Los hijos pródigos de Zurbarán


Francisco de Zurbarán pintó a Jacob y a sus doce hijos en su taller de Sevilla en la década de 1640. Se trataba de una serie de retratos de tamaño natural que, inspirados en la Biblia, reproducían a cada uno de los fundadores de las 12 tribus de Israel. Según el capítulo 49 del Génesis, Jacob había profetizado en su lecho de muerte el destino de sus hijos y de cada uno de sus pueblos. La fabulosa historia que rodea a esta serie, una de las pocas del pintor que no están en España, es el centro del documental de Arantxa Aguirre Zurbarán y sus doce hijos, que desde este viernes podrá verse en la sala de cine del Círculo de Bellas Artes de Madrid después de pasar por la sección Tiempo de Historia de la Seminci.

Aguirre, una destacada documentalista especializada en Galdós y las artes escénicas, arranca su viaje con un largo plano del desierto para luego situar su cámara en una de las arterías de tráfico de Dallas. Un salto en el mapa justificado porque fue precisamente en la ciudad tejana donde se reunió el conjunto en 2017 para una exposición que indagaba en su accidentada historia. La exposición, la primera en décadas en EE UU de una serie completa de Zurbarán, se instaló primero en el Meadows Museum de Dallas para trasladarse después a la Frick Collection de Nueva York y al Museo de Israel, en Jerusalén. Organizada también por el departamento de conservación del Kimbell Art Museum, la muestra aprovechaba que los propietarios de los cuadros permitían el préstamo porque el lugar donde están colgados desde el siglo XVIII, el comedor del castillo de Auckland, al norte de Inglaterra, estaba en plena restauración.

A través de más de una docena de especialistas y de una impecable fotografía en blanco y negro, Aguirre se traslada de Dallas a Cáceres, Madrid, Jerez de La Frontera, Grenoble, Cádiz, Nueva York, Jerusalén, Valladolid o Sevilla, para explicar las vicisitudes de las misteriosas pinturas. La explosión del color, a la que quizá le sobran algunos guiños digitales, se concentra en la recta final en Inglaterra y en los increíbles detalles de las pinturas, las de Zurbarán y la de los otros maestros que se asoman por este pedagógico documental sobre el Siglo de Oro. En el centro de todo, por supuesto, los retratos de Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Asher, Neftalí, José y Benjamín, en los que no solo refleja el famoso dominio del claroscuro del pintor extremeño sino también la riqueza de sus sobrios detalles, su incomparable belleza y elegancia.

La película indaga en la aventura que rodea a una serie que nació como un encargo para un cliente del Nuevo Mundo y que durante mucho tiempo estuvo desaparecida. El destino inicial podría haber sido Lima, donde existen copias de algunos de los retratos de Jacob y sus hijos, pero lo cierto es que hasta 1720 no se volvió a saber nada de la serie. Es entonces cuando reaparecen en Inglaterra, en manos de un comerciante judío portugués, Benjamín Méndez. Un destino que da pábulo a la hipótesis de que un barco pirata pudo haber robado los cuadros durante su trayecto a América. Cuando Méndez murió, en 1756, las obras fueron subastadas y adquiridas por el obispo anglicano de Durham, Richard Trevor, quien reformó su comedor de Auckland Castle para que alojar una serie cuyo interés para él no era el pictórico sino el político y religioso. Una declaración de intenciones de cara a los poderosos que se sentaban en su lujoso castillo rodeados de los hijos judíos de un pintor católico y español.

Zurbarán y sus doce hijos. Arantxa Aguirre. Se estrena este viernes en el Círculo de Bellas Artes (Madrid).


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