Brad Pitt se coloca en su sitio para la foto de los nominados a los Oscar. Foto: AMPAS Vídeo: ATLAS
Pocas veces habrá ocurrido en 92 años de historia que una fiesta de los Oscars comience con un minuto de silencio. La tragedia aérea de Kobe Bryant, sin embargo, el golpe anímico ha invadido cualquier cosa que haya pasado en Los Ángeles en las últimas 48 horas desde la mañana del domingo. Este lunes, el tradicional almuerzo de los nominados a los Oscars comenzó así, recordando al ganador del premio al mejor corto de animación de 2018.
Con la élite de este año de Hollywood sentada en las mesas del salón de baile del teatro Dolby, el presidente de la Academia, David Rubin, tomó el micrófono para dar comienzo a la celebración de los nominados de este año. “Deberíamos aprovechar en este momento para dejar constancia de la trágica muerte de Kobe Bryant”. Bryant estuvo sentado en estas mesas como nominado hace dos años, dijo. “A pesar de su mega éxito en las canchas, era la persona más emocionada del mundo por estar nominado”. Y así, la celebración comenzó con un minuto de silencio por Bryant y su familia.
El día antes, había ocurrido lo mismo en los premios Grammy de la música, que se celebraron el mismo sitio donde jugaba Bryant. En la otra punta del país, en Miami, este lunes empezaban los actos de la semana del Superbowl de la NFL. También comenzaron con un minuto de silencio por la leyenda de Los Angeles Lakers.
Charlize Theron abraza a Cynthia Erivo en la foto. AMPAS
La comida de los nominados a los Oscar se celebra todos los años dos semanas antes de la ceremonia. Es el momento en que se toman la foto oficial y, además, la última oportunidad de saludarse y sonreírse unos a otros antes de encontrarse en el teatro Dolby con las cámaras delante. Se celebra desde 1982.
El mezclador de sonido Mark Ulano le pide un autógrafo a Brad Pitt. P. X. S.
Este año, en el bar coincidieron todos los grandes de una temporada llena de grandes películas. Sam Mendes, director de 1917, charlaba en un corrillo con Rian Johnson, nominado por el guion de Knives Out, y el director Bong Joon-Ho, de Parásitos. Noah Baumbach, director de Historia de un matrimonio, tomaba algo con Ted Sarandos, jefe de contenido original de Netflix y una de las figuras más poderosas de Hollywood en los últimos cinco años.
De izquierda a derecha, Sam Mendes, Rian Johnson y Bong Joon-Ho. P. X. S.
La producción propia de Netflix ha explotado este año, con decenas de nominaciones a los premios de la industria. “Todos estos son proyectos que empezaron hace dos años y medio aproximadamente”, decía Sarandos a EL PAÍS. “Es una casualidad que hayan salido todos a la vez. Han salido cuando estaban listos. Cuando algo está terminado lo soltamos”.
El director Noah Baumbach y el jefe de contenido de Netflix, Ted Sarandos. P. X. S.
En otro corrillo se veía a Glenn Weiss, el realizador de los Oscar, los Emmy, los Tony y uno de los mayores especialistas en televisión en directo del mundo. El año pasado se encontró sin presentador a pocas semanas de la gala. “Todo fue fenomenal”, decía a EL PAÍS. “Funcionó perfecto. Este año se ha decidido hacer igual. No significa que siempre vaya a ser así, simplemente las partes interesadas decidieron repetir”.
Durante la comida, había un especial revuelo alrededor de la esquina de la mesa 16. Ahí estaba sentado Brad Pitt, uno de los actores del año nominado por Érase una vez en… Hollywood. De la película El irlandés estaban Robert de Niro y Al Pacino, que se levantaron lo justo para hacerse la foto.
Las productoras de la ceremonia, Lynette Howell Taylor y Stephanie Allain se tomaron con humor el trabajo de decirles a los nominados que tienen exactamente un minuto desde que se dice su nombre hasta que los echan del escenario. Deben calcular unos 45 segundos después de besar a todo el mundo y llegar al escenario. El discurso de agradecimiento ideal de la Academia es “corto y sentido”.
Quizá la estrella más brillante, porque se mezcló con todos los asistentes a la copa antes de la comida, fue Brad Pitt. Nada más entrar, lo abordó un hombre con barba que iba arrastrando un cartel de Érase una vez en… Hollywood. Era Mark Ulano, nominado a la mejor mezcla de sonido por esta película y Oscar en 1998 por Titanic. Ulano estaba aprovechando la comida de los nominados para recoger los autógrafos de todos sus compañeros nominados en la película. Se conocen porque ha trabajado con Pitt tres veces y dos con Leonardo Di Caprio. Ha trabajado con Tarantino desde Abierto hasta el amanecer. “Somos familia”, decía a EL PAÍS.
La comida de los nominados de la 92 edición de los Oscar también sirvió para confirmar que la carne ha quedado desterrada, quizá para siempre, de las celebraciones de Hollywood. Los Globos de Oro marcaron un hito el pasado 5 de enero al servir un menú 100% vegano como gesto contra el cambio climático. Los Oscar siguen ahora el ejemplo. Wolfgang Puck, el restaurador oficial de la ceremonia, sirvió un menú enteramente vegetal. El plato principal era una gran seta maitake asada, sobre arroz negro, calabaza y curry. Ileana Douglas, que presentó a los nominados, bromeó con el asunto: “Cuando dijeron que era un menú basado en plantas no me imaginé que era literalmente una planta”. Tiene pinta de que así va a ser a partir de ahora en Hollywood.
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