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Los Oscar del asalto internacional a Hollywood



En foto, un fotograma de la película surcoreana ‘Parásitos’. En vídeo, trailer de ‘Parásitos’.
Lo que cambian cinco semanas. La temporada de premios más corta que se recuerda en Hollywood comenzó el pasado 5 de enero con los Globos de Oro, donde llegaron como favoritas Érase una vez en… Hollywood y El irlandés. Quizá se repartirían los premios con Joker e Historia de un matrimonio. Una película que no se había estrenado comercialmente, 1917, se llevó el premio al mejor drama. Se estrenó al viernes siguiente. En lo que quedaba de enero, ganó el premio del gremio de productores y el de los directores. La semana pasada, el Bafta británico. En un año en el que han coincidido un puñado de películas extraordinarias que llevan meses haciendo grandes taquillas y recibiendo merecidos elogios, la estrategia de ganar en la photo-finish arrancando desde atrás en la última curva le ha dado un resultado estupendo al filme bélico de Sam Mendes.

Atendiendo a los precedentes y a las predicciones de los expertos, incluyendo la de este periódico, 1917 debería tener votos suficientes para ser la triunfadora de la 92ª edición de los Oscar. La temporada de premios empezó completamente abierta. Termina con un consenso sobre el ganador raro de ver en Hollywood. En total, tiene 10 nominaciones.
Por otra parte, en estas cinco semanas han dado tiempo a digerir el impacto de 1917, a verle los fallos y a compararla con los primeros contendientes a estos Oscar con un poco más de perspectiva. Si hay una reacción contra la película de Mendes, a la que se acusa de ejercicio de estilo efectista, de poca profundidad en los personajes y de no tener un verdadero mensaje sobre la guerra, siempre están esperando los contendientes originales: Joker (11 nominaciones), Érase una vez… y El irlandés (10 cada una). Si no ganan la categoría principal, al menos pueden ganar en número de estatuillas y dejar un cartel ganador representativo de un año extraordinario en cine.
Ese es el panorama si los Oscar fueran una fiesta del cine norteamericano. El problema es que ya no lo son tanto.
¿Puede una película con subtítulos ganar el Oscar?

Pedro Almodóvar y Antonio Banderas, en una fiesta previa a los Oscar, este 7 de febrero en Los Ángeles. getty

Este año, el asterisco se llama Parásitos. Ha tenido tanto éxito en Estados Unidos que ya parece normal que una película surcoreana (país que nunca había tenido una nominación a la mejor película extranjera) tenga seis nominaciones a los Oscar. No se recuerda una película extranjera con subtítulos disponible en tantos cines de Los Ángeles y durante tanto tiempo, como si fuera una propuesta local más. Se estrenó en tres cines estadounidenses en noviembre. Ha llegado a estar en más de mil. Ha recaudado 34 millones de dólares en EE UU y 164 en todo el mundo. La industria norteamericana está rendida a Parásitos. Este domingo se decide si la consideran una película extranjera o una película, a secas. Para los expertos, Parásitos es la verdadera alternativa a la película de Mendes. No hay prácticamente dudas de si una es mejor que otra, sino de si puede ganar.
La frase del director Bong Joon-ho para el público norteamericano al recoger el Globo de Oro suena ya como una profecía: “Si superáis la barrera de una pulgada de altura que son los subtítulos, vais a descubrir muchas más películas increíbles”. Está pasando, al menos con la suya. El impacto de Parásitos en Hollywood hace que no solo sea la favorita para ganar el premio a la mejor película internacional, sino que su nominación ha puesto un asterisco al lado de 1917.
El consenso sobre Parásitos deja en segundo lugar como película extranjera, a mucha distancia, a Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar, una película adorada por la crítica de Los Ángeles pero que no ha tenido el mismo impacto, aunque esta nominación para España se ha encontrado con un fenómeno internacional desconocido hasta ahora.
No es casualidad. En 2015, ante las críticas por falta de personas de color y mujeres entre los nominados, la Academia lanzó un objetivo a cinco años vista. Sus directivos de entonces se comprometieron a duplicar el número de mujeres y personas no blancas entre los miembros para 2020. “Yo soy parte de esa iniciativa”, reconocía el viernes en un encuentro con la prensa española Sergio Pablos, español nominado a la mejor película de animación por Klaus. Pablos entró en la Academia en 2018, dentro de la mayor ampliación de la base de votantes que ha hecho esta institución con 928 nuevos miembros, la mitad de ellos mujeres y el 38% personas no blancas.
“Yo creo que esta mayor representación de diferentes tipos de cine se nota en los cortos y en que ya los largos optan a mejor película”, decía Pablos. “Es muy posible que Klaus esté hoy precisamente nominada como fruto de aquella iniciativa”. Junto a Klaus, por ejemplo, hay una película francesa, I lost my body.

Greta Gerwig, directora del filme ‘Mujercitas’, que ha sido nominado a seis Oscar. VALERIE MACON AFP

Sigue habiendo un problema de diversidad y de paridad
El primer objetivo que ha logrado la Academia con esa iniciativa es hacer los Oscar más internacionales, como es evidente. Pero el camino para que la diversidad sea más o menos constante será largo. Este año, de nuevo solo hay un nominado no blanco entre los 20 actores, Cynthia Erivo, como protagonista por Harriet. Los Oscar del año pasado fueron los más diversos de la historia. Entre los ganadores hubo una mujer blanca, un hijo de inmigrantes egipcios, y una mujer y un hombre negros. Esa foto no se repetirá este año.
Pero además, la Academia ha recibido críticas por la falta de mujeres nominadas en la categoría de dirección, la última frontera femenina de Hollywood. El caso más llamativo es que Mujercitas reciba seis nominaciones pero ninguna de ellas sea para su directora, Greta Gerwig. En aquella iniciativa por incrementar la diversidad, la mitad de los nuevos miembros de la Academia fueron mujeres. La proporción subió hasta el 31% de los académicos. Sigue sin ser suficiente.
Joaquin Phoenix, Renée Zellwegger, Brad Pitt y Laura Dern
Joaquin Phoenix va a ganar el Oscar al mejor actor por Joker. Renée Zelwegger va a ganar el de mejor actriz por Judy. Brad Pitt es el mejor actor secundario por Érase una vez en… Hollywood y Laura Dern la mejor secundaria por Historia de un matrimonio. La foto de los cuatro actores favoritos se ha repetido una y otra vez durante el último mes en las galas de Hollywood. No hay precedentes de un consenso parecido en las categorías que suelen ser las más emocionantes para el público. Cualquier nombre que no sean esos cuatro sería una sorpresa mayúscula.
La certeza de Phoenix viene a acabar con las esperanzas de Antonio Banderas. Pero el logro de estar nominado al mejor actor por una interpretación en español, especialmente en un año con películas como estas, es notable. El único en la historia que ha ganado el Oscar al mejor actor principal por una interpretación en lengua no inglesa es Roberto Benigni, por La vida es bella en 1999. El Oscar será para Joaquin Phoenix, pero con esta nominación Banderas se ha sumado este año a una lista en la que están extranjeros como Javier Bardem, Gerard Depardieu, Max von Sydow o Marcelo Mastroianni.
Netflix, de nuevo a un paso de la cumbre
El ascenso de Netflix como gran estudio de Hollywood se ha terminado de consolidar este año. La tensión entre los grandes estudios clásicos y todo lo que llevan alrededor, en términos de promoción, renombre, estrategia de exhibición, y una app solo puede crecer. Netflix amenaza todo un ecosistema y lo está haciendo con películas, no solo con dinero. Logró 17 nominaciones a los Globos de Oro, más que ningún otro estudio. Solo ganó uno, el de Laura Dern. Ha logrado 24 a los Oscar, entre ellos, dos a la mejor película. Sin embargo, las quinielas indican que sus apuestas no estarán entre los ganadores. Este es el año en que la estrategia de Netflix para sobrevivir ha quedado clara. No se puede participar en la conversación mundial sobre estos Oscar sin haber visto al menos cuatro películas que solo están en Netflix (Historia de un matrimonio, El irlandés, American factory, Klaus) No está lejos el día en que la ganadora del Oscar solo se pueda ver en Netflix.
No hay presentador, ni falta que hace

La cantante Billie Eilish, que actuará en los Oscar, posa con sus premios Grammy en la pasada edición del evento. Monica Almeida REUTERS

Al final, todo esto solo sirve a un propósito: hacer un buen espectáculo de televisión de tres horas y animar a la gente a ir al cine y hablar de cine. En este sentido, los Oscar, que son el estándar mundial de las galas de premios, han decidido probar de nuevo a hacer el show sin maestro de ceremonias. El año pasado fue por necesidad, cuando una polémica en las redes hizo que se retirara Kevin Hart y se quedaron sin presentador. Este año, por decisión propia. “No significa que siempre vaya a ser así”, decía a EL PAÍS Glenn Weiss, el realizador de la ceremonia. Da la impresión de que les parecía más relajado.
El atractivo estará en unos ganadores que han demostrado comerse el escenario con una estatuilla en la mano (Phoenix y Pitt), una lista de presentadores con todos los famosos del año y, especialmente, los números musicales. La Academia ha invitado a actuar a Billie Eilish, la adolescente que arrasó en los Grammy y que ha compuesto la canción de la nueva de James Bond. Idina Menzel cantará la canción de Elsa en Frozen II junto con las voces que la doblan en todo el mundo, incluida la española Gisela. Elton John interpretará la canción nominada de Rocketman. 


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