La derrota por goleada ante el Barça en la final de Copa solo ha venido a confirmar el bajón experimentado por el Athletic desde que eliminara al Levante en semifinales y tres días más tarde derrotase al Granada en San Mamés. Aquel 7 de marzo marcó un punto de inflexión en la trayectoria competitiva del equipo de Marcelino. Más de un mes después; los leones siguen siendo incapaces de volver a ganar un partido, han dejado escapar el tren europeo vía Liga y, lo que es peor, han sucumbido de manera estrepitosa en su doble intento de volver a ganar un torneo del KO cerca de 36 años después.
Lo del pasado sábado en Sevilla solo fue una muestra más de la descomposición del que parecía sólido bloque rojiblanco. El técnico asturiano, pese a los evidentes síntomas de que algunos de sus intocables necesitaban reposo, ha insistido en su propuesta casi siempre con los mismos jugadores y con idéntico sistema. Los leones, de esta manera, han llegado sin chispa a las dos citas más trascendentes probablemente de la temporada y con los rivales puestos.
La gestión con Iker Muniain de cara a la final frente al Barça resulta cuando menos chocante. Pronto, demasiado pronto, quedó claro que el capitán del Athletic no estaba en las debidas condiciones físicas para afrontar un envite de tanta trascendencia. El navarro se limitó a tratar de taponar su banda y apenas intervino en el juego, algo que siempre supone un lastre para el fútbol colectivo del equipo porque si el balón no pasa por su botas, todo resulta mucho más sencillo y previsible para el rival de turno.
Su cambio al descanso, con Lekue calentando desde muchos minutos antes, resultó significativo. La entrada del bilbaíno por Muniain supuso que De Marcos adelantara su posición al interior diestro y que Berenguer pasara a ejercer en el izquierdo. El siguiente movimiento de Marcelino consistió en retirar al navarro, uno de los leones que mayor sensación de poder crear peligro estaba dando, para meter a Vesga en el doble pivote y desplazar a Unai López al costado zurdo.
Esta apuesta también duró lo que duró porque fue finalmente Yuri, una de las dudas iniciales del Athletic, quien compareció a ras de césped para acabar ejerciendo de interior izquierdo. Capa y Morcillo, mientras tanto, se pasaron toda la final en el banquillo.
Otro dato a valorar, sin duda, esta doble suplencia e incluso la de Vencedor o los descartes de Sancet e Ibai porque vinieron a demostrar que el entrenador del Athletic no les perdonó a todos ellos su escasa aportación días antes en el choque de Liga frente al Alavés en San Mamés. Una situación que también se ha repetido en ocasiones precedentes con los elegidos para el doble pivote. Algunos fallos individuales de los medios centro que han supuesto goles en contra han sido penalizados por Marcelino con su suplencia en el siguiente partido.
Si no funcionó contra la Real…
Tras la derrota en la final de Copa frente a la Real hubo unanimidad en torno a que los leones habían realizado un primer tiempo digamos aseado, pero que tras el descanso habían dejado de competir. La alineación titular del técnico asturiano de aquel encuentro contra los donostiarras y la del sábado frente a los azulgrana solo varió en dos jugadores: Balenziaga entró por Yuri en el lateral izquierdo y Unai López por Vencedor en el doble pivote.
La propuesta del Athletic fue más o menos similar en uno u otro caso, aunque cierto es que contra el Barça se pasó mucho más tiempo de lo normal defendiendo cerca de su propio área. El balón no le duró nada y los intentos de aprovechar la velocidad de Williams al contraataque resultaron baldíos. Los de Koeman pasaron por encima de los leones a nivel técnico, táctico e incluso físico.
El equipo demandaba oxígeno, frescura, piernas y balón; pero todo ello y algunas cosas más brillaron por su ausencia. Un desastre
Source link