El 28 de marzo se cumplen 50 años de la primera final de fútbol femenino en Catalunya. Barça y Espanyol se enfrentaban por el título de la Copa Pernod -patrocinada por la marca de vermut- en un Camp Nou con 30.000 espectadores. Las pericas se alzaron con el título (1-2) en aquella matinal de 1971.
La denominada Penya Femenina Barcelonista que entrenaba el mítico Antoni Ramallets jugaba con Llansà, Trullas, Ros, Merche, Marisa, Blanca, Cárdenas, Lolita, Inmaculada, Gasull, (Luisa) y Estivill (Corta) en el once titular. Precisamente Lolita Ortiz nos ha abierto las puertas de su casa en el Paral·lel de Barcelona para recordar aquel histórico partido, rodeada de álbumes de fotos y recortes de periódicos de la época que guarda como un tesoro.
“Fue muy bonito porque para nosotras era el primer torneo que jugábamos -junto al Espanyol, Sant Andreu y Sabadell– después de nuestro debut. Quiero recordar que fue Imma Cabecerán la gran impulsora de todo esto”, señala Lolita.
Ciertamente, la exjugadora Imma Cabecerán fue quien tres meses antes había logrado formar el primer equipo femenino del Barça cuando, tras convencer al entonces presidente Agustí Montal, puso un anuncio en la Revista Barcelonista para crear un equipo femenino. Reunió a varias jugadoras para debutar en el Camp Nou el 25 de diciembre de 1970.
Tres meses después, ya se jugaba el primer torneo de la historia tras seguir sus pasos otros equipos catalanes. “Tuvimos el apoyo de mucha afición en las gradas. Nos venían a animar, aunque también se escuchaban muchas tonterías”, relata la pionera, quien admite que tuvieron que superar las trabas del machismo y las enormes limitaciones de la época.
“Algunos nos decían que si jugábamos no podríamos tener hijos, pero yo ya era mamá entonces y de hecho mi hija era como ‘la mascota’ del equipo’. También nos decían que el balón era peligroso por si nos impactaba en el pecho, pero yo pensaba que es más peligrosa una pelota de hockey o de tenis, ¿no?”, se cuestiona la excapitana del Barça.
“También nos decían que el fútbol era poco femenino y que era una tontería… Ahora ves a las actuales jugadoras y piensas: ¡caray!”, exclama.
Lolita Ortiz ya había jugado a balonmano cuando leyó aquel famoso anuncio en el que se buscaban futbolistas mujeres para crear un equipo femenino en el Barça. Se presentó a la prueba junto a otras mujeres deportistas o “avanzadas a su tiempo”, como ella misma las define. Todas ellas llegaban atraídas por vestir el escudo del Barça.
Por fortuna, en su caso no tuvo que luchar contra la desaprobación de su familia sino todo lo contrario, ya que sus padres siempre la apoyaron: “Cuando llegué a casa le dije a mi padre: ¿sabes quién nos entrena? El Gato de Maracaná. ¡No fotis!, me contestó él”, recuerda con gran orgullo.
De entrada, no tenían entrenador, así que Agustí Mon
tal recurrió a Ramallets, quien aceptó encantado el reto. “Le llamábamos ‘señor Antoni’ porque le teníamos mucho respeto”, apunta. Al primer llamamiento vinieron muchas candidatas, pero poco a poco se fue seleccionando a las idóneas para configurar el equipo que se llamó Selección Ciudad de Barcelona y después pasó a ser la Penya Femenina Barcelonista.
Aquel grupo llegó a viajar a Austria, Montecarlo y Niza para diversos amistosos. Las ayudaban cediendo la equipación y los campos de entrenamiento y sobre todo avanzaban gracias al tesón y la fe de personas como Carme Nieto, Núria Llansà o Maria Teresa Andreu -quien después formó parte del Comité Femenino de la Federación Española, Catalana y de la UEFA-.
Todas ellas abrieron camino a esta nueva generación de jugadoras en el Barça que hoy en día ya pueden ser profesionales de pleno derecho y que pasean su talento por toda Europa: “Me dan envidia sana y me siento muy orgullosa porque pienso que todo esto lo iniciamos nosotras. Y lo siguieron después las que vinieron detrás, que tampoco hay que olvidarlas”, concluye Lolita Ortiz.
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