Loles León: “Ser considerada un ‘sex symbol’ es lo mejor que le puede pasar a una exhibicionista como yo”


De forma discreta y sin hacer mucho ruido, Lolés León (Barcelona, 1950) ha participado en tres de los mayores éxitos de las pantallas en 2020. Ha sido la suegra que desencadena el drama en Padre no hay más que uno 2, la película más taquillera del año en España; ha retomado el papel de Menchu Carrascosa en La que se avecina, una serie de televisión que lidera las audiencias desde hace 12 temporadas, y ha sido jueza en una de las ediciones más entrañables de MasterChef Abuelos, la nueva variante de un talent show que arrasa desde hace casi ocho años.

León ha hecho el camino que va desde uno de los locales más locos que se recuerdan en la Barcelona de finales de los setenta, el Cúpula Venus –un lugar de cabaré libre y desinhibido que marcó época–, hasta la alfombra roja de los Oscar (no una vez, sino dos). Fue parte del séquito de Pedro Almodóvar cuando el director viajó a Los Ángeles tras ser nominado a la mejor película de habla no inglesa en la edición de 1989 por Mujeres al borde de un ataque de nervios, una de las cintas que le dieron ese distintivo título de chica Almodóvar que existe de forma más cualitativa que cuantitativa: se aplica igual a una protagonista absoluta que a una secundaria robaplanos. Es el caso de Loles: aunque sus papeles fuesen de reparto, a veces incluso anecdóticos, dejaron frases que seguimos recitando hoy, por ejemplo, cuando nos interrumpen el desayuno (”El café puede esperar, ¡he desayunado mucho yo los últimos años!”). A partir de ahí, la intérprete pasó a ser uno de los rostros más demandados del cine en España. Una de esas secundarias de oro –ha llegado a estar nominada en tres ocasiones a los Goya en esa categoría– cuya presencia es equivalente al calor del hogar.

En un 2020 en el que el cine español tuvo que esquivar los continuos cierres de salas y las limitaciones en aforos impuestas por la pandemia, los premios de la industria quisieron reconocer a aquellas películas que tuvieron la valentía de llegar hasta las salas a pesar de la incertidumbre. Los CYGNUS, al cine solidario y de valores, han recompensado el papel de Loles León en su último largometraje y la han distinguido como mejor actriz. “Estoy muy contenta de recibir este premio porque nunca me hubiese imaginado que por Padre no hay más que uno 2 me dieran este reconocimiento. Vale, estoy muy bien y la película es deliciosa y familiar, pero no me esperaba un premiecito, ¡y aquí lo tengo!”, admite la intérprete en conversación con ICON.

¿Cómo está viviendo esta época que nos ha tocado? Ah, pues muy bien. La llevo muy bien porque yo me cuido mucho y cuido mucho a los demás. No salgo para nada y estoy solamente pendiente de los trabajos. Voy a ellos cuando me llaman y vuelvo a casa. No hago cenas, no hago fiestas y no hago todas esas reuniones que había antes.

Su última película, Padre no hay más que uno 2, ha sido la más taquillera de 2020 en España. En un año en el que tantos estrenos se han quedado por el camino, ¿quiere decir esto que quien no arriesga no gana? Fue Santiago [Segura] el que tomó esa decisión, porque hubo un momento que se dudó. Yo estaba deseando que se estrenara la película porque tenía muchas ganas de que la vieran los niños para distraerse un poco del confinamiento y todo. Nunca ha estado tan acertado, porque fue una maravilla. Además, los cines son los sitios mejor preparados para después del confinamiento, con sus aires, su distancia de seguridad, los geles y todo. Le mandaron mensajes de todos los cines y todos los pueblitos para darle las gracias a Santiago por su gesto y por su ayuda. Fue una ayuda para todos, porque se llenaron.

¿Cree que la coyuntura de los últimos meses puede favorecer al cine que venga o todo lo contrario? El cine tiene su público. El domingo pasado fui a ver yo esta película deliciosa de Robert De Niro, Tommy Lee Jones y el otro, que no me acuerdo [La última gran estafa]. Es una película maravillosa. Fuimos a los Renoir, los cines de Plaza de España, a la primera sesión, y cuando salí estaba todo el cine lleno. Yo creo que esto es una leyenda urbana que tienen el cine y el teatro, que se la pusieron no sé cuándo y que no se la quitan de encima, madre mía. Como te pongan una etiqueta no hay quien te la quite. Mira nosotras, ¿quién nos quita la etiqueta de chicas Almodóvar? Pues lo mismo con eso de que al cine no va gente. Es mentira, las salas están llenas y tienen su público, como todo en la vida. Hay gente también que va mucho al museo, ahora porque no se puede, pero hay público para todo. El cine está muy bien ahora porque apetece mucho ir y un país tiene que tener su películas, seguir estrenando y seguir produciendo. Si no, se queda debajo de la nieve.

Ahora que menciona a las chicas Almodóvar, ¿es usted nostálgica? Pues no, no soy nostálgica porque… no sé, no lo soy. Estoy siempre pensando en el futuro, en el presente y mirando hacia adelante. Ahora ya, en el presente porque no sabemos nada con este bicho y no sabemos si va a haber futuro o no. No soy nostálgica, no añoro nada, a lo mejor momentos, pero procuro no pensarlo. A mí me gusta el presente y vivirlo.

¿No hay ninguna época desde que empezó en los setenta que recuerde con más cariño que otras? A ver, recordarlas… Yo no me olvido porque tengo mucha memoria, que para eso soy actriz, y como no tenga memoria vamos mal, pero tampoco me quedo colgada de los recuerdos. De todas formas voy a estrenar un espectáculo con un poquito de recuerdos también para el verano.

¿En teatro? Sí, en teatro.

¿Algo autobiográfico? Sí, un poco. Revisando la vida, pero no nostálgicamente, alegremente. Hay que dar alegría.

Y en esa revisión, cuando mira atrás, ¿hay alguna cosa que hiciera en los ochenta y noventa que vea imposible repetir hoy? Pues yo creo que no, ¿no? ¿A qué te refieres, al destape?

No, porque usted llega al cine después. Pienso en películas como ¡Átame!, por ejemplo. Ah, sí, evidentemente es posible que ahora con el #MeToo y todas estas cosas pues no lo sé, pero se siguen haciendo películas de todo, aunque no sean comedias. De secuestros, pues eso, fascistas, feministas y yo qué sé. Esta pregunta no te la sé responder. Yo creo que, ahora mismo, lo que hace falta es que se pueda hacer cine porque los estamentos no están por la labor y un país tiene que tener su cine, si no se queda helado.

Otro ejemplo: en una de las crónicas de EL PAÍS sobre su llegada a los premios Oscar en 1989 solo se menciona una pelea [la de Pedro Almodóvar y Carmen Maura] y los vestidos que llevaban las actrices. Es una forma de contar las cosas que tal vez levantaría hoy las cejas. Pues no me acuerdo si la he leído. ¡Mándamela! Yo creo que nosotras abrimos esa forma de vestir. A partir de ahí fue cuando las americanas se modernizaron en moda porque iban todas vestidas… Nosotras íbamos de Sybilla, Manuel Piña y todos los creadores. Yo iba toda de silicona, de Joaquín Blanco, y teníamos aquí las mejores agujas, los mejores modistos, las mejores ideas, los mejores creadores. Y ellas todavía iban con los vestidos esos de pastel, de boda. Cuando llegamos nosotras dijeron Qu’est-ce que c’est? con todas las virguerías, ¿qué es esto? Nos fotografiaron a todas y nos copiaron. A Rossy y a mí nos fotografiaron, que éramos las más modernas de todas. Las más. Y a partir de ahí ya empezó la moda en ese mundo. Nosotros llevamos la moda española al mundo. Lo vio todo el mundo. El planeta entero ve los Oscar. Allí es cuando nos vieron que éramos excepcionales y extraordinariamente diferentes a todo lo que había en ese momento, los burruños, los lazos y las tonterías esas que llevaban.

¿Diría que la decepcionó lo que se encontró allí? Sí, en moda sí, porque iban un poquito antiguas. Nosotras éramos poderosísimas entonces. Bueno, ya nos lo dijo Pedro a Rossy y a mí: “Vosotras sois modernas desde que nacisteis”.

Almodóvar volvió a llamar, después de años, a Carmen Maura para Volver y a Julieta Serrano para Dolor y gloria. ¿Cree que es el momento de que la llame a usted? Pues claro que sí. A ver si hago de Dolores Fuertes de Amor y entonces me lleva a mí. Y me llamo Dolores. Porque como está con los nombres de mujer… Pues a ver, no sé, fuera cachondeo, yo creo que si él tiene que llamarme, lo hará. Y si no quiere, pues no me llamará, como lleva todo este tiempo y no pasa nada. Hay vida después de Almodóvar.

Y después de Trueba y después de Aranda. Bueno, Vicente Aranda se ha muerto, si no me estaría dando… Aranda me ha dado todo, todo.

¿Con qué otros le gustaría probar si tuviera la oportunidad? El que me gusta ahora y con el que me gustaría trabajar es con [Juan Antonio] Bayona. Me encanta.

Pues está haciendo la serie de El señor de los anillos. Pues mira, a mí que me de un monstruito de esos que se convierten en árboles o en cosas que den mucho por culo. Si quiere, de mala o lo que sea, pero que me dé algo. Yo se lo he pedido y él me dijo: “Ay, sí, venga, yo te sacaré muy guapa”. Le respondí que no, que no hacía falta. “Dame un dinosaurio pequeñito y ya me conformo”. Pero me gustaría mucho trabajar con él. Porque, además, Bayona empezó conmigo, ¿eh?

¿Ah, sí? Pues eso. Pero no, no te lo voy a contar, no te lo voy a contar. Son cosas para mi show, nene. A ver si te vas a creer tú… No digo nada. Solo te he dejado el dato para que te intrigues, pero nada más.

Ha estado nominada tres veces a los premios Goya como secundaria. Justo hoy se hubieran leído las nominaciones [la charla entre ICON y Loles León tuvo lugar el pasado lunes], pero no ha podido ser por el temporal. ¿Cree que podría repetir este año? No lo sé, cariño. Puede ser, pero no tengo ni idea porque esto de los Goya, después de la tercera nominación, yo ya dije: ‘Huy, qué jaleo hay aquí’. No me pirro por estas cosas, luego subes allí y no sabes qué decir. Estoy mucho mejor en el patio de butacas.

De hecho, nunca ha faltado a la gala. Se diría que la gente espera con más ganas a las actrices veteranas que a las nuevas. Pero tenemos que dar cabida a todo. Tienen que venir las generaciones que están esperando, con ganas, con deseo de estar donde tienen que estar. Hay público para todos, cabemos todos. Mientras tengas memoria. Cuando te falte la memoria, ya veremos. Yo, como siempre, cuando me necesitan a mí me gusta mucho ayudar y, si necesitan que vaya a echarles una mano con las presentaciones y todo, eso pues lo hago. Encantada.

Siempre se ha caracterizado por hablar con mucha libertad y sin tapujos sobre temas que no se tratan habitualmente en entrevistas. Pero voy a seguir un poquito tranquila, ¿eh? Llevo una temporada que estoy callada. Hablamos del premio, del cine, de Padre no hay más que uno 2, pero no hablo de nada más, cariño. Estoy muy tranquila. Las nuevas generaciones no solo vienen a hacer su trabajo y a estar, también a hablar. Que hablen. Yo he hablado mucho ya. Calladita estoy más mona. Fíjate, estoy más delgada y todo.

Durante años, sobre todo en los noventa, fue considerada un sex symbol. ¿Cómo lo vivió entonces? No, yo he sido siempre sex symbol. En los setenta, en Barcelona, también lo era. Yo me he sentido muy bien siempre porque he sido muy exhibicionista y sigo siéndolo. A las exhibicionistas, cuando nos consideran sex symbol y ves que gustas, es lo mejor que nos puede pasar, mejor que los premios. Así que he estado feliz, no he echado en falta nada más y siempre me he cuidado mucho. Yo me he gustado mucho siempre. Me he gustado y he querido gustar a la gente, al público en general. Me siento muy bien conmigo misma, me siento plena conmigo misma. Como Simone de Beauvoir. Estoy muy bien, estoy estupenda. No necesito nada más que que se vaya el virus y ya. Yo he sido siempre muy desinhibida. Eso te da mucha libertad, no solamente corporal, sino mental y espiritual. Siempre. Y por eso tienes un buen carácter y luego estás tranquila. Todo te viene bien, amas al mundo y a toda la gente porque estás plena.

¿Siempre ha estado de tan buen humor? Me recuerda a Verónica Forqué, que apareció hace poco en una entrevista en televisión declarando que era feliz y que estaba en paz con el mundo. En estas edades, cuando empezamos tan jóvenes y hemos tenido una vida tan intensa, hay que parar también a disfrutar y a sentirte bien. Sentir y hacer lo que tu cuerpo y tu mente te pide. Y ahora mismo, ¿qué nos pide? Pues estar bien, con buen humor. ¿Sabes qué pasa? En las circunstancias tan difíciles que estamos viviendo, el sentido del humor es muy importante, importantísimo, para que no te quedes ahí hecha una albondiguilla. Tienes que seguir sintiendo, seguir jugando y seguir riéndote. Haciendo lo que se puede.

Pero ha pasado algunas épocas malas de trabajo. Yo tengo trabajo desde hace tiempo y viene bien. He hecho ese programa tan maravilloso con los abuelos [MasterChef Abuelos]. Estoy loca de contenta con mi Miren Ibarguren como Yolanda Morcillo [en La que se avecina], la reina del brillo, y somos una familia estupenda y un terremoto. Me lo paso muy bien. Yo tengo ahora momentos muy buenos en los trabajos. Está bien porque, ¿sabes qué pasa? Cuando eres joven, en realidad, estás un poco más estresada y un poquito más acelerada, pero ahora toca ya reflexionar y tranquilizarte. Hacer cosas buenas, cosas más tranquilitas.

Precisamente en MasterChef estuvo la pasada Navidad como jurado invitado y la gente pidió en redes sociales que fuera usted la tercera jueza para siempre. ¿Se ve haciendo algo así? Sí, me convertí en trending topic porque la gente pedía unas cosas que digo: “Huy, madre mía, no sé si me las van a dar”. Sí, sí, estaría dispuesta a aceptarlo, claro que sí. Lo que pasa es que esto es complication. Pero no importa, si hacen otra iré encantada.

A lo largo de su carrera no ha tenido nunca problema en ir a un programa o a otro, incluso a algunos de esos que nadie admite que ve y disfruta. Pues no lo sé, yo no me acuerdo ahora, me han llamado de tantos… No sé, a alguno habré dicho que no, pero si no voy es por algún motivo, o sea porque a mí me gusta estar bien tratada económicamente. Yo te doy mucha calidad, pues quiero lo mismo. Esto es un trueque, tú dame calidad de caché que yo te doy calidad. Y no te preocupes, tu programa te va a funcionar. Esto a los productores les cuesta muchísimo verlo. Se niegan a verlo porque es su oficio, también. Yo lucho contra eso. Pero es que siempre estamos igual. Desde que tengo uso de razón estoy luchando por la igualdad. Nosotras ya hemos dejado unas huellas. Que las pisen, pero bien pisadas.

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