La noche más propicia para las fantasía fue la más dura para el ‘Niño Maravilla’, dolido en cuerpo y en alma. Los Celtics, con una naturalidad asombrosa, humanizaron a Luka Doncic (95-124) y le señalaron con una elocuente e hiriente vehemencia cuál es su problema, ese que subyace en la sombra cuando sus virguerías, barbaridades, locuras y demás reinan por encima de todo y de todos: su equipo de colaboradores en la causa por el anillo, hoy por hoy utópica como refrendó el mejor equipo de la NBA ahora mismo.
Agotado, porque el coste de una semana de tres actuaciones de 60, 51 y 50 puntos tiene que salir de alguna manera, tocado del tobillo, paralizado ante el inquebrantable plan defensivo de Boston, el esloveno se resignó a quedarse en 23 puntos -con un exiguo 8/23 en lanzamientos y un 0/6 en triples-, 9 rebotes y 3 asistencias en su segunda anotación más baja de lo temporada y, además, a ser ‘bajado’ a la tierra de tal manera que, entre ofuscación ofensiva y debilidad defensiva, suyo fue el segundo peor más-menos de Dallas, un -20 tras el -23 de Spencer Dinwiddie.
Pero, como malos días los tienen hasta los más prodigiosos genios, lo peor no fue eso, sino lo ‘otro’: se vio solo. Sirva como prueba irrefutable de la desoladora soledad del esloveno las cifras de asistencias de uno y otro: 15 de Dallas -sólo 4 en la primera parte-, 29 de los Celtics. El siempre cuestionado espíritu de equipo de los Mavericks, en número rojos. Un final de Navidad sin nada de generosidad para el base. Se le vio no sólo dolido, sino del todo superado por las circunstancias. Le duele el baño de realidad, aunque ya sabía que Boston no es como ninguno de los siete equipos contra los que Dallas había celebrado siete victorias seguidas, Lakers, Rockets, Spurs y Timberwolves entre ellos.
La suficiencia de los Celtics -sin necesitar que sus dos estrellas dieran lo mejor con Tatum quedándose en 29 tantos y Brown en 19- fue tan imponente, cautivadora. Tanto, que la conversación entorno a la que parecía girar el partido -el debate por el MVP entre Jayson Tatum y Luka Doncic con Nikola Jokic aferrándose al trono-, quedó silenciado. Fue más esta vez un debate más de equipo que de jugadores.
Tatum cumplió, y vaya si cumplió, firmando el ‘0’ un triple-doble de 29 puntos, 14 rebotes y 10 asistencias-, pero, con una serie de tiros tan discreta como la del esloveno -8/22 y algo mejor en el perímetro con un 2/8-, 13 de sus puntos llegaron en un último cuarto en la que ya no había nada que hablar, con 65-89 para los de Joe Mazzulla y Doncic ya en el banquillo. Aunque sus jugadas entre ellos dejaron, apagado Luka, más atenuado de lo normal ‘Jay’ ninguno de los dos potenciales MVP se vistió con sus mejores galas la noche de Reyes. Y a Nikola Jokic le gusta esto.
“Simplemente jugamos contra el mejor equipo de la liga”
“Simplemente perdimos contra el mejor equipo de la liga”, se justificó el entrenador de Dallas, Jason Kidd. “Puedes mirar y ver cómo juegan. Compartieron el balón, ejecutaron su plan de partido, hicieron muchas cosas. Tenemos que ser capaces de hacer tiros y, si no los hacemos, descubrir cómo jugar un poco mejor en defensa”, explicó Kidd tras el encuentro en declaraciones recogidas por ‘The Dallas Morning News’-
La naturaleza de Boston, de este portentoso roster que ha diseñado Brad Stevens -porque la discusión también va de qué trabajo de despachos ha sido mejor-, le permite defender con una naturalidad y una sencillez llamativas a Doncic. Con esa tamaña exuberancia de jugadores atléticos, acompañada de unos conceptos que los verdes juegan de memoria, los Celtics no tienen que complicarse porque pueden cambiar en todos los bloqueos, no deben recurrir a la compleja ingeniería táctica que tanto desfigura a los demás equipos, y hasta se puede permitir el lujo de no sacrificar casi nunca ningún jugador con defensas dobles. Nada al azar, no debe rezar ni esperar a que los demás ‘mavericks’ tengan un ‘mal día’.
Como en el anterior partido -125 – 112 en el TD Garden-, le propusieron a Luka, que acepta cualquier reto sin rechistar, que ganara él solo el partido porque de ninguna de las maneras le iban a mandar dos defensores a la vez para que encontrara al compañero libre. Y la verdad es que los muchachos de Joe Mazzulla lo bordaron: el esloveno se quedó en 3 asistencias, la marca más baja de la temporada y en casi un año. Tres pases de canasta casi echados a perder con 4 pérdidas. Por lo menos en Boston pudo ‘realizarse’ en lo individual el ex del Real Madrid con 42 puntos, 9 asistencias y 8 rebotes. Esta vez, ni eso.
Todos, en una defensa en zona, propusieron duros duelos individuales a Doncic en unos Celtics que lo volvieron a cambiar todo en los bloqueos: Al Horford, Tatum, Robert Wiliams y hasta el ‘pequeño’ Derrick White (1,93 ante los 2,01 y la mayor envergadura de Doncic). Sam Hauser fue el único en el que el esloveno y también Christian Wood cuando se quedaba con él en el cambio pudo encontrar una mina de oro. No lo dudó Mazzulla: 8 minutos y banquillazo, salvo 2 al final con el asunto finiquitado. Y poco pudo hacer en el poste el esloveno, el único punto donde atrajo con más o menos frecuencia dos hombres pero siempre listos los demás para saltar al perímetro. El primer cuarto, con un claro 29-20 para Boston ya adivinaba lo que iba a pasar.
De entre todos, un poco más espléndido Marcus Smart que los demás, orientando el Mejor Defensor del año pasado al base a conducir a la izquierda -donde es algo menos hábil-, y conteniéndole también en el poste. Tener ‘pequeños’ como Grant Williams y sobre todo Smart tan poderosos en la defensa del poste permite también a Boston colocar a hombres más grandes en la parte delantera de la zona para que Doncic no saque provecho de su envergadura para hacer eso de llevarse al defensor al poste o tirar desde fuera.
Los Mavericks, tras la primera pausa de un Doncic dolido del tobillo, amagaron con jugar con el base más al margen del balón -eso que tanto echan de menos-. Pura apariencia, porque el esloveno, aun en un magullado estado físico, acabó con un bestial uso de balón -porcentaje de jugadas del equipo acabadas por el jugador en cuestión-, del 45%, el más alto de la temporada. Lo poco que hicieron los demás -18 puntos de Dinwiddie, 15 de Hardy, 12 de Wood y 10 de Powell más un 23% en triples-, le abocaban a ello. Kemba Walker, al que se trajo precisamente para descargar al esloveno tras no salir bien lo de Campazzo, sólo jugó 2:25 minutos.
Pero no sólo fueron mucha defensa los Celtics, sino también mucho ataque. No tuvo el día más lúcido Tatum, pero es que Boston es mucho más que el ‘0’. Además, para pegar la estocada final al esloveno, sacó toda la tajada que pudo de su debilidad defensiva, más acentuada cuando a principios del tercer cuarto se vio con cuatro faltas. Dejó alguna buena acción sobre su rival por el MVP pero los de Mazzulla dejaron al descubierto sus dificultades como defensor perimetral, ‘partícipe’ Doncic del buen 37% en triples de los verdes (16/43).
El mejor ataque de la NBA, al margen de lo mucho que obtuvo en transición con los malos tiros de Dallas -38% en lanzamientos-, tiró de su amplia zona para derruir la zona de los Mavericks entre fugaces circulaciones, cortes desde la cabecera, continuaciones desde la línea de tiros libres y recursos para finalizar como los lanzamientos flotantes. Sumaron también en dobles dígitos Marcus Smart (15), Malcolm Brogdon (15), Grant Williams (12) y Derrick White (10).
Todo ello representó lo que son ahora los Celtics en comparación con los Mavericks, la abundancia más allá de su estrella contra la escasez de Dallas, la riqueza como equipo frente a la pobreza de los Mavericks. No todo puede gravitar entorno a las dosis de inspiración de Doncic. El plan ‘monoDoncic’ es insostenible.