La Reserva Federal considera que los grandes bancos sistémicos con operaciones en los Estados Unidos están bien capitalizados para soportar una crisis financiera y económica severa. Este año fueron un total de 18 entidades las que se sometieron a las pruebas de estrés, debido a que se elevó el umbral para excluir del examen a los bancos locales y regionales como las filiales del banco Santander y el BBVA.
Las pruebas de resistencia de la Fed se realizan en dos partes. La primera examina si los bancos cuentan con los colchones de capital suficientes para afrontar un escenario “severamente adverso”. La segunda, que se publica el jueves, determina si las firmas que superaron la prueba cuantitativa pueden proceder de manera segura con sus planes de recompra de acciones y pago de dividendos, o ajustarlos.
Este doble examen es una de las herramientas que se activaron tras el derrumbe de Lehman Brothers para conocer el estado de salud del sistema financiero. Entre los parámetros que se utilizan está que puedan soportar un escenario en el que el paro suba al 10% por una contracción del crecimiento y en el que los mercados o la vivienda se desplomen. La prueba se realiza en función de la complejidad de la firma.
La Fed calcula que en una recesión hipotética, los bancos perderían 410.000 millones de dólares. El índice de capital de calidad caería en ese escenario del 12,3% en el cuarto trimestre de 2018 a un mínimo del 9,2%. Desde la crisis, estas firmas incrementaron sus colchones de liquidez en 680.000 millones. “Los grandes bancos son significativamente más fuertes que antes de la crisis”, afirma.
El último examen se realizó a un número más reducido de entidades cuando se comparan con los 35 bancos en 2018. La Fed permitió este año a las firmas financieras con entre 100.000 millones y 250.000 millones de dólares en activos pudieran esquivarlo, porque en su caso la prueba se realiza con carácter bienal. El Santander USA y el BBVA Compass ya quedaron el año pasado al margen de la prueba cualitiva.
Los demócratas en el Congresos criticaron los cambios, con el argumento de que las nuevas reglas debilitan de manera significativa las pruebas y eso permite a los bancos maximizar los retornos para los accionistas. El vicepresidente de la Fed a cargo de la regulación, Randal Quarles, responde diciendo que el proceso ahora es más transparente y eso permite a los bancos prepararse mucho mejor.
El supervisor financiero busca de esta manera que los bancos regionales y locales provean más liquidez a la economía mediante créditos a las pequeñas empresas y a los consumidores en las comunidades donde operan, en lugar de tener que preocuparse tanto por el cumplimiento de la regulación. La última crisis, sin embargo, mostró que fueron una enorme fuente de problemas.
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