El veneno continúa empleándose, sobre todo en cotos de caza y en terrenos agrícolas y ganaderos, para acabar con depredadores como el zorro. Para atajar esta práctica prohibida y el empleo de métodos de caza no selectivos (cepos o jaulas trampa) en los que puede caer cualquier animal, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil pone en marcha cada año el operativo Antitox. Los agentes localizaron en 2019 los cadáveres de 120 animales, un 70% más que en 2018, entre los que hay especies protegidas como un lince ibérico, un águila imperial, varios milanos reales y cinco buitres negros, además de una docena de buitres leonados.
En las 298 inspecciones realizadas, el Seprona ha incautado 47 cepos envenenados y 66 kilos de productos tóxicos, y se han topado con 1.628 artilugios de caza no selectivos prohibidos (trampas como cepos), casi el doble de los 876 localizados en 2019. Como resultado, se han abierto 175 infracciones administrativas y 37 penales, con 28 detenidos o investigados. La Guardia Civil atribuye gran parte de este éxito a las patrullas caninas.
“Cada año pensamos que va a ser difícil superar al anterior, pero ocurre”, ha indicado el capitán Esteban de Diego en la presentación de los resultados del operativo. Los animales muertos por envenenamiento son muchos más, pero no se detectan, advierte el Ministerio para la Transición Ecológica. Aunque la Guardia Civil no desvela a cuánto puede ascender esa cifra, el informe El veneno en España (1992-2013) de las oenegés SEO/BirdLife y WWF, presentado el año pasado, indica que en ese periodo se envenenó a 18.503 animales, “cantidad que podría llegar a los 185.000, ya que, según las especies, entre el 85% y el 97% de los ejemplares no se encuentran”. De Diego ha destacado la complejidad con la que se enfrentan en este tipo de investigaciones “sin testigos y en zonas aisladas”.
Dentro de las actuaciones destacadas en 2019, se encuentra una en Toledo en la que los agentes hallaron trozos de carne con sustancias tóxicas. Tras inspeccionar terrenos y fincas cercanas, aparecieron cadáveres de especies en peligro de extinción. En Ciudad Real, el Seprona halló 12 buitres leonados muertos en un radio de apenas 150 metros. Se intoxicaron tras alimentarse con el cuerpo de un galgo en el que se encontró el foco del venero. En la misma provincia, también aparecieron cinco buitres negros en una zona aislada por intoxicación secundaria (al alimentarse de un animal que estaba a su vez envenenado).
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