E. Jean Carroll llega a la sede del tribunal federal, este miércoles en Nueva York.Stefan Jeremiah (AP)
La defensa de Donald Trump ha anunciado este miércoles que no llamará a declarar a ningún testigo para refutar el relato de E. Jean Carroll, que acusa al expresidente de haberla violado en un probador de unos lujosos almacenes neoyorquinos en los años noventa. El caso podría quedar visto para sentencia la semana próxima, tras poco más de dos semanas de presentación de pruebas y alegatos. Mientras los abogados del candidato republicano a la reelección en 2024 parecen tener claro el veredicto de inocencia, aumenta la polémica sobre los principales argumentos utilizados contra la denunciante: que haya dejado pasar tanto tiempo desde lo sucedido y que, en su momento, no gritara ni opusiera resistencia a la supuesta agresión sexual. Una nueva etiqueta, #Ididntscream (Yo no grité), hace fortuna en las redes y, a la vez que difunde casos de otras agresiones silenciosas, se solidariza con Carroll.
Joe Tacopina, que dirige el equipo de abogados de Trump, ha comunicado al juez que preside el juicio civil que el experto con el que la defensa contaba no puede testificar por motivos de salud, informó este miércoles la cadena NBC News. Además del experto citado, estaba previsto que declarase el propio Trump, pero también ha declinado hacerlo, según confirmó Tacopina. “Es su decisión”, respondió el juez.
Al tratarse de un juicio por lo civil, el republicano no afrontaba una posible condena de cárcel, y el hecho de que renuncie a la defensa parece indicar que, de todos los procesos en su contra, este es el que menos le inquieta. Hace un mes, fue imputado formalmente de 34 delitos por silenciar con dinero su relación con una actriz de cine porno. Se le investiga también por su intento de revertir el resultado electoral de las presidenciales en Georgia en 2020, por llevarse material clasificado de la Casa Blanca a su residencia privada de Florida y por su papel en el asalto al Capitolio por parte de una horda trumpista en enero de 2021. El juicio por presunta violación, además de añejo, era el último de sus desvelos.
Trump ha negado siempre las acusaciones de Carroll de que la violó en un probador de los lujosos almacenes Bergdorf Goodman de Manhattan, a mediados de los noventa, calificando las afirmaciones de la mujer de “engaño y estafa”. Carroll le ha demandado por agresión y por difamación, acusación que él rechaza por considerar que dijo la verdad sobre el carácter de la denuncia. El argumento de la defensa del magnate, a quien también se investiga por irregularidades en sus negocios, se basa en el tiempo transcurrido desde los hechos. Carroll, columnista de éxito en revistas de moda y actualidad y a la que el trauma de la agresión ha impedido desarrollar una vida afectiva normal, según dijo en el juicio, ha afirmado que nunca denunció el ataque a la policía porque se sentía avergonzada y porque sabía que tenía todas las de perder frente a adversario tan poderoso. No fue hasta 2019 cuando, inspirada por la fuerza del movimiento MeToo, de denuncia de abusos sexuales por parte de hombres poderosos, se decidió a hablar.
Presentó la denuncia en diciembre del año pasado, después de que una ley recién aprobada en Nueva York permitiera a las víctimas adultas de delitos sexuales presentar demandas civiles durante un año, incluso aunque el delito hubiese prescrito, como en el caso de Carroll. Ello invalida el argumento de prescripción que enarbolaba la defensa.
Los abogados de Carrol han llamado a declarar a dos mujeres, una de ellas también víctima sexual del magnate. La primera, amiga de Carroll a quien esta contó lo sucedido en el probador, lo ha hecho este miércoles; la segunda, que reveló una agresión sexual en 2016, el año en el que Trump ganó las elecciones presidenciales, testificará mañana. Carroll solicita una indemnización, cuya cuantía no ha revelada, por daños y perjuicios.
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SuscríbeteRevictimización de las mujeres
La falta de gritos en el interior de la cabina donde supuestamente se produjo la violación ha hecho correr ríos de tinta. Durante las jornadas previas, la demandante se encaró con Tacopina después de que este le preguntara, de un modo bastante recriminatorio, por qué no había gritado. “No me pueden dar una paliza por no haber gritado”, dijo Carroll al abogado. Una de las razones por las que las mujeres no denuncian, prosiguió, “es porque siempre se les pregunta eso: ¿por qué no gritaste?”. La escritora, que se había mostrado imperturbable hasta ese momento, se emocionó. “Se lo digo”, dijo al abogado alzando la voz, “¡me violó tanto si grité como si no!”, según la declaración recogida por el diario The New York Times.
Minutos después de ese interrogatorio, empezó a aparecer en las redes sociales un hashtag (etiqueta) en su defensa: #Ididntscream, mediante el que víctimas de agresiones compartían sus propias historias de silencio paralizante. Más de cinco años después de que arrancara el MeToo, la pregunta por la falta de resistencia, física o verbal mediante gritos, continúa interpelando y acosando a las víctimas, en lo que abogados y activistas denuncian como un doble escrutinio moral y un ejemplo de revictimización de las mismas. El caso de Carroll es una nueva prueba de ello.
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