El candidato Gustavo Petro participa en una reunión esta semana.

Lo que le falta a Petro para llegar a la presidencia de Colombia

El candidato Gustavo Petro participa en una reunión esta semana.
El candidato Gustavo Petro participa en una reunión esta semana.DPA vía Europa Press (Europa Press)

Ahora mismo no hay encuesta en Colombia que no dé a Gustavo Petro en primer lugar. Las realizadas en las últimas dos semanas coinciden no solo en el orden, sino en la distancia que le saca al segundo. Está unos diez u once puntos por delante de ‘Fico’ Gutiérrez, su rival por la derecha. Pero todos los sondeos coinciden también (desde antes, de hecho) en la considerable distancia que separa a Petro de la presidencia. Nadie le da más de un 37%, y la media está en un 35%. Sin ese 15% que falta hasta la mitad más uno de los votantes, que con la participación de la primera vuelta de 2018 equivaldría a casi tres millones de votos extra, no habría victoria.

La campaña petrista ha insistido en varias ocasiones en la posibilidad de ganar en primera vuelta, algo que Colombia no ve desde los resultados arrasadores de Álvaro Uribe a principios del milenio. Pero ese 15% extra tendría que salir de algún lado en las siete semanas que quedan hasta el 29 de mayo. Y la tasa de crecimiento del candidato se estabilizó desde inicios de marzo. Aparte del 25% que está con Fico a día de hoy, prácticamente inaccesible para cualquier izquierda y más aún para la que representa Gustavo Petro, sus fuentes de crecimiento potencial son, por este orden: actuales indecisos o indefinidos (casi un 19%), votantes del centrista Sergio Fajardo (10%), del populista Rodolfo Hernández (otro 10%), y de candidatos menores (2-3 puntos adicionales).

Los no definidos no solo son la fuente más abundante sino también la más evidente. Pero primero hay que restarles una cierta cantidad de posibles votos blancos, nulos o abstencionistas finales. Para ello se puede emplear la cifra media de las primeras vueltas en 2014 y 2018: 5,6% entre blancos y nulos. Si se lo restamos a ese 19%, ni siquiera aunque Petro lograse absorber el total de la indecisión alcanzaría la ansiada victoria en primera vuelta, una hipótesis en cualquier caso poco probable.

Aquí es necesario hacer una aclaración metodológica: las encuestas en Colombia se realizan entre aquellas personas que se considera probable o muy probable que voten. Pero podría suceder que varias de ellas decidieran quedarse en casa ese día. Esto es especialmente plausible en una elección polarizada para quien aún no ha tomado una decisión entre ambos polos. Pero aún ni sustrayendo a la totalidad del electorado indeciso (manteniendo ese 5,6% de blanco y nulo) y repartiendo los votos restantes de manera proporcional llegaría Petro más allá del 40% o 41%. Esta cifra es similar a la que resultaría de asumir que los indecisos se van a terminar repartiendo de manera proporcional a quienes ya han decidido el voto.

Petro, pues, necesita ganar voto de los otros candidatos. Paradójicamente, lo que más le puede ayudar a ello es el crecimiento de su rival directo, algo que ya se está produciendo. Fico está logrando concentrar todo el voto de derecha, y también le apunta a absorber del centro (o al menos del centro-derecha) con decisiones como la definición de su fórmula vicepresidencial. En la medida en que Gutiérrez logre crecer, Petro también hará más convincente su argumento de ser la única alternativa viable a la herencia conservadora del actual Gobierno.

¿Pero cuánto puede hacer suyo de ese cuarto restante que ahora parece repartido entre Fajardo, Hernández y Betancourt? Esta pregunta resulta mucho más difícil de responder. La manera más prosaica de aproximarlo es observando qué tal le fue a Petro la última vez que se vio en la tesitura de absorber voto ajeno. Fue en la segunda vuelta de 2018. Entonces se quedaría en un 41,8% de los votos. Curiosamente, una cifra muy parecida de la derivada de los ejercicios de simulación de reparto de la indecisión antes realizados.

Los datos a día de hoy coinciden en señalar un techo para Gustavo Petro de alrededor del 42% que ya obtuvo en 2018. La paradoja es que la primera vuelta en su dinámica actual va camino de ser casi como un simulacro de elección final debido al crecimiento de Gutiérrez, que es el principal acicate para que votantes de centro o centro-izquierda se suban al carro de Petro. Es decir, la dinámica polarizadora favorece a los dos extremos relativos del espectro político actual de Colombia, pero hasta ahora cuando esto ha sucedido la balanza ha acabado decantándose hacia la derecha. Así, la oportunidad de Petro podría ser también su condena, salvo que logre romper ese techo que le retiene a siete u ocho puntos de la meta final.

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