Los ciclistas, felices en una Vuelta sin patrón

Valverde, al frente del pelotón, el domingo, camino de Formigal.
Valverde, al frente del pelotón, el domingo, camino de Formigal.Kiko Huesca / EFE

La Vuelta no tiene patrón porque ninguno de los más fuertes quiere serlo. En la Vuelta, donde el riesgo tiene premio, son un torrente estrepitoso los chicos del Movistar, y también los del Ineos, los del Jumbo, todos los que en el Tour más que ciclistas libres se sienten mulas de noria, dando vueltas sin destino al mismo ritmo día tras día, y, liberados, sin tácticas de equipo fuerte que ahogue al resto, sin miedo a perder un puesto en la general o hasta en la clasificación de metas volantes, sin canalización y si el frío lo permite, todos actúan guiados por su instinto ciclista, que es variado, por su temperamento, y Carapaz, tan fuerte como en el Giro, le guiña un ojo a Amador, que solo necesita cariño, y los dos, sin más ayuda, transforman el descenso de Cotefablo en una película de horror para Roglic, y la etapa del domingo ya es un caos, un sálvese quien pueda a rueda del ecuatoriano, que es el más fuerte, o lo parece, de los más fuertes.

“Y así seguirá siendo la Vuelta”, advierte desde Vitoria el primer lunes de descanso Alejandro Valverde, que al lado de los jóvenes Marc Soler y Enric Mas, los que de su equipo luchan por la victoria final, habla casi como un maestro Jedi, sabiduría pura. “Ahora dicen los del Ineos, después de ganar el Giro con Tao, que es mucho más bonito el ciclismo de ataque”, dice el murciano de los 40 años, los cinco hijos y las 128 victorias, y cumplirá más años y tendrá más hijos, quizás, pero no le angustia, afirma, no pasar a 129 victorias. “¿Qué cambiaría?”, dice. “Pero volviendo al Ineos, a mí también me gusta el ciclismo de ataque, pero son precisamente ellos y el Jumbo, con equipos tan fuertes, los que hacen imposible atacar en el Tour. Pero el Giro y la Vuelta siempre han sido otra cosa”.

La tendencia a la locura de la Vuelta la acrecientan este 2020 de fechas tardías que a los ciclistas de antes les recuerdan a la Vuelta de abril, la fecha en que se corrió hasta hace 25 años, el frío y el recorrido salvaje. En los primeros seis días de carrera solo hubo un sprint, y en las restantes cinco los favoritos enseñaron su patita, unos días unos otros días otros. A la carrera le quedan programados 12 días, y los más optimistas hablan de tres sprints, dos etapas de fuga sin importancia y siete de lucha de los mejores en lugares como Orduña y sus descensos (martes 27), Moncalvillo (en la sierra de Cameros, miércoles 28), Farrapona y Angliru sin espectadores que empujen a los de la grupeta en la Cueña les Cabres al 23%, para el sábado 31 y domingo 1 de noviembre, todos los santos, respectivamente, en la montaña asturiana, la contrarreloj mixta del martes 3, 31 kilómetros llanos y los dos del muro de Ézaro, y la Covatilla salmantina el sábado 7. “Todos los días será una clásica del norte”, advierte Valverde, y repite Mas, quinto en la general, a 1m 7s de Carapaz, y lleva solo unos meses en el Movistar y parece que lleva toda la vida con ellos, y no paran de reírse y hacer bromas, niños felices o asustados. “Con este tiempo todos los días se marcarán diferencias”, dice el mallorquín, al que el frío justamente paralizó en Formigal. “Ya vimos el domingo la que se montó en una bajada solamente. Vamos a ir clásica a clásica, como dice Alejandro, día a día”. Y Marc Soler, a su lado, en dupla goleadora. “Cada día se van a marcar diferencias”, dice el catalán, séptimo, a 1m 42s. “Un día uno otro día otro, y se está viendo que Richard, que corrió en el Lizarte, como yo, es el más favorito”.

“Y yo veo a los dos en el podio”, resume Valverde. “Y sin política de bloques, repito, la Vuelta es mucho más divertida”.

Y se divierten tanto dentro del pelotón, y pasan tanto frío, añaden, que a veces ni se enteran de que no hay público en los puertos ni en las llegadas, dicen. “Pero esto tiene que ser así”, subraya Soler. “No podemos relajarnos con la pandemia. Tenemos que dar ejemplo y todos tenemos que seguir las normas”.

Lo mismo piensa, claro, Javier Guillén, el director y único patrón de la Vuelta, que también piensa que hay que ir día a día y no tiene ninguna preocupación por los resultados de los cientos de pruebas PCR y de antígenos que se han efectuado a las burbujas principales de la carrera entre el domingo y el lunes. “Las pruebas al nivel dos, el de trabajadores de la Vuelta en contacto con el pelotón, no han tenido ninguna incidencia”, informa. “Y la UCI [Unión Ciclista Internacional] no informará de los resultados de las realizadas a los equipos y corredores hasta el martes por la mañana, pero creo que si hubiera habido alguna incidencia ya lo sabríamos, pues los equipos habrían procedido rápidamente a sus protocolos de aislamiento, y no nos consta ninguno”.

Guillén está en contacto permanente con las autoridades de las comunidades por las que tiene que pasar aún la carrera, muchas de las cuales, como Euskadi, La Rioja o Asturias, han activado cierres perimetrales de sus fronteras y también entre sus ciudades. “Ninguna nos ha dicho que no podamos entrar o movernos por su territorio porque entienden que nos movemos con el aval del Gobierno central, como ha subrayado explícitamente el presidente de Asturias, Adrián Barbón, en un discurso”, explica el director de la carrera. “Y, como ha dicho también, vamos por un motivo profesional. Somos una empresa y los ciclistas son trabajadores. Nadie se plantea ahora cerrar empresas de transportes ni prohibir el movimiento de camiones, o cerrar cualquier otro tipo de empresa”.


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