fundamental sea valorada y asumida entre el Estado, el sector privado, la comunidad, los hogares y entre hombres y mujeres.

Al considerar el cuidado como parte fundamental para el funcionamiento de las sociedades y el sustento para que las personas puedan ingresar al mercado del trabajo, es evidente que los sistemas de bienestar fueron sustentados en esta desigualdad de género que sigue vigente.

Pero los cambios económicos, sociales, demográficos y culturales, como por ejemplo el progresivo envejecimiento de la población, la diversificación de los patrones familiares, el ingreso masivo de las mujeres al mercado laboral y en otras esferas de la vida social, comenzaron a generar una crisis en la actual organización social de los cuidados que hoy se hace insostenible y que demanda, de manera urgente, una revisión de las políticas económicas y de protección social.


Mujeres y mercado laboral

Las mujeres trabajadoras remuneradas del hogar ocupan un lugar crucial dentro de la respuesta a la crisis por el papel central que juegan en el cuidado de niñas y niños, personas enfermas y en situación de dependencia, y el mantenimiento de los hogares, incluyendo la prevención del contagio del virus, sostiene el informe .

Sin embargo, y a pesar de la enorme contribución que su trabajo significa en la vida de muchas personas, también son uno de los principales grupos afectados por la crisis, entre otras razones, por la situación de precariedad en el empleo que presenta este sector, caracterizado por bajos salarios y falta de prestaciones sociales para su supervivencia y el sostenimiento de sus familias ante situaciones de despidos o reducción de sus ingresos.

La mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral ha tenido como contrapartida el que las mujeres se han vuelto más pobres en términos de tiempo: mientras incrementan su tiempo de trabajo remunerado, la carga de cuidados en sus hogares no disminuye, alerta el informe.

Además, señala, en este marco, el cierre transitorio de centros educativos y de cuidados, y la presión sobre los sistemas de salud, a la par que el tiempo y la mayor cantidad de actividades que se realizan en los hogares han incrementado exponencialmente el trabajo de cuidados, mientras se mantiene la desigual distribución de la carga que recae principalmente sobre las mujeres.

Incluso, aquellas mujeres, principalmente de sectores medios o altos, que mantienen sus empleos (teletrabajo), se ven enfrentadas a continuar trabajando de manera remunerada y lidiar con el incremento de la carga de trabajo de cuidados dentro del hogar, con las consecuencias que esto tiene, no sólo sobre su productividad sino sobre su bienestar personal.

 

En América Latina y el Caribe, dice el reporte, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un quinto de la población trabaja en sectores vinculados al cuidado de forma remunerada. El sector constituye más de un tercio del empleo femenino. Además, este trabajo muchas veces se realiza en condiciones laborales precarias, en situaciones de violencia o acoso y/o con penalizaciones en la remuneración que profundizan las brechas salariales.

Algo más de la mitad de los 126 millones de mujeres que conforman la fuerza laboral femenina en América Latina trabaja en condiciones de informalidad, lo que habitualmente implican inestabilidad laboral, bajos ingresos, falta de protección y derechos.

Muchas de las medidas que los gobiernos han adoptado para evitar la propagación de la pandemia han provocado la pérdida transitoria o permanente de miles de puestos de trabajo formales y sobre todo informales.

Incluso, los avances logrados por las mujeres podrían estar ahora amenazados por las consecuencias económicas que ha tenido la pandemia y la pérdida de empleos asociada a ella.

La sobrecarga del trabajo de cuidados no remunerado y la pobreza de tiempo de las mujeres impiden la igualdad de oportunidades, derechos y resultados frente a los hombres, en relación con la participación no sólo en el mercado laboral, sino también en la participación social y política y en el disfrute de tiempo libre. En definitiva, la sobrecarga de este tipo de trabajo sobre las mujeres limita sus oportunidades y se erige como un obstáculo para su empoderamiento económico y para el disfrute de sus derechos en igualdad de condiciones con los hombres.

Rumbo a la nueva normalidad

“La llamada ‘nueva normalidad’ implicará cambios importantes en la forma de escolarización y trabajo, dado que la infraestructura social no es acorde con las recientes necesidades de distanciamiento, generando nuevos desafíos de reorganización del trabajo productivo y reproductivo de mediano plazo, y mayores presiones sobre los sistemas nacionales de educación pública, salud y protección social más allá de la crisis”, dice el informe.

La construcción de sistemas integrales de cuidados es un factor fundamental para el logro del empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, señala, y un elemento clave para la recuperación socioeconómica al convertirse en un generador directo e indirecto de empleo y un facilitador de que otros sectores de la economía funcionen adecuadamente.

Los sistemas integrales de cuidados pueden convertirse en un verdadero motor de una recuperación socioeconómica que no deje a nadie atrás. ONU Mujeres y la CEPAL proponen reconocer, redistribuir y reducir el trabajo de cuidados.

Según el estudio difundido por estos organismos, es necesario hacer visible y revalorizar el trabajo de cuidados como un trabajo clave para el bienestar de las sociedades y para el funcionamiento de la economía, tanto como bien prestado en el seno de los hogares, como desde su consideración de sector económico de empleo decente en pleno auge; distribuir de manera más justa y equilibrada el trabajo de cuidados no remunerado y las responsabilidades domésticas entre mujeres y hombres, y apoyar y dar cobertura a las necesidades básicas del cuidado, reduciendo la carga de trabajo no remunerado que soportan desproporcionadamente las mujeres en los hogares, desde un enfoque de derechos y basándose en los principios de igualdad, universalidad y solidaridad.

 




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