El Atlético de Madrid está muy pendiente de la situación de Diego Costa. El delantero colchonero no está en su mejor momento anotador. El futbolista se vacía en cada partido, la pelea, la brega y el trabajo no se le discuten, pero está reñido con el gol. Y eso no sería un gran problema si no fuese porque él es el delantero centro referencia del Atlético en este momento.
“Cada uno sabe de la importancia de lo que transmite en el campo. Muchos jugadores llevan el brazalete de capitán pero no necesariamente tienen que ser esa referencia que son otros jugadores. Yo sé lo que transmito. Sé mis límites y mis compañeros lo sabe, como saben que cuando salto al campo soy un jugador que lo da todo, que da la vida por ellos, que mato por ellos. Siempre saben que tengo esa ambición de ganar aunque a veces no se pueda”, explicaba el jugador hace poco en una entrevista al canal de Youtube ‘Que Partidazo!’.
Los números no ayudan precisamente a mitigar la situación, la sensación de que la Pantera no ha enseñado las garras desde que regresó al club, más que en contadas ocasiones. Desde su vuelta al Atlético, ha anotado 12 goles en 48 partidos. Sólo cinco en 33 encuentros de Liga. Eso quiere decir que tiene una media de 0,25 goles por partido, una media que retrotrae a los inicios de su carrera, cuando era muy joven y aún no se había convertido en el jugador que es ahora mismo.
Hablamos de sus etapas formativas en el Celta (0,2 goles por partido), Albacete (0,26) o Valladolid (0,25) o en sus primeras apariciones con el Atlético en la 10/11, con 0,20 goles por partido de media. Sus despegue se produciría en el Rayo Vallecano, con un 0,63 de media anotaora y alcanzaría su cenit en la campaña del título de Liga, con un 0,70. En el Chelsea promedió un más que bueno 0,48 de goles por partido, 58 en 120 encuentros oficiales.
No marca un gol en partido oficial desde el 30 de marzo pasado, cuando anotó contra el Alavés. Han pasado cinco meses y 14 días. 176 días en total. Es cierto que, entre medias, en pretemporada, la Pantera dio buena muestra de lo que es capaz. Cuatro goles, tres de ellos al Real Madrid, para ser el máximo anotador rojiblanco.
Lo preocupante quizás no sea eso, sino que Costa no está cerca del gol. No ha tenido aún un remate a puerta en esta temporada. Todas sus energías se centran en el trabajo defensivo y de presión. Desde su vuelta, el promedio de remates por partido es de 0,95 por partido, no llega ni a un remate por encuentro. Y si nos vamos a remates a portería, aún más preocupante, 0,32, es decir uno cada tres partidos más o menos. Para hacerse una idea comparativa, en la temporada del título de liga, en la 13/14, la media de remates a puerta era de 1,7 según datos de Opta; y de más de tres remates en total por encuentro.
TRABAJO SIN FRUTO
Ya decimos que el trabajo no se pone en duda porque está a la vista de todos. Pero lo cierto es que los datos están lejos de ser los que se esperaban. En un año y medio, camino de dos ya, los asuntos alrededor de Costa han tenido que ver más con cuestiones aledañas que con sus goles.
En este sentido, las lesiones han sido un lastre, sin duda. En el curso pasado tuve muchas lesiones. Empecé bien y tenía esas molestias (en el dedo), intenté jugar pero llegó un momento en el que vi que no, que tenía que parar porque si no juegas bien, la gente lo sabe y las críticas están ahí. Sufrí mucho porque no conseguía ser el jugador que soy. Estaba sufriendo mucho en el campo. Me operé. (…) Hablé con el entrenador. No podía ser, jugaba, entrenaba dos días en semana… Nunca lograba el ritmo”, explicaba recientemente para añadir: “Era vergonzoso para mí, la gente cree que es marketing todo pero es nuestro trabajo, es lo que tenemos que hacer y nos gusta hacerlo lo mejor posible”.
Desde su regreso, Costa se ha perdido 28 partidos por lesión y 11 por sanción. Y hablamos de un total de 82 encuentros que podría haber disputado. Hablamos de un 34% del total de partidos que no ha podido disputar en este tramo.
Las lesiones, las sanciones, las polémicas… En el curso pasado se amontonaron los contratiempos para él. La lesiones, la operación del pie que le tuvo más de dos meses fuera de los terrenos de juego, su expulsión en el Camp Nou que le costó ocho partidos de sanción, su negación a entrenar un día con el equipo por su enfado por la sanción interna que había recibido por el Atlético por ese episodio de Barcelona, la multa con Hacienda… En definitiva, una mochila de la que el de Lagarto está intentando desembarazarse. Por el bien del Atlético, mejor que lo consiga.
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