Es habitual entre los jugadores de la NBA el ritual de escuchar música en el los calentamientos, aislados de todo con cascos a veces aparatosos cubriendo sus oídos, aislándoles de todo, ellos, la naranja y nadie más. Ocurre que a Ben Simmons le pega como el que más, feliz y en paz en su mundo el australiano, ajeno a las críticas y oídos sordos al “qué dirán”, tan pronto tomándose a risa su relación de amor-odio con Philadelphia que escuchando con todo el sentimiento y solemnidad, como un patriota nativo, el himno estadounidense con los ojos cerrados, como un americano pese a nacer y criarse hasta los 16 años en Australia.
“¿Si las críticas me han ayudado a mejorar? Sí y no. He visto ciertas cosas que se han dicho de mí, pero sé quien soy, y sólo intento exigirme a mí mismo para volver a dónde necesito para ayudar a este equipo”, respondía a pregunta de MD tras el Raptors-Nets (98-112) Simmons, al que le puede dar todo igual pero no el baloncesto pese a que compañeros de vestuario pusieron en duda su pasión según filtraciones a ‘The Athletic’. “Sé que el equipo me necesita e intento ser consistente”, reconocía el ’10’ de los Brooklyn Nets, casi equilibrado ya su balance negativo de victorias-derrotas en el Este (9-10) para empezar a mirar a play-offs.
Ben Simmons, tras un primer mes de estar pero no estar, está, por fin, de regreso. Como antaño, da sentido a todo, hasta el punto de que el conjunto neoyorquino ya le añora cuando no está en la pista. Como si la ausencia de Kyrie Irving en estos últimos partidos hubieran invitado también al de Melbourne a la reflexión, el ’10’ se ha encontrado: de unos raquíticos 5,2 puntos (44% en tiros de campo), 5,8 asistencias, 6,3 rebotes, 1,2 robos y un más-menos acumulado de -42 en los 9 primeros partidos, a una metamorfosis total en los cinco últimos en anotación con mejora en los demás apartados, con 14,6 tantos, 6,4 pases de canasta, 7 capturas, 1,2 robos y un más-menos de +35. Y la serie de tiros, inusualmente fabulosa en él -aunque mates o bandejas, como otra parte es habitual en su juego-: 33/42, un 78%. De la supuesta indolencia de que se le acusaba a un liderazgo soberbio. El del gran Simmons de ‘Philly’ por fin plasmado en los Nets.
Más allá de las cifras, es su omnipresencia, su influencia en ambos lados de la pista, como creador de juego en el cinco contra cinco y en transición, ejecutor en el ataque estático y también en el contraataque, versátil y eficaz defensor. “Va de confianza, trabajo físico y el día a día. No siempre jugaré igual de bien pero intentaré hacer lo mismo para que mis compañeros sientan esa energía”, ha dicho el base en otras comparecencias estos días, consciente de que, al margen de todo lo que aporta, también transmite ese sentimiento a los demás. Y Kyrie Irving, quien tan bien le entiende en eso de ser un ‘incomprendido’ por el mundo con su peculiar manera de ser, y Kevin Durant, encantados.
“Es lo que esperaba de él, no me voy a emocionar”
“Él simplemente está jugando con mucha más confianza y eso empieza con la confianza interna. Él tiene que confiar en él mismo, lo dije desde el principio, estoy orgulloso de él, sólo quiero que sea siendo consistente en su enfoque. Se está divirtiendo y especialmente marca la diferencia en defensa para nosotros”, respondió Irving a MD. “Es lo que espero de él, no me voy a emocionar”, dijo, por su parte, en días anteriores Durant, más parco en palabras.
Por fin, aunque habrá que ver si el cambio es permanente, congenia Simmons con los otros dos miembros del recién estrenado ‘Big Three’ de los Nets, con un futuro que punta más que nunca esperanzador tras el trío de ensueño Irving-Harden-Durant que acabó en pesadilla, fracasado por efímero con sólo 16 partidos jugados entre la negativa de Kyrie a vacunarse y la salida de la ‘Barba’ a Philadelphia. Hasta este ‘cambio’ del australiano, Ben no sumaba con Irving y Durant, sino que restaba en los seis partidos que habían jugado juntos con un Net Rating de -8,4 que se ha convertido en un +19,3 en estos tres cinco encuentros desde que la vuelta del ’11’ ha coincidido con el gran momento del ’10’. Algo que al entrenador de los Nets, Jacque Vaughn, le ilusiona.
“Espero que los tres hayan alcanzando el nivel esperado jugando juntos, es pronto para saberlo, no han podido jugar mucho. Ben, como ves, se está sintiendo mejor físicamente, lo que nos está ayudando. Él va ‘coast to coast’ y logra canastas fáciles, pone el ritmo, facilita tiros abiertos para todos, y ellos (Irving y Durant) están aprendiendo a jugar con su ritmo. Espero que sigan creciendo, las combinaciones van a cambiar mientras estemos sanos”, destaca Vaughn.
A Simmons le importa el baloncesto. Pero ‘su’ baloncesto. Como prueba de esa dejadez de la que a veces se la ha acusado, el base, aunque puede brillar sin anotar, ha sido cuestionado por su falta de tiro y su nulo interés en aprender. Tras más de un año de inactividad tras negarse a jugar con los Sixers el curso pasado, el base ha podido esculpir su físico, pero donde no ha dado ‘golpe’ es en la mejora de los lanzamientos. En Philadelphia le recordaron al australiano con sorna que James Harden, en su debut en febrero con los Sixers, anotó tantos triples -cinco-, como en toda su carrera, en la que promedia un paupérrimo 57,8% en tiros libres.
Sin embargo, ese ridiculizado defecto de Simmons es una valiosa virtud al lado de Durant e Irving, capaces de jugar más al margen del balón -el vídeo de arriba como ejemplo-, y de asumir como ejecutores todo lo que no finaliza el australiano. “Yo creo que es un lujo que no tome muchos tiros”, advierte Vaughn. “Mucha gente piensa que el baloncesto sólo va de anotar, pero tenemos un jugador que no piensa en anotar pero sí en hacer mejores a sus compañeros la mayor parte del tiempo que él está en la pista y eso es un lujo. Él disfruta involucrando a los demás y cuando podemos rodearle de tiro somos muy difíciles de defender”, explicó el técnico de los Nets a MD.
Vaughn, quien ya trabajó con Simmons como asistente de Steve Nash, habla con pasión del ’10’, gesticulando, entre las excentricidades del ‘aussie’ -porque también las tiene positivas-, la de ser, base pero también pívot con su 2,11. El nuevo entrenador de Brooklyn disfruta usándole como ‘5’ en ataque -donde es capaz de hacer sufrir a ‘centers’ más corpulentos con su juego de pies y agilidad-, y también cerca de su aro, aunque a Ben el tamaño no le importa, ya que puede defender todos y cada uno de los números, del 1 al 5. Y Vaughn está más entusiasmado ante lo que está por llegar. Cree que todavía nao ha exprimido del todo a Simmons.
“Él tan pronto puede iniciar el ataque como poner pantallas, puede hacer muchas cosas. Estamos intentando averiguar cómo se siente él mejor según los quintetos, es un trabajo en progreso”, advierte Jacque Vaughn. El Ben Simmons de verdad ya está aquí, pero quién sabe si, experimentado pero joven aún a sus 26 años, el mejor puede estar por llegar todavía. Todo puede salir del mundo del enigmático e imprevisible Simmons.