Los contagios en España se disparan con casi 21.000 nuevos casos de covid-19 en un día

Policías belgas multan a dos ciclistas por violar el toque de queda, este martes en Bruselas.
Policías belgas multan a dos ciclistas por violar el toque de queda, este martes en Bruselas.THIERRY ROGE / ZUMA PRESS / CONT / Europa Press

Resuenan con fuerza los tambores de toque de queda para combatir la covid-19. Al menos, en Madrid. Con una incidencia acumulada de 448,72 por cada 100.000 habitantes en 14 días y casi dos semanas de cierre perimetral en la capital y otras ciudades de la comunidad, el Ejecutivo regional ha admitido este martes que estudia pedir al Gobierno central que declare el toque de queda tras el estado de alarma, que decae el sábado en la región. Se trataría de prohibir las salidas a la calle a partir de las doce de la noche y hasta la mañana siguiente —en París y otras ciudades francesas se hace desde las nueve hasta las seis— para reducir la interacción social. Lo que falta por saber es de qué instrumento jurídico se servirán para restringir un derecho fundamental como es la libre circulación y si esta medida irá acompañada de más directrices para frenar la curva epidémica. Los epidemiólogos aseguran que el toque de queda ayudará a restringir la movilidad y la interacción social, pero no deja de ser una medida más. Hay que acompañarla, agregan, de más restricciones e incluso endurecer ese toque de queda para bajar una curva tan alta como la de Madrid.

“En el fondo, todas las medidas tienen el mismo sentido, aunque se haga de distintas maneras: reducir la interacción social y preservar la actividad productiva y escolar. Con el toque de queda, evitas reuniones y botellones. Cortas reuniones sociales en jardines o en la playa. Y lo pones a las 12 de la noche para dejar que los restaurantes sirvan cenas”, señala Salvador Peiró, epidemiólogo de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana. Aunque el uso del toque de queda siempre se había limitado a contextos o situaciones puntuales de guerra o violencia en un territorio, la pandemia ha dado un nuevo motivo para emplearlo: cortar la interacción social, el principal factor de riesgo para infectarse. “En este caso no es un toque de queda militar. Es como un confinamiento a partir de las 12 de la noche”, matiza Peiró. Francia lo decretó la semana pasada en París y la región capitalina de Île-de-France, Grenoble, Lille, Lyon, la metrópolis de Marsella y Aix-en-Provence, Rouen, Saint-Étienne, Toulouse y Montpellier. Bélgica también tiene un toque de queda entre la medianoche y las cinco de la madrugada. El Gobierno y los alcaldes de Lombardía han pedido al Ejecutivo italiano que lo imponga en toda la región entre las once de la noche y las cinco de la madrugada.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una rueda de prensa en La Moncloa. En vídeo, Illa estudia la posibilidad de implantar un toque de queda en toda España.(FOTO: EFE | VÍDEO: EPV)

Los expertos consultados coinciden en que un toque de queda ayudaría a limitar los contactos sociales. “La noche es el momento más difícil para ver si la gente cumple o no las medidas. Además, estamos más cansados y estamos menos en alerta para cumplir nuestras obligaciones. También es más frecuente el consumo de alcohol y eso nos puede despistar respecto al cumplimiento de las medidas de protección. Estar a favor del toque de queda dependerá de los indicadores epidemiológicos. En el caso de Madrid, con esas cifras, por supuesto que es bueno. Todo lo que podamos añadir para reducir las interacciones sociales y los contactos, es bueno”, valora Julián Domínguez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph). Peiró añade, además, que un toque de queda “facilita la actividad de los que tienen que vigilar” el cumplimiento de las medidas, como la policía o incluso, los padres, que saben que sus hijos se tendrán que quedar en casa.

Medir la efectividad de la medida, no obstante, es complejo. “Es difícil porque hay muchos factores que pueden influir. Aunque está claro que cuando se producen restricciones de movilidad, se reducen las infecciones. Como ocurre con el resto de restricciones”, apunta Domínguez. En cualquier caso, coinciden los epidemiólogos, el toque de queda tiene que ir acompañado de otras medidas restrictivas para que tenga un impacto importante sobre la curva epidémica. “La estrategia es reducir contactos entre personas. Todo el día, a todas horas, en todo momento. Las medidas tienen que ser complementarias. El toque de queda es una más, pero hacer solo esto, igual que pensar que el coronavirus solo sale por la noche, no tiene sentido. Es el momento para que se reduzca todo un poco”, zanja Peiró. “Hay una combinación de medidas que tienen que ser tomadas. Lo fundamental es reducir espacios donde convive gente con baja protección y para esto puede servir el toque de queda, que también implicará el cierre de la hostelería. La otra vía es volver a la fase 1 de la desescalada [con franjas horarias para salir, reducciones de aforo al 30% en locales comerciales, bares al 50% con servicio solo en terrazas y prohibición de salir de la provincia, entre otras medidas] en Madrid y propiciar un semiconfinamiento. Y todo ello sería complementario a un confinamiento perimetral en la capital”, valora Daniel López-Acuña, exdirector de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el caso de Madrid, insiste Domínguez, el toque de queda debería empezar antes incluso. “Con estas cifras tan elevadas, tendría que restringirse lo más posible. Que se aumente el horario del toque de queda porque de medianoche a seis de la mañana sería bastante limitado. Me sigue pareciendo poco. Con estas cifras, los niveles de rastreo ya están bloqueados o sobrepasados. Cerrar quizás a las once, adaptándose a los horarios europeos, podría ser mejor”, apunta el experto. Coincide López-Acuña: “Yo optaría por un horario más temprano, toque de queda a partir de las diez de la noche. De lo que se trata es de reducir estos momentos de interacción social y la gente tendría que adaptarse”. El portavoz de la Sempsph agrega, además, que hay que potenciar la actividad al aire libre, dar más información y educación sanitaria y mejorar la agilidad administrativa y normativa.

Lo que no acaban de ver claro los epidemiólogos, sin embargo, es volver al cierre perimetral por áreas sanitarias dentro de la ciudad de Madrid. “Yo no le veo sentido porque la interacción y la movilidad entre zonas es absoluta. La gente se mueve y trabaja a distancias enormes en Madrid”, sostiene Domínguez. “Si Madrid piensa volver a las restricciones por áreas sanitarias, segregando unas sí y otras no, se equivocará una vez más. Hay que reducir la interacción en toda la comunidad y tiene que haber medidas uniformes en toda la capital. Lo central es restringir la interacción dentro de Madrid”, concluye López-Acuña.

Interrogantes jurídicos

Pese a sus beneficios sanitarios, la aplicación del toque de queda tiene delante un muro jurídico importante. El propio consejero de Sanidad madrileño, Enrique Ruiz Escudero, admite que para aplicar esta medida “hay que tener una cobertura legal que no tiene la Comunidad de Madrid y tendría que ser una decisión del Gobierno de España”. Los expertos consultados admiten que la falta de una normativa adaptada a la realidad de la pandemia complica la puesta en marcha de este tipo de medidas sin pasar por el estado de alarma. “El toque de queda es una medida propia de estados excepcionales, como el de alarma o el de sitio. Sin aplicar el estado de alarma, se está forzando la legislación ordinaria hasta hacer que sirva para lo que quieras”, advierte Alberto López-Basaguren, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco.

El jurista avisa de los riesgos de recortar derechos fundamentales, como ya ha sucedido con los cierres perimetrales, basándose en una ley ordinaria (la de Salud Pública, por ejemplo) que no está preparada para ello. “Estamos cayendo en una aberración que es que las comunidades adopten medidas que se han restringido a situaciones de estados excepcionales. No se ha hecho una reforma de la legislación y el coste en seguridad jurídica es muy grande”, lamenta. López-Basaguren insiste en que recurrir a jueces ordinarios para aprobar la restricción de derechos fundamentales basándose en leyes ordinarias “era comprensible al inicio de la pandemia, pero no siete meses después”.

La falta de una normativa adecuada, coincide Peiró, puede poner en riesgo la lucha contra el virus. “La Ley de Salud Pública es una ley que se pensó para confinar individuos, casos sueltos, no para la situación que tenemos ahora. Y esto crea muchos problemas según la interpretación de cada juez. Esto te obliga a ir por detrás del virus muchas veces y no te permite poner medidas”, señala. La Comunidad de Madrid tampoco ha explicado qué fórmula jurídica distinta del estado de alarma podría usar el Gobierno regional o el Ejecutivo central para activar el toque de queda.

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