Los narcos suecos que escapan del frío en la Costa del Sol


El asesinato de un narco a la salida de la comunión de su hijo. Bombas y tiroteos en pleno día. Sicarios que matan de madrugada y escapan en bicicleta. Armas de guerra y secuestros. Una trama de blanqueo con familiares de una alcaldesa. Fugitivos, toneladas de droga. En la Costa del Sol se suceden escenas de película con un nexo común: Suecia. Las bandas criminales del país nórdico han trasladado su actividad a este rincón de la provincia de Málaga en el último lustro y con ellas han traído sus tácticas extremadamente violentas. Se las teme por su frialdad y la capacidad para introducirse en cualquier sector de la sociedad. Marbella es su centro logístico.

“Suecia tiene un grave problema con el crimen organizado”, explica Manne Gerell, profesor de Criminología en la Universidad sueca de Malmö. Los datos reflejan que es uno de los países europeos con más muertes en tiroteos, con más de 200 víctimas en los últimos cinco años. En 2020 se batió el récord con 48 asesinatos, la inmensa mayoría relacionados con la disputa por el mercado del tráfico de drogas. ¿Y por qué trasladan su guerra a Málaga? “Quieren estar más cerca de los distribuidores de droga porque eso da más beneficios”, añade Gerell. Fuentes del Departamento Nacional de Operaciones (NOA, por sus siglas en inglés) de la policía de Suecia lo confirman y añaden otro motivo: la popularidad de Marbella en el país escandinavo, donde envidian su clima, lujo y calidad de vida.

Diamant Salihu, periodista especializado en crimen organizado en Suecia, destaca también que los delincuentes sienten que en territorio español pueden pagar en metálico grandes cantidades sin que nadie pregunte por el origen del dinero. Habla de corrupción. “En España es más fácil vivir con antecedentes penales y gastar el dinero ganado con la delincuencia”, dice.

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Quienes se trasladan a suelo español son, principalmente, los líderes de las organizaciones criminales. Viajan a Málaga, pero también a Barcelona, donde la Guardia Civil detuvo a dos miembros de la banda Dödspatrullen en febrero de 2019. En la Costa del Sol mantienen un precario equilibrio en el que cada grupo consigue su parte del pastel. A veces, sin embargo, hay problemas. Negocios que no llegan a buen puerto o vuelcos (robos entre organizaciones) que dejan tras de sí un reguero de muertos. Los tiroteos con fusiles de asalto Kaláshnikov no son excepcionales. Y los conflictos se resuelven con asesinos que se venden al mejor postor y comparten características: son muy jóvenes, especialmente violentos e influidos por las series de televisión. “Imitan las películas, sus ídolos son mafiosos y tratan de emularlos”, explicaba en otoño de 2018 Petra Stenkula, comisaria policial en la región sur de aquel país. No son pocos los agentes sorprendidos por la gran violencia de algunos asesinatos cometidos en el entorno de Marbella. “Han llegado a vaciar un cargador sobre su víctima para, luego, rematarla con más balazos a bocajarro”, cuenta uno de ellos.

Un repaso a las operaciones policiales refleja que en la Costa del Sol ha habido más de un centenar de detenciones de miembros de bandas con base en Suecia desde 2018. Entre los nombres más conocidos está el de Amir Mekky, al que se considera autor de dos asesinatos en España: el de David Ávila, Maradona, justo al salir de la iglesia donde se había celebrado la comunión de su hijo en San Pedro Alcántara; y el de Sofian Mohamed, alias Zacato, en este caso en su villa de lujo en Estepona. Mekky dirigía una red de sicarios —conocida como Los Suecos— a la que se imputa una veintena de muertes en Suecia.

Las fuerzas policiales están volcadas en la lucha contra estas organizaciones. Hay investigadores de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) Costa del Sol, del Grupo de Respuesta de Crimen Organizado (Greco) y de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) o del grupo de fugitivos. También de la Guardia Civil. “Hay recursos, pero nunca son suficientes”, cuenta un responsable de Udyco Central. Su objetivo es claro: que no lleguen a asentarse. “Si lo hacen se traerán todo: homicidios, extorsiones, explosivos”, añade quien reconoce que esa violencia rara vez salta a la población o es ejercida contra las fuerzas policiales, sino que queda entre las propias bandas. Aunque avisa: “Todo puede saltar por los aires cualquier día”.

Los tentáculos de algunas bandas sí se han extendido en Marbella. Hay un ejemplo reciente: la detención del marido y el hijastro de la alcaldesa marbellí, Ángeles Muñoz. Se trata de los suecos Lars Gunnar Broberg y Joakim Peter Broberg, a los que la policía relaciona con el tráfico de drogas y el blanqueo. En esa misma operación fueron detenidas 71 personas de una organización sueca. Su trabajo ejemplifica por qué eligieron la Costa del Sol. Primero llegaron para adquirir droga. Más tarde ampliaron su negocio: la traían de Marruecos, la almacenaban en la costa malagueña y la trasladaban al norte de Europa. El beneficio es enorme: un kilo de marihuana cuesta 1.500 euros en Andalucía y se vende a 9.000 en los países nórdicos. Arte, oro y viviendas de lujo les permitían blanquear el dinero. “Esa organización pone de manifiesto la incidencia de la criminalidad sueca en España”, sentencian fuentes policiales.


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