En 45 años de profesión, el dibujante António nunca había sido censurado. La racha se quebró cuando The New York Times retiró una de sus viñetas, publicada el 25 de abril en la sección de Opinión, en virtud de un contrato de sindicación de contenidos gráficos, por considerarla “ofensiva” y “antisemita”.
Un Trump ciego es arrastrado por un perro guía que se parece a Netanyahu y que lleva en el collar una estrella de David. “Es una interpretación de unos acontecimientos”, explicaba ayer el dibujante en su estudio lisboeta. “No tengo nada contra los judíos, pero sí contra algunas políticas del Gobierno de Israel. No soy antisemita, sí antisionista. Se ha hecho una lectura fundamentalista del cartoon. Hay un exceso de susceptibilidad por parte de los judíos”.
António Moreira Antunes (Vila Franca de Xira, 66 años) comenzó a publicar en la prensa portuguesa en la Revolución de los Claveles en 1974. Desde entonces ha cosechado todos los premios nacionales y casi todos los internacionales. “El cartoonismo obedece siempre a unas reglas, exageramos una historia y para entenderla utilizamos unos símbolos genéricos. Todo con el fin de bajar del pedestal a las vacas sagradas”, afirma. Los poderosos son su objetivo predilecto, frecuentemente caricaturizados con formas animalescas, pájaros, perros, monos, elefantes, leones…
La respuesta ha sido contundente por parte de The New York Times: retirada de la viñeta, disculpas a los lectores y, días después, una carta del editor, A. G. Sulzberger, donde anuncia represalias contra el responsable de la selección de la viñeta y la cancelación del contrato con Cartoon Arts International que canalizó la obra de António.
“Las reacciones de Trump y de su hijo eran predecibles, las de las redes sociales también, pero la reacción del periódico más importante de Estados Unidos no la esperaba. Creo que ha sido peor el remedio que la enfermedad”, dice el dibujante.
Se ha hecho una lectura fundamentalista del ‘cartoon’. Hay un exceso de susceptibilidad por parte de los judíos
Originalmente, su viñeta apareció el 19 de abril en el semanario portugués Expresso, donde António publica cada sábado desde 1974. El dibujo no levantó ninguna polémica en Portugal, solo después de la acusación de “antisemitismo”, el Expresso salió a defender la “libertad de expresión y de opinión” de su dibujante.
El judaísmo no ha sido su único choque religioso. Tras los colectivos judíos, son los católicos los que más se mueven para frenar la creatividad de António. “Dibujé a Juan Pablo II en 1992 con un preservativo en la nariz, sí; había realizado unas declaraciones contra el uso del condón mientras el sida se extendía. Tres semanas después un grupo ultraconservador empezó a recoger firmas para que mi viñeta se discutiera en el Parlamento. Reunió 28.000 firmas cuando su objetivo era el millón”.
El islamismo también ha sido criticado por António. “Tras los atentados contra Charlie Hebdo participé en debates con líderes de la mezquita de Lisboa y estuve en contra de sus posiciones. Dibujé viñetas contra los atentados, pero en otras estoy a favor de los palestinos. No son temas incompatibles”.
António no ve con optimismo su profesión. “Está amenazada por dos fenómenos, uno es la corriente de lo políticamente correcto. Nuestra razón de ser es la contraria, tenemos que ser exagerados, absolutamente incorrectos para mostrar la realidad desde otro punto. La segunda amenaza es la crisis de la prensa. Cuando hay que cortar gastos se empieza por los dibujantes, cada vez se publican menos viñetas en los periódicos”.
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