La fórmula del éxito del Roma está clara desde la llegada de José Mourinho al banquillo. En una plantilla limitada que tiene en Paulo Dybala a su único jugador diferencial, la única manera de sacar resultados es con la fortaleza de un grupo blindado atrás y que saque el máximo rendimiento de su faro y de los chispazos ocasionales de los actores secundarios.
Porque si bien es cierto que este equipo es Dybala y diez más, hay otros jugadores que han sido fundamentales para que el argentino pudiera obrar con más facilidad. Son piezas que han operado en la sombra y cuyo papel ha quedado relegado a la segunda línea por el brillo de la ‘Joya’, pero que para Mourinho han sido casi tan importantes como el argentino.
Empezando por la defensa, en la línea de tres centrales indiscutible del técnico de Setúbal destacan dos jugadores que han sido capitales en el éxito de las eliminatorias como Gianluca Mancini y el inglés Chris Smalling, líderes absolutos de una zaga ‘giallorossa’ bien organizada y a la que cuesta mucho superar por arriba, una cualidad que también exprime en el balón parado ofensivo, una de los armas más peligrosos de la ‘Loba’.
En el centro del campo, dos jugadores de claro ‘perfil Mourinho’ como el serbio Nemanja Matic y Bryan Cristante son los dueños y señores del carril central, un muro previo a la línea de tres centrales para obligar al rival a atacar por banda o con centros laterales.
Especialmente importante ha sido esta temporada un Matic que llegó como agente libre desde el Manchester United. Mourinho le conocía y no quiso perder la oportunidad de completar su plantilla con la experiencia de alguien que ha jugado en grandes escenarios y al que la presión no iba a afectarle en los momentos claves. El serbio, imperturbable ante cualquier situación, se ha ganado a pulso el mote de ‘el pulpo’ por su afición por sus robos en la medular.
Si bien no son dos centrocampistas especialmente rápidos o hábiles para que el equipo tenga una salida de balón limpia en caso de sufrir una presión alta, el Roma cuenta con una alternativa para sacar el balón desde atrás de otra manera en este caso, en el que entran en juego un perfil de jugador que ha sido también determinante.
La profundidad de los carrileros ha sido la solución perfecta ante esta situación. El polaco Zalewski, Leonardo Spinazzola y Stephan El Sharaawy han sido los aliados perfectos en momentos de sufrimiento con su desborde por banda, ganando metros gracias a su velocidad y generando peligro con los centros laterales al corazón del área en busca del inglés Tammy Abraham.
Pero si hay un jugador que ejemplifica lo que significa este Roma es su capitán, un Lorenzo Pellegrini que ha sabido adaptarse para dejar el protagonismo que hasta ahora tenía en el equipo para cedérselo a Dybala por el bien común. Un Pellegrini, nacido en Roma, que ha seguido manteniendo su condición de líder indiscutible del equipo -y de jugador más querido por la afición- en los momentos complicados.
Su calidad y clarividencia en la zona de tres cuartos ha sido la llave de muchos partidos en la temporada para desbloquear el gol, y su importancia con el balón parado le convierten en un peligro constante.
El Roma juega con un jugador diferencial, un Paulo Dybala por el que pasan las posibilidades de victoria ante el Sevilla. Pero para que Dybala pueda brillar, el Roma necesita de este bloque de jugadores que lo hacen todo más fácil, que le sostienen desde la sombra y que saben que el equipo está por encima de lo individual. El Roma es un engranaje en el que cada uno cumple una función indispensable, sí; pero sobre todo es un todos para uno.