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Los Nuggets sobreviven a las trampas de los Lakers para dejarles casi sentenciados

Los Nuggets sobreviven a las trampas de los Lakers para dejarles casi sentenciados

Los Denver Nuggets llaman a sus primeras Finales de la NBA con la misma fuerza y entusiasmo que Nikola Jokic, cuando chiquillo, aporreaba la puerta de su casa con canasta a bolazos hasta que el vecino acudía molesto y sulfurado. Como golpeó a los Lakers de LeBron James y Anthony Davis en el último cuarto con 15 de sus 24 puntos cuando parecía atrapado en el miedo de las faltas -tuvieron que guardarle al principio del tercer cuarto con 4 infracciones-, para dejar sus posibilidades y su moral por los suelos con un autoritario 108-119 y un desalentador 3-0 en estas desniveladas Finales del Este: nadie en la historia ha remontado eso en unos playoffs.

Pero más niño fue, otra vez, Jamal Murray, el que se narraba a sí mismo sus jugadas de chico cuando daba rienda suelta a su fantasía jugando. De la misma manera que aterra Jokic por su frialdad para ejecutar impasible sirviendo o entregando él mismo los puntos de sus propias manos, estremece el canadiense porque, simplemente, él viene a divertirse, con esa diabólica media sonrisa que se adivina en su rostro y que sugiere que algo trama.

Mientras sujetado Jokic, el canadiense se lo pasó en grande, atiborrándose con 30 puntos en la primera parte y, aunque ‘castigado’ por los Lakers en la segunda -no volvió a anotar hasta el último cuarto-, halló la manera de volver a hacer de las suyas en el parcial del desenlace con 7 tantos mientras el doble MVP asumía la mayor carga para terminar con 37 tantos -15/29 en tiros y 5/11 en triples-, 7 rebotes y 6 asistencias por los 24 tantos -9/19 en TC y 2/5 en lanzamientos-, 6 capturas y 8 pases de canasta para Nikola Jokic.

El magnífico dúo de Denver dejó en nada el gran esfuerzo de Anthony Davis -28 puntos con un 11/18 en tiros- y rebotes y de LeBron James, 23 tantos, 12 pases de canasta y 7 capturas en una noche en la que su nueva reconciliación con los triples -primeros de la serie con un 3/9-, resultó inocua. Como también los 23 puntos del siempre presente y cumplidor Austin Reaves, colándose por cualquier rendija.

Los Lakers sufrieron como el vecino al que hacía la vida imposible el serbio cuando empezaba a mostrar sus maneras, pero, pese a hacerle callar por un rato, acabaron sin fuerzas para ni siquiera quejarse, ausente cualquier muestra de la clásica y enérgica impotencia del derrotado porque firmaron la rendición antes de lo previsto, cabezas gachas y brazos caídos cuando la diferencia era difícil pero no imposible, sobre la decena entrando en el último minuto y medio.

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