El fin de semana pasado, las naciones del mundo concluyeron una reunión en la que trataron de descubrir cómo lidiar con el cambio climático. Era la 27ª vez que lo hacían en tantos años. Piénsalo. Llevamos casi tres décadas en esto y todavía estamos quemando más combustibles fósiles que nunca.
La COP27, como se conoce a la reunión, no comenzó de manera auspiciosa, aunque para ser honesto, estas cosas siempre son asuntos tensos. Casi todos los involucrados están tratando de destetar al mundo del carbono, pero eso no significa que estén de acuerdo sobre cómo llegar allí. Las naciones ricas, que ya quemaron un montón de combustibles fósiles, no han estado dispuestas a pagar por ello. Los países más pobres, que no son responsables de gran parte del calentamiento, solo quieren energía barata para que su gente no tenga que vivir en la pobreza. Dado que la energía barata a menudo proviene de las fuentes más contaminantes, ambos bandos suelen estar en desacuerdo.
Es por eso que no mucha gente tenía grandes esperanzas en esta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP). Ese pesimismo fue parcialmente validado por el hecho de que la COP27 no hizo nada para frenar la contaminación de carbono descontrolada.
Pero no todo fue una pérdida de tiempo y esfuerzo. Surgió algo beneficioso y sustancial: un acuerdo para brindar apoyo financiero a los países más pobres que son más vulnerables al cambio climático, países como Bangladesh y las Islas Marshall, que están amenazados por el aumento del nivel del mar, y Pakistán, que sufrió inundaciones récord en septiembre.
Los países más pobres han estado presionando por un fondo de pérdidas y daños durante más de 30 años, y parece que finalmente lo obtendrán.
El fondo de “pérdidas y daños”, que se anunció ayer, todavía es solo un esqueleto. Los países tienen otro año para resolver los detalles, pero aquí está la esencia: el dinero fluirá de los países ricos a los “particularmente vulnerables” para ayudarlos a mitigar y adaptarse a un clima que les resulta cada vez más hostil.
El modificador “particularmente vulnerable” fue clave para el acuerdo. Las naciones ricas no querían que el fondo beneficiara a aquellas a las que les está yendo bien pero que todavía se consideran en desarrollo bajo el marco de la ONU, en particular China, que tiene la segunda economía más grande del mundo y es construir plantas de carbón como si no hubiera un mañana. (Recuerde, el mundo ha tardado casi 30 años en llegar a este punto de las negociaciones, y China y un puñado de otros países han recorrido un largo camino en ese tiempo).
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