Los alumnos de Bachillerato Internacional culminan este mes su particular selectividad

Quedan menos de cinco minutos para las 8.30 de la mañana. Germán Delgado, coordinador del Programa de Diploma del Bachillerato Internacional (BI) del Colegio Internacional San Francisco de Paula de Sevilla, abre una caja fuerte y saca un paquete de exámenes sellados en una bolsa azul. A continuación, los distribuye por las 40 mesas dispuestas en dos aulas de los alumnos que esta mañana de miércoles se examinan de Literatura. La hoja para hacerlo es especial y espera en los pupitres. A las 8.30 los chavales de segundo de Bachillerato comienzan a leer las preguntas. Este ritual se repite exactamente a la misma hora ―en función de los husos horarios― y con el mismo protocolo en los más de 3.600 centros repartidos en todo el mundo, que imparten este tipo de enseñanza que cada vez está siendo más demandada por los alumnos y que está muy reconocida por las universidades de mayor prestigio.Esta modalidad ha ganado notoriedad en los últimos meses porque es la que el año que viene cursará la princesa de Asturias.

El Bachillerato Internacional se fundó en Ginebra en 1967 y comenzó a implantarse en España en 1977. En la actualidad, 164 centros (43 públicos, 10 concertados y 111 privados, según los datos ofrecidos por la organización del Bachillerato Internacional) imparten el Programa del Diploma, el curso dirigido a alumnos de 16 a 19 años que tiene dos años de duración y que se imparte en inglés, español y francés. 3.838 alumnos lo están cursando este año en España. Mayo es el mes en el que los estudiantes se examinan, es su particular selectividad, el colofón a un período de aprendizaje muy exigente y muy distinto, en cuanto al sistema de enseñanza y método de evaluación, al currículo del bachillerato ordinario.

“Estamos contentos, ahora nos quedan dos asignaturas, con dos exámenes por cada una y como son de nivel superior son un poco más complicados”, explica Lucía Fernández, de 17 años, minutos después de terminar el examen de Literatura. No puede desvelar el contenido. “Me metería en problemas”, señala sonriendo, en otro ejemplo de los distintos protocolos que se incluyen en el BI. Esta asignatura es un ejemplo de la diferencia entre el método de aprendizaje de este sistema, que prima la indagación, la reflexión y el pensamiento crítico sobre la mera memorización. “No sabemos qué texto puede caer, son desconocidos y de lo que se trata es de poner en práctica los métodos de análisis y el resto de mecanismos y herramientas que hemos ido desarrollando en estos años”, cuenta Ángel Rodríguez, otro estudiante de BI, de 18 años, junto a Lucía.

El hecho de que la mayor parte de los centros que imparten este bachillerato sean privados o concertados —de los 3.640 del mundo, 1.605 son públicos― o que haya recuperado notoriedad porque es la modalidad que el año que viene cursará la princesa de Asturias, ha hecho crecer la impresión de que se trata de una educación elitista. Germán Tenorio, tutor y corrector del BI en el Colegio Internacional San Francisco de Paula, un centro privado, subraya que lo que marca la diferencia es la excelencia académica. “Cada vez hay más centros públicos que están incorporando el Programa Diploma y hay listas de espera para cursarlo lo que demuestra que existe un interés real por el gran potencial con el que salen los alumnos”, señala. Desde la Organización del BI en España reconocen que su meta es ir incorporando más centros públicos en el próximo curso y destacan el interés de algunas comunidades, como Andalucía, por incorporar este bachillerato en al menos un instituto público por provincia.

“La oferta de BI es un plus a la hora de las matriculaciones en nuestro centro”, recalca Laura Domingo, coordinadora de este programa en el IES Lucas Mallada de Huesca, el único centro público de Aragón que imparte este bachillerato desde 2002. “Esto significa que no hay discriminación económica en el acceso, garantizando que no existe exclusión derivada de la extracción social del alumnado”, abunda.

Alumnos comprometidos

El compromiso de los alumnos con su formación sí marca la diferencia en este tipo de bachillerato. “Yo tengo el ejemplo en casa”, señala Lucía. “Mi hermano mellizo no pudo con la presión del BI y cambió al normal, pero con mi mentalidad como alumna y para lo que yo aspiro, el Diploma es lo que más se asemeja a lo que quiero hacer y siento que las estrategias que he aprendido me van a acompañar en la Universidad y el resto de mi trayectoria”, añade.

Adrián Muñoz se examinó de BI en el Lucas Mallada en 2019. Tiene 20 años y está estudiando el doble grado de Economía y Matemáticas en la Lancaster University, en Reino Unido. “Cursar el Diploma ha sido determinante para mi futuro”, asegura. Muñoz destaca que “el aprendizaje independiente y la experiencia investigadora ofrecen las pautas principales para cualquier carrera universitaria”. El contenido académico se revisa cada cierto tiempo adaptándolo a las nuevas necesidades laborales.

“Este programa es muy exigente, los estudiantes, además de las asignaturas, tienen muchas otras cosas que hacer, como la monografía, que les ocupa de 30 a 40 horas adicionales de su tiempo. Esto hace que los alumnos que no tienen capacidad y dinámica de trabajo, si no desisten, la acaben desarrollando, pero el que esté más enfocado a estudiar para un examen va a tener más dificultades”, sostiene Tenorio. Ese salto es menos vertiginoso en los centros que tienen implantado el IB en Infantil (PEP) y Primaria (PAI), un ciclo completo que en España solo ofrecen 20 centros, entre ellos el de la capital andaluza. Muñoz, con su experiencia de exalumno, enfatiza: ”El problema fundamental no es que las capacidades intelectuales sean desiguales, sino que la mayoría de los alumnos estén dispuestos a aceptar una mayor carga de trabajo teniendo otras opciones”.

“Esto es una carrera de fondo de dos años que implica desarrollar muchas habilidades y cualidades: organización, resiliencia, paciencia, ilusión, humildad, voluntad, compañerismo… Cuando logran llegar al final del camino no hay palabras para describir su satisfacción”, remarca Eduardo Marsó, tutor y corrector de BI del Lucas Mallada. A más de 1.000 kilómetros, Lucía y Ángel corroboran esa descripción. “Es una sensación de orgullo, de ver que hemos sido capaces de cumplir con cosas que igual al principio me daban miedo”, coinciden.

Formación específica de profesores y recursos

En esa carrera de fondo el acompañamiento de los profesores es esencial. Ellos no son solo los examinadores y el vínculo que se crea entre ellos y los chavales, sobre todo en la elaboración de las monografías, es muy especial. “Algunos son amigos de verdad”, dice Lucía. “Lo más importante de esta metodología es que el docente va cediendo el protagonismo al alumno que es el que indaga y busca las respuestas, debe darle más autonomía y eso difiere de la metodología tradicional y por ello el profesor debe recibir obligatoriamente una formación específica”, señala Peinado.

Esa formación de los docentes y los recursos son esenciales a la hora de garantizar el correcto desarrollo de las necesidades que implica este sistema de enseñanza y eso sí puede condicionar su implantación. “Un estudiante puede sacar un 10 en Ciencias en la Selectividad sin haber pisado un laboratorio, el Diploma exige que los alumnos realicen 60 horas de investigación y prácticas en laboratorios, y eso conlleva disponer de estas instalaciones, el material y profesores preparados”, indica Tenorio. En el caso del IES Lucas Mallada distintos convenios con el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento y la Diputación de Huesca, les permite tener un marco financiero estable.

Lucía y Ángel, con la vista puesta en la última semana de pruebas, ya sueñan con estudiar el año que viene Medicina en Madrid. Muñoz sigue con su carrera en Reino Unido. Los primeros están convencidos de que las herramientas aprendidas en estos dos años van a ser determinantes en su futuro. Muñoz lo está comprobando.

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