Tras la noche para olvidar en el que los Nuggets del ‘Joker’ dejaron a Los Ángeles desangelada, sin apenas ilusión con el 3-0, Anthony Davis comparecía ante los periodistas decaído, escondiendo su mirada tras unas aparatosas gafas de sol, tono de voz bajo.
Tampoco era la alegría de la huerta el entrenador de los Lakers, Darvin Ham, tan mustio y tristona su mirada que parecía que le había caído una tormenta encima. Intentando ser optimistas ambos en su discurso, aunque más por compromiso que por convicción.
Pero a LeBron se le veía bien entero.
-¿Va con la mentalidad de hacer historia otra vez?-, le preguntó un periodista en la rueda de prensa.
-Por supuesto, esa es la única mentalidad para mí-, respondió, convencido, el ‘6’, rostro tenso, serio pero tajante y mirada determinada.
LeBron James quiere ir contra la demostrada inferioridad de los Lakers en esta serie, contra la infalibilidad de Nikola Jokic y Jamal Murray. Pero, sobre todo, contra la historia, a perseguir a partir de esta noche en el Game 4 (02:30, hora peninsular) lo nunca visto, remontar un 3-0 en playoffs como jamás lo ha testimoniado la historia de la NBA.
Después de todo, una vez ya convirtió una creencia delirante en inolvidables hechos hace 7 años, cuando su talento y arrojo entregó a los Cavaliers su primer anillo a menos de 50 kilómetros de su Akron natal levantándole a los Warriors un 3-1 a las Finales como nunca nadie antes había hecho. Ni han vuelto a hacer desde entonces.
“El mensaje que envío a mis compañeros es que es una serie de un partido, cada partido cuenta ahora y es lo único en lo que pensamos”, dijo también LeBron. Si alguien no creía tras el encuentro, deberá acatar el mensaje rápido. Davis lo tenía más que asumido, pese a que su lenguaje no verbal transmitiera lo contrario.
“Obviamente, está muy cuesta arriba, pero nos los vamos a tomar como un partido e intentar mejorar. Somos un equipo resiliente y lo hemos demostrado esta temporada. Seguimos luchando hasta que la pelea no haya terminado. Y todavía no ha terminado”, advertía la ‘Ceja’, agarrándose a la obstinación mostrada por los Lakers en un curso en el que pocos creían que los de púrpura y oro podían presentarse a los playoffs, sobre todo al principio.
Pero la lógica, la que apoya la solvencia exhibida hasta ahora por Denver y su fiabilidad, la capacidad de resolver y acabar imponiéndose de Jokic y Murray aun cuando han estado bien sujetados por los ajustes defensivos de los de púrpura y oro, parece dar poco lugar a épicas y fantasías.
Mientras el serbio registra 27 puntos, 14,6 rebotes y 11,6 asistencias con un 53,6% en tiros de campo y un 45% en triples, el canadiense ha firmado 35 tantos, 7,3 capturas y 5,3 pases de canasta con un 52,5% en lanzamientos y un 46% desde el perímetro. Murray ha dejado en desuso el manido término del ‘Jamal de la burbuja’. “Jokic nunca quiere dejar de mejorar y Jamal es lo mismo, no sólo quiso volver de la lesión, sino hacerlo mejor de lo que estaba”, advierte, con un evidente tono de admiración, Michael Malone.
Sin embargo, también hay que mencionar una resiliencia que no es ni mucho menos exclusiva de los Lakers por mucho que diga Davis, pues los Nuggets han superado más de un escenario adverso en lo que ha transcurrido de series. Se recuperaron de una desventaja en el Game 2 que llegó a ser de 11 puntos en el Game 2 y en el último choque aguantaron en el tercer cuarto sin puntos de Murray y con Jokic fuera más de 7 minutos por problemas de faltas.
“LeBron ha hecho cosas increíbles en los últimos 20 años”
Kentavious Caldwell-Pope y Bruce Brown Jr. cogieron con 17 y 15 puntos las riendas entre los ‘secundarios’, mejores también los de Colorado hasta la fecha. Por todo ello, merece mucho la mentalidad de unos Nuggets que saben que no pueden conceder ni una pizca cuando se trata de LeBron.
“No voy a decir que estoy asustado”, señaló Nikola Jokic en la previa. “Pero estoy preocupado porque ellos tienen a LeBron y él es capaz de hacer de todo”, advirtió el doble MVP en declaraciones recogidas por la ESPN.
“Es LeBron, tío”, dijo por su parte un veterano como Jeff Green que sabe cómo funciona el negocio. “Él ha hecho cosas increíbles durante estos últimos 20 años. Para mí, tenemos que terminarlo, no podemos darles vida”, avisó Green, el jugador de más edad a sus 36 años del vestuario de unos Nuggets deseosos de completar la revancha de la derrota en las Finales de Conferencia de 2020 ante los de púrpura y oro porque los que tienen que hacer historia son ellos: jugar sus primeras Finales de la NBA.
¿Cómo parar a este par?
Nikola Jokic y Jamal Murray
Los Lakers necesitan darle una vuelta de tuerca a sus ajustes para limitar la influencia de Jokic y Murray, quienes siempre han encontrado la manera de seguir produciendo superando los desafíos defensivos de los de púrpura y oro. Murray continúa siendo sobre todo una pesadilla en unos mano a mano con el serbio que nadie ha podido parar a excepción de Jarred Vanderbilt.
El problema es que Denver se anticipa y fuerza a cambiar antes el emparejamiento para que Murray se quede con un defensor más cómodo y que, cuando es Vanderbilt el que logra quedarse con él, los Lakers sufren la teoría de la manta, perdiendo potencial en ataque.
Y con Jokic parece que lo de Hachimura ya no funciona, demostrando el serbio en el último cuarto del Game 3 que si se pone agresivo de cara al aro puede superar la defensa del japonés en el poste bajo incluso si recibe la ayuda de Davis. O asistiendo o iniciando una rápida circulación de balón hasta encontrar una buena opción de tiro.
En este sentido, Darvin Ham podría desplegar una arma secreta con Mo Bamba, que podría volver de su lesión. El entrenador de los Lakers se refirió antes de empezar la eliminatoria a “un par de chicos” que podían defender a Tristan Thompson. Se supone que son Tristan Thompson -sólo un minuto en toda la serie hasta ahora-, y el propio Mo Bamba.
Los Lakers necesitan que ‘vuelva
D’Angelo Russell
LeBron James ha cumplido en los tres partidos y no tanto Anthony Davis, sólo 18 en el segundo, con 23 y 28 puntos de media. Sin embargo, los problemas ofensivos de los Lakers no se encuentran en lo que está aportando el ‘Big Two’. Uno de ellos reside en D’Angelo Russell, incapaz el base no sólo de anotar sino de generar para sus compañeros, gestionando de manera nefasta el pick and roll y obligando a LeBron a que tenga que asumir él las funciones de director de juego. Habrá que ver si Ham se atreve a sentar a DLO, con unos pobres números de 7 puntos, 2 rebotes, 4 asistencias, 28,5% en tiros de campo y 18% en triples.
Pero los Lakers necesitan también de más acierto exterior, insuficiente su 34,5% ante el casi 42% de los Nuggets. Los de púrpura y oro están errando muchos tiros liberados, algo fundamental para castigar las ayudas de Denver en la defensa del pick and roll.