El Alavés se está tomando con relativa calma este compás de espera hasta que arranque la temporada. Tiene gran parte de los deberes adelantados, con más de 30 futbolistas con contrato en vigor para el próximo curso. Por ello, el núcleo del primer plantel del curso pasado será la base sobre la que cimentar el nuevo equipo. Un total de 18 futbolistas de este bloque, al margen de los cedidos que van a regresar, están ya firmados. Entre ellos, algunos están llamados a dar un paso al frente para ganar protagonismo.
En este último grupo destaca Pere Pons. El de San Martí Vell, con 27 años cumplidos en febrero, está llamado a ser un elemento importante en la sala de máquinas de la escuadra que, salvo sorpresa, va a entrenar Pablo Machín. Tras superar su primer año de adaptación en Mendizorrotza y con el técnico soriano en el banquillo, tiene todo a favor para confirmar que puede ser un hombre referente en este equipo.
Máxima confianza
El joven centrocampista ya se había ganado un sitio en el Girona cuando Machín llegó al banquillo de Montilivi. En marzo de 2014, el soriano tomó las riendas de un equipo condenado a sufrir en la zona baja de la tabla. En un buen sprint final liguero, le salvó del descenso.
A partir de la campaña siguiente, la escuadra catalana inició su despegue. Tras dos intentos fallidos en la promoción de ascenso en las temporadas 14-15 y 15-16, en junio de 2017 logró subir a Primera División por vez primera en su historia como subcampeón de Segunda A en la 16-17.
Todo ello se produjo con Pere Pons como referente en el centro del campo. En la 14-15 disputó 40 de los 42 encuentros de liga y dos en las eliminatorias de ascenso. En total, acumuló 3.707 minutos en el torneo de la regularidad de ese curso. En la 15-16, se perdió cinco partidos de liga por una conmoción. A pesar de ello, jugó 35 de liga y los cuatro de la promoción de ascenso. Con un total de 3.457 minutos, el joven centrocampista se quedaba por segunda vez a las puertas de Primera División.
Machín y Pere Pons entraron así en una simbiosis perfecta para triunfar. El técnico le otorgó su plena confianza y encontró en él al futbolista que dinamizaba la sala de máquinas de su equipo. En la 16-17, la del ascenso, el entendimiento entre ambos prosiguió y Pere Pons continuó siendo un referente en el Girona. Participó en 39 de los 42 duelos de liga y, con 3.417 minutos, marcó dos goles.
Ya en Primera, el centrocampista siguió con plenos galones, jugando en su estreno en la élite 31 de los 38 partidos ligueros -se perdió tres por lesión- y, con 2.563 minutos, fue una de las revelaciones de esa campaña.
Tras conseguir la permanencia con su equipo, Machín abandonó Catalunya para iniciar su fallida aventura en el Sevilla. Mientras, Pere Pons siguió siendo un líder en Montilivi. A pesar del descenso del Girona, volvió a realizar una notable temporada 18-19, con 34 de los 38 duelos ligueros jugados -se perdió uno por lesión- y jugó 2.796 minutos, marcando un gol.
Salto al Alavés
En el verano de 2019, ya con el Girona de nuevo en Segunda A, el club albiazul apostó fuerte por él. La escuadra catalana recibió los cerca de dos millones de euros de la cláusula de rescisión que permitía al jugador cambiar de aires.
En el Alavés ha vivido una temporada difícil. Con un sistema de juego poco idóneo a sus características, ha derrochado disciplina y trabajo para convertirse en el primer relevo desde el banquillo utilizado por Asier Garitano. En su primer curso como albiazul ha jugado en 30 de los 38 duelos ligueros -sólo en siete como titular- y ha visto reducida su ración de minutos a menos de la mitad, con 1.083 disputados en LaLiga.
Ha variado sus características y se ha mostrado como un centrocampista con llegada desde la segunda línea. Marcó su único gol en el Camp Nou, un escenario inigualable para cualquier catalán.
Ahora, en el nuevo curso, todo apunta a que va a gozar de un entorno más favorable para triunfar. El sistema de Pablo Machín es idóneo para sus cualidades y, si el soriano mantiene la confianza que tuvo en él en Girona, será uno de los referentes. Calidad tiene para conseguirlo.
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