Ya no vale con puntuar en estadios donde nadie esperaba como el Bernabéu o el Pizjuán. Bastaba con repasar hemerotecas y estadísticas de tantos y tantos sofocones del Athletic de ayer y siempre para valorar los puntos conquistados. Pero los ’Martincontra’ de Garitano
continúan con el mismo mantra
de hace un año. Si se pierde; mal por el resultado. Si se puntúa, mal porque se pierde comba con la parte alta de la tabla y si se gana mal porque el juego no les convence.
Los mismos que vendieron la burra del “valorar lo conseguido sin olvidarnos de dónde venimos” han decidido resetear su disco duro, justo después de la derrota electoral, para aplicar a Garitano
aquellas dosis de exigencia que se ahorraron cuando ni los resultados ni el espectáculo hacían acto de presencia con otros tantos entrenadores de supuesto postín. El penúltimo ejemplo: el empate en Sevilla.
No vale con una primera parte al más puro estilo argentino, de presión alta y fútbol vertical. Tampoco vale con aguantar el lógico arreón del tercero de la Liga ante su público. Para los que exigían la continuidad de Berizzo, Garitano está sentenciado, aunque gane la Copa y acabe cuarto en la Liga. Negar la realidad no implica mayor conocimiento.
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