Mary Donaldson, nacida en Australia y princesa real por su matrimonio con Federico, heredero de la corona danesa, cumple este sábado 50 años. Dinamarca es una de las monarquías más antiguas del mundo, y aunque la soberana, Margarita, disfruta de altos índices de popularidad, su nuera ha conseguido dejar su sello. Madre de cuatro hijos —los príncipes Christian, Isabella, Vincent y Josephine— Mary será reina consorte cuando su esposo ascienda al trono. En las entrevistas que ha concedido estos días con motivo de su cumpleaños, ha compartido emocionada una frase de su madre, Henrietta, fallecida en 1997. Le dijo: “Solo puedes ser tú misma”, y el consejo la ha ayudado en momentos difíciles. “Lo he recordado cuando tenía la sensación de que podía perder mi personalidad”, ha admitido en una charla con la revista Eurowoman Magazine. La confesión es significativa, ya que muy pocas veces ha hablado en público del dolor que le causó perder a su progenitora a los 25 años.
La fiesta del 50 cumpleaños de la princesa será privada, pero una exposición ya abierta al público en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Frederiksborg repasa su trayectoria personal y familiar. Es la hija menor de John Dalgleish Donaldson, un catedrático escocés de matemáticas que emigró a Tasmania con su esposa, Henrietta Clark Horne. Tiene dos hermanas y un hermano, y en su tierra natal se licenció en Derecho y Comercio. Cuenta además con sendos certificados de posgrado en Publicidad y Mercadotecnia. Como sucedió con la reina Máxima de Países Bajos, nacida en Argentina, que aprendió enseguida la lengua neerlandesa, Mary de Dinamarca domina el danés, y el esfuerzo es muy apreciado. La muestra cuenta con un retrato oficial, pintado por el artista español Jesús Herrera Martínez. En la tela, aparece sentada y vestida de blanco sobre un fondo donde se recorta la silueta de un eucalipto, especie nativa de Australia.
Mary y Federico se conocieron por casualidad en el año 2000 durante los Juegos Olímpicos de Sídney. Ella tenía 28 años y él, 32. Ambos acudieron una tarde al mismo bar, aunque en el grupo del príncipe figuraba también Felipe de España, su primo hermano, Nicolás de Grecia y la princesa Marta Luisa de Noruega. Un año después, la revista danesa Billed Bladet publicó la primera foto de la desconocida joven australiana. En 2003, la pareja se mostró por fin en público. Durante esos años, la prensa del corazón danesa señaló con insistencia que la reina Margarita hubiera preferido otra novia para su heredero. El tiempo ha jugado a favor de la princesa. “Nadie debe verse limitado por su origen o lo que posee. La cohesión de la sociedad danesa es fuerte en muchos aspectos. En la igualdad de oportunidades, por ejemplo, pero todas las personas tienen derecho a sentir que forman parte de la sociedad. Los vulnerables y los que están solos no deben ser olvidados, y se precisa un esfuerzo común para buscar soluciones sostenibles”, dice Mary, en la misma entrevista.
Como otras princesas o reinas consortes europeas, hace hincapié en los asuntos que le parecen más urgentes, y la salud materna y los derechos de las mujeres en materia sexual y reproductiva, así como los de la comunidad LGBT+ figuran en la suya. “Creo que todos tenemos derecho a ser quienes somos al margen de la identidad de género o la orientación sexual, y quiero prestar mi voz a esta causa”, asegura, en otra entrevista, publicada el miércoles por el rotativo Financial Times.
Para sus nuevos retratos oficiales, se ha vestido de organza azul bordada con pedrería, un modelo firmado por el diseñador danés Lasse Spangenberg. Su marido lleva uniforme de gala. La Casa Real, por su parte, ha presentado en las redes sociales una foto de la princesa. Aquí se ha puesto un traje pantalón de terciopelo malva, y luce una parte del aderezo de rubíes que perteneció a la reina Ingrid, abuela de su esposo. Heredado por el príncipe Federico como parte de las denominadas joyas de pasar, no puede salir de la Casa Real y se compone de tiara, pendientes, collar, pulsera y broche. Es una de las joyas que más se pone, porque la tradición de la monarquía incluye la pompa y las joyas. Pero opina lo siguiente sobre el lugar que ocupa ahora: “La monarquía existe en el tiempo y en la sociedad de la que forma parte, y los daneses son progresistas, innovadores y libres de pensamiento. Cómo se progresa, depende de la personalidad de los miembros de la familia real, y por supuesto, de la gente entre la que viven”.
A pesar de la buena sintonía con la sociedad danesa, los príncipes herederos han tropezado también con algunas inversiones. En 2020, el Parlamento les pidió explicaciones tras conocerse que poseían desde hacía una década un chalé en Suiza del que no habían informado. La pareja alquilaba además la casa, situada en la localidad de Verbier, a través de una inmobiliaria y se embolsaba el dinero. Dejaron de hacerlo. Dos años después, la princesa dice que la vida de una familia real contemporánea no tiene secretos. “Se trata de estar al tanto de lo que ocurre en la sociedad y de escuchar”.
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