Los globos pronto podrían detectar terremotos en la Tierra, Venus y más allá

Los globos pronto podrían detectar terremotos en la Tierra, Venus y más allá

Un nuevo experimento, luego de una prueba exitosa en la Tierra, propone que los globos de gran altitud pueden revelar el misterio de la superficie y la atmósfera de Venus.

Un equipo de científicos en Francia logró medir la actividad sísmica después de un terremoto utilizando globos que vuelan a miles de kilómetros de distancia, proponiendo la teoría de que también se pueden desplegar para estudiar las condiciones en Venus y otros planetas cercanos. Sin embargo, este no es el primer experimento de este tipo. En 2019, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y Caltech desplegaron globos armados con barómetros para detectar las ondas sonoras de baja frecuencia que se generan como réplica después de un terremoto.

En palabras simples, la superficie de la Tierra vibra como un tambor después de un terremoto, enviando vibraciones a los alrededores. El esfuerzo de investigación liderado por la NASA, que buscaba verificar si dicho sistema podría ser efectivo, resultó exitoso. Cuando los datos se someten a ingeniería inversa, este método también podría ser de gran utilidad para estudiar cuerpos planetarios lejanos. La idea clave aquí es que las ondas sísmicas que viajan por debajo de la superficie podrían usarse para estudiar la naturaleza de las rocas e incluso encontrar fuentes de agua subterránea y signos de actividad volcánica.

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Ahora, los expertos de ISAE-SUPAERO de Francia han logrado detectar ondas sísmicas después de un terremoto utilizando globos colocados a miles de kilómetros de distancia. Después de un terremoto junto al Mar de Flores de Indonesia, que alcanzó una magnitud de 7,3 en la escala de Richter, una red de globos de gran altura que volaban a unos 3.000 kilómetros de distancia detectó las ondas de infrasonido generadas por la perturbación sísmica. A partir de los datos recogidos por los sensores, los científicos no solo pudieron determinar la fuerza del terremoto, sino que también dedujeron el patrón de cómo las ondas sísmicas se abrieron paso a través de la superficie. En comparación con el esfuerzo de la NASA hace unos años, el último experimento demostró que se puede usar una red de globos equipados con sensores para detectar actividad sísmica desde una distancia de unos pocos miles de millas en la Tierra.

Una solución más simple para la exploración de Venus

Más importante aún, el último experimento vuelve a dar fuerza a la idea de que los globos se pueden usar no solo en la Tierra, sino también en planetas cercanos con condiciones atmosféricas adversas. Los globos de gran altura, que pesan alrededor de 66 libras y miden 11 metros de ancho, generalmente flotan a una altura de aproximadamente 12 millas sobre el suelo. Los hallazgos han sido publicados en Geophysical Research Letters de AGU e impulsan la idea de que los globos pueden resultar una solución práctica para deducir de forma remota la naturaleza del interior de un planeta. En este momento, el objetivo principal es Venus, cuyas perturbaciones atmosféricas y tectónicas siguen siendo un misterio para los científicos.

De hecho, para un planeta violento como Venus, donde la temperatura de la superficie ronda los 900 grados Fahrenheit y la presión del aire es 90 veces mayor que la de la Tierra, los globos son la única forma factible de medir la actividad sísmica y tratar de comprender lo que hay debajo de la superficie del planeta hermano de la Tierra antes de lanzar una misión de exploración basada en la superficie como Marte. El despliegue de globos como una red de sismómetros móviles en Venus podría ayudar a descubrir muchos de sus misterios. En febrero de este año, la NASA anunció que avanza en el proceso de diseño de la Misión DAVINCI, que consiste en el lanzamiento de una sonda que caerá en caída libre sobre su superficie. Los globos, montados con el tipo adecuado de instrumentos, también pueden ayudar a confirmar la hipótesis de si las formas de vida primitivas están prosperando en Venus‘ nubes.

Fuente: AGU




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