Los hinchas de Inglaterra asaltan el poder


La complexión robusta, el tono paternal y el distraído sentido del humor de Kevin Miles evocan al tío Pumblechook de la dickensiana Grandes Esperanzas. “Ganamos una batalla, pero la amenaza no ha desaparecido”, dice con voz cavernosa el presidente de la Football Supporters Association (FSA), la organización que agrupa a los hinchas de los clubes de fútbol de Inglaterra y Gales.

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Miles señala los días de abril en que una revuelta callejera paró en seco la Superliga Europea —la empresa secesionista que aspira a crear una competición acotada a los clubes más ricos, y que aun lideran Florentino Pérez, Andrea Agnelli y Joan Laporta— y advierte de que no ha dejado de preparase para el combate final. De hecho, no le faltan aliados. “Ayer nos reunimos con la parlamentaria Tracey Crouch, que fue ministra de Deportes, y con el Príncipe William, que será nuestro rey”, dice, “y que también preside la Federación Inglesa. Tenemos su respaldo. No solo las organizaciones de fans impulsamos un cambio legal en la forma en que debe gestionarse el fútbol. Esto es un movimiento que engloba todos los niveles de la sociedad. Hay una toma de conciencia de lo importante que es el fútbol para el interés de la comunidad y nuestra cultura. No podemos permitir que se autodestruya por la codicia de quienes piensan que esto es solo un producto televisivo”.

No es extraño que en este clima revoltoso Kevin Parker, representante de los seguidores del Manchester City, mandara callar a Pep Guardiola, la figura más poderosa del club, después de que el técnico se quejara de la escasa afluencia de hinchas al estadio, hace una semana.

“Creo que Parker fue un poco populista”, dice Ronan Evain, presidente de Football Supporters Europe, la agrupación de seguidores que ejerce de interlocutor de organismos como la UEFA o European Leagues, la patronal de las principales ligas. “Pero por otro lado demuestra que estos clubes grandes de la Premier tienen una visión más clara de lo que esperan los aficionados. Desde que se desveló el plan de la Superliga, en el fútbol hay un mejor conocimiento de los hinchas y la necesidad de reequilibrar las relaciones. No es más que sentido común empresarial. Si vendes yogur te interesará saber cómo le gustan los yogures a tus clientes. Los clubes han sido gestionados de forma aislada, sin responsabilidad social ni aprecio por los seguidores”.

Después de tres décadas de mercantilización extrema, los aficionados de Inglaterra avanzan como el reflujo de una marea que regresa con más fuerza tras la pandemia. El propio Miles forma parte del panel que prepara la ley con la que pretenden institucionalizar el poder de los fans. “El Gobierno de Boris Johnson ya se comprometió en las elecciones de 2019 a realizar lo que llama una Revisión de la Gobernanza del Fútbol Conducida por los Aficionados. Fue una respuesta a la preocupación surgida por la desaparición de varios clubes centenarios debido a la mala gestión. La Superliga precipitó que se reactivaran los trabajos y amplió el radio de los cambios”.

“El Gobierno”, prosigue el presidente de la FSA, “ha nombrado un panel integrado por seguidores, clubes e instituciones del fútbol, con un presidente que es la diputada Tracey Crouch. El informe que entregaremos al Parlamento en octubre incorpora una propuesta para establecer un organismo regulador independiente. Este organismo pondrá las condiciones en las cuales los clubes deben operar, y expedirá las licencias para competir. Para obtener estas licencias cada club deberá cumplir requisitos como la implicación real y efectiva de los seguidores en la toma de decisiones de la vida cotidiana del club mediante procesos de consulta en cuestiones como la sostenibilidad financiera. Además, pretendemos introducir una acción de oro en cada club. Esta acción será propiedad de las organizaciones de seguidores e implicará un poder de veto en cuestiones como los colores de los uniformes, el nombre del club y las competiciones en las que podría participar. Esta última capacidad se ha añadido ex profeso por la Superliga. Si se lleva adelante tal y como pensamos, los aficionados tendrán poder legal para evitar que un club se embarque en una Superliga”.

Las conquistas de los hinchas se suceden con regularidad. Este jueves la Autoridad para la Seguridad en los Estadios, el organismo administrativo que supervisa las instalaciones deportivas en Inglaterra, autorizó las tribunas de pie, viejo reclamo del público desde que el Gobierno de Margaret Thatcher obligó a que todas las gradas tuvieran butacas, tras la masacre de Hillsbrough, en 1989.

“La reinstalación de las gradas de pie son una gran noticia”, dice Andy Mitten, periodista, activista y editor de United We Stand, el fanzine del Manchester United, la publicación más leída por los hinchas del club y la única a la que Ed Woodward, el último presidente, concedió entrevistas. “Hoy en Inglaterra los aficionados son más importantes que nunca”, señala. “El Gobierno ha reconocido su importancia y los clubes están cimentando relaciones más fuertes con ellos, en parte porque se lo pueden permitir. Facturan tanto dinero de la televisión que los precios de las entradas no tienen el peso de hace diez años en el presupuesto. El abono de temporada del United es el mismo que hace 11 años. Las entradas para partidos fuera de casa se venden por 30 libras cuando hace diez años pagábamos 55. En Old Trafford hay sectores en los que una pinta cuesta tres libras, dos menos que hace una década”.

“Sé que la gente ama el fútbol en España”, dice Mitten. “Pero en el norte de Inglaterra el fútbol es más importante. No hay playa. Nadie tiene una segunda casa. Vas al fútbol. A cada partido. El último fin de semana la entrada media de la Quinta División fue de 6.300 seguidores. El fútbol es fundamental socialmente. Compras el abono, vas al partido, ves a sus amigos, formas parte activa de tu comunidad. Cuando el United y el Madrid jugaron en Michigan en la pretemporada de 2019 y se juntaron 116.000 personas, no vi a nadie del Madrid. Pero había miles del Manchester. Eso da mucho poder a los seguidores”.

Kevin Miles no puede ocultar su emoción cuando piensa en la ley que puede brindar a los hinchas un estatuto de control dentro de las sociedades anónimas de los clubes. “Oportunidades como esta”, dice, “solo se producen una sola vez en la vida; debemos asegurarnos de no desperdiciarla”.

“En Inglaterra existe una cultura democrática más arraigada”

El Príncipe William, heredero al trono de Inglaterra, se plantó el jueves pasado en el modesto campo del Dulwich Hamlet, de categoría regional, para cuestionar la gestión de los clubes bajo principios exclusivamente financieros tras la crisis de la Superliga. El Duque de Cambridge defendió el papel de los aficionados en el fútbol como parte de su campaña por promover una ley que ampare el derecho de los hinchas a supervisar la gestión de los clubes. El proyecto de ley solo ha sido posible gracias al activismo de cientos de organizaciones de aficionados repartidos entre Inglaterra y Gales.

La democracia de los clubes de socios en España, en muchos casos es casi nominal”, señala Emilio Abejón, presidente de la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español. “En Inglaterra los aficionados están más preocupados por su club, la capacidad de movilización es mayor, y existe una cultura democrática más arraigada y una sociedad civil más activa que en España, en donde los grupos de aficionados están fragmentados por una rivalidad entre clubes que en Inglaterra no se manifiesta a la hora de coordinar a los hinchas”.

El baluarte que han puesto los seguidores frente a la Superliga les ha convertido en aliados imprescindibles de las ligas nacionales. “Es importante escuchar a los aficionados”, declara Alberto Colombo, secretario general adjunto de European Leagues, el organismo que engloba a competiciones como la Premier, LaLiga o la Serie A. “Los aficionados de hoy tienen una conciencia mayor de lo que representa el fútbol en sus comunidades. Se están dando cuenta que se puede romper este buen equilibrio que existe ahora entre fútbol internacional y doméstico, cuando la inmensa mayoría de los clubes en Europa solo vive del fútbol doméstico. Cuando los consultan sobre la posibilidad de expandir los partidos de la Champions o celebrar el Mundial cada dos años, han repetido que no necesitan más fútbol sino mejor fútbol”.

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