Los Knicks acaban con cojos y ojos morados pero sobreviven ante los Heat

“Quizá ellos lo quisieron más”, lamentaba, carcomiéndole la impotencia mientras lo reconocía, Julius Randle. Era su explicación para  justificar la derrota de los New York Knicks en el Game 4 en Miami. Pero esta vez, como todos sus compañeros, lo quiso tanto, le puso tal deseo, que él acabó con la cara hecha un cuadro con un ojo morado, que, Quentin Grimes terminó cojo -ambos tras acciones con Adebayo-, sin subestimar la salvajada de 48 minutos como Brunson. Pero 38 puntos del base, 24 de Randle y victoria contra los Heat (112-103) para poner el 3-2 y seguir creyendo. Cuando se gana todo se olvida. Hasta el dolor.

Al amparo de la mística de su templo, el Madison Square Garden insufló a los Knicks esa energía que reclamaba Randle, representativo su esfuerzo titánico y el de Grimes de los alicientes añadidos que necesitaba el conjunto neoyorquino para darse otra oportunidad.

Adoptando esta vez sí la auténtica ‘Mamba mentality’, el que fuera discípulo de Kobe Bryant aunó también inspiración y convicción a su sacrificio para sumarse con esos 24 puntos -7/13 en tiros y 4/7 en triples-, a los 38 de un Jalen Brunson que se supera cada día que pasa en estos playoffs. Aunque el otro nuevo y necesario factor diferencial, encontrando en él el equipo de Tom Thibodeau el otro hombre que le faltaba fue Quentin Grimes.

Algo quizá ensombrecida su fama de gran defensor por Josh Hart -sobre todo desde la exhibición del ex de los Blazers defendiendo a Donovan Mitchell-, Grimes fue el diligente antihéroe que ató a Jimmy Butler, dejando por primera vez al héroe de acero de estos playoffs por debajo de los 25 puntos, apenas 19 con un 5/12 en lanzamientos y sin poder dar a su equipo lo suficiente pese a su constancia y sus también 9 asistencias.

Y eso que los Heat, que siempre vuelven, amenazaron con completar su tercera remontada en estos playoffs de 15 o más puntos tras las dos de los Bucks. El obstinado conjunto de Erik Spoelstra, que llegó a perder de 19 mediado el tercer cuarto, se echó encima de los Knicks poniéndose a 3 (103-100) a falta de poco más de tres minutos, bajando el chirrido de un Madison que ya se olía lo peor a murmullos.

Pero más duros fueron los de ‘Thib’s, que casi proclamaron su triunfo final con una significativa escena de lo que había sido el duelo, con Grimes besando el suelo tras intentar defender a Adebayo en un bloqueo pero con el arrojo y las fuerzas de levantarse y arrebatársela a Butler con minuto y medio por jugar y 107-101. Salió de todo ello cojo, pero feliz y vitoreado por una entusiasmada hinchada neoyorquina encantada también con RJ Barrett, 26 tantos y el mejor de su equipo con un +17.

Miami parecía acelerar en un primer cuarto en el que los Knicks parecieron confirmar que no daban para más ante un rival dominador en lo táctico y lo anímico, echando el cierre a ese primer parcial con un desolador 24-14 para un conjunto neoyorquino inocuo en ataque y teniendo que sentar a su mejor arma para defender a Butler, al banquillo Hart con ya 3 faltas en los primeros 12 minutos.

Pero Thibodeau aplicó los ajustes necesarios y siguió inyectando más y más confianza a sus pupilos, algo casi más importante que cualquier táctica. Los Knicks acabarían venciendo esta vez en el duro enfrentamiento por el rebote -57 a 44-, y eso le permitió limitar las transiciones de los Heat a la vez que catapultar las suyas, a partir de las cuales empezó a crecer, nutriéndose de puntos un Brunson que también se soltó en el ataque en estático.

New York dejó de jugar los estériles pick and roll con los pívots para impulsar a su estrella, pasando a realizarlo con ‘pequeños’ como bloqueadores. La pronta acumulación de faltas de Gabe Vincent también permitió obtener un emparejamiento más cómodo -Caleb Martin-, a Brunson, muy agresivo atacando la pintura y atreviéndose con los triples concedidos por los Heat para terminar con un 12/22 en lanzamientos y un 4/10 desde el perímetro, 9 rebotes y 7 asistencias.

El mejor Randle también permitió descargar de responsabilidad al base, haciendo daño el interior en el poste, mientras Mitchell Robinson volvía ser el de la serie de los Cavaliers para firmar doble-doble en puntos y rebotes con un 12-11. Con problemas con los triples, los Knicks firmaron esta vez un 38% con un 13/34 ante el 30% (13/43 de los Heat).

Miami sólo encontró el acierto exterior en el último tramo, sobre todo con un demoledor Duncan Robinson -17 puntos con un 5/10 desde el 7,25-, el más productivo de un banquillo que registró hasta 42 tantos por los escasos 8 de la segunda unidad de New York.

Bam Adebayo aportó 18 tantos haciendo daño como siempre a Robinson atacándole con espacio pero los Heat extrañaron esta vez un mejor Lowry, 9 tantos tras un 3/11 en tiros y con los Knicks defendiéndole con más agresividad a la salida del ‘pick and roll’.

Los chicos de Tom Thibodeau protegieron la pintura con uñas y dientes, funcionándole en muchos momentos los 2×1 a Butler para negarle el cambio tras bloqueo directo para obtener otro emparejamiento que no fuera Quentin Grimes. Magullados con ojos morados y cojeras, con Brunson y Grimes sin ni un segundo de respiro y derrochando casi sangre para evitar la remontada, pero los Knicks siguen en pie. Próxima cita de la serie quizá con menos nombre pero apasionante como las que más, el viernes en Miami.