La escalada sin techo de los carburantes ha descuadrado las cuentas de los pescadores españoles. Tanto que ya empieza a compensarles más quedarse amarrados a puerto que salir a faenar. No es una advertencia ni un farol, es la realidad que ha comenzado a producirse en parte de las flotas de los puertos de Barbate (Cádiz), Vigo, Isla Cristina (Huelva), Celeiro (Lugo), Caleta de Vélez (Málaga) o Almería. La espantada está lejos de detenerse y amenaza con convertirse en un paro de todo el sector pesquero español, a medio camino entre la inviabilidad económica y la protesta. Esta situación puede poner en serios apuros a una cadena de abastecimiento alimentario que ni se detuvo con la pandemia, tal y como denuncia la confederación de empresarios Cepesca.
“Esto es un efecto dominó y caeremos todos si esto no se soluciona rápido”, denuncia Mariano García, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Isla Cristina y vicepresidente de la Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores. Solo en el puerto onubense —el más importante en capturas y ventas de Andalucía— ya hay una treintena de barcos de cerco y arrastre parados a causa de la subida de carburantes, un cuarto de su flota, según apunta García. En Barbate, otras diez embarcaciones de cerco especializadas en la pesca del boquerón o la sardina han optado también por quedarse amarradas, en lugar de incorporarse tras la habitual parada biológica, según denuncia Tomás Pacheco, armador y presidente de la Asociación Barbateña de Empresarios Pesqueros (Abempe).
Los cerqueros del puerto del Estrecho han estado esperando hasta el final para ver si se incorporaban o no tras el paro biológico de principios de año. “Pero decidimos que era inviable económicamente”, explica Pacheco. “El mayor gasto es el de combustible. Se ha triplicado. Donde antes un barco necesitaba 2.500 euros de gastos de combustible a la semana, ahora son 5.500 euros como mínimo. No hay tanta venta de pescado para cubrir eso”, explica García. De hecho, tal y como explica el gerente de Cepesca, Javier Garat, la constante subida de los carburantes —iniciada antes de la guerra de Ucrania y acelerada ahora por el conflicto— ha llevado a los precios de la media de 0,306 euros en la que estaban antes a superar el de 1,116 euros. Ni la exención de impuestos de la que disfruta el sector —junto a otros estratégicos, como el de la aviación— ha conseguido amortiguar una subida de costes. En esta crisis tampoco les ayuda el sistema de ventas de las subastas públicas, ya que estas se rigen por una puja en la que el precio de salida es alto y va bajando hasta que un comprador acepta el precio de reserva, lo que dificulta repercutir la subida de los gastos al intermediario.
El problema se extiende por horas y, este mismo jueves, buena parte de la flota de 15 barcos de El Puerto de Santa María (Cádiz) ya ha anunciado que este sería el último día que saldrían, apunta Alberto Monzón, distribuidor de la empresa Delamar a su restaurante, una empresa con una cartera de más de 200 clientes. En total, son más de ocho los puertos pesqueros de toda España, especialmente en Galicia y Andalucía, cuyas flotas de arrastre y cerco ya están entrando en paros, según la pregunta por escrito que ha presentado en el Congreso el diputado de Galicia en Común, Antón Gómez-Reino, en la que apremia al Ministerio de Agricultura y Pesca a tomar medidas. “Estamos ante unos precios imposibles. Los primeros [barcos] han parado porque no les da. Como el ministro está tardando en responder, eso está provocando el cabreo de la gente”, apunta Garat que teme que “sea cuestión de días” que el paro se generalice. “Se está provocando un incendio que a ver cómo se para”, apunta el gerente.
En España, uno de los países que más pescado consume del mundo, hay 8.731 barcos de pesca, con unos 30.000 tripulantes que generan un valor agregado de 10.000 millones de euros, según estimaciones de Cepesca. El Ministerio asegura “compartir con el sector pesquero la preocupación por el encarecimiento de precios del gasóleo” y el ministro Luis Planas ha explicado este jueves en Sevilla que España ha solicitado se incluya en el orden del día del Consejo de Ministros de Agricultura y Pesca que se celebrará el próximo día 21 de marzo. Además, la Secretaría General de Pesca ha convocado una reunión para el martes de la semana que viene para abordar soluciones ante un problema que el Ministerio considera “desigual para los distintos tipos de flota”. Pero Garat pide celeridad Planas: “Necesitamos que se ponga al frente y ya vemos las medidas que se pueden poner en marcha. Necesitamos calmar a la gente en los puertos”.
Entre la batería de propuestas que Cepesca planteará al Ministerio ayudas de minimis —aportaciones que no es necesario que se comuniquen a la Comisión Europea—, bonificaciones a las cotizaciones de Seguridad Social o tasas portuarias. Algunas dependen solo del propio Estado, pero otras sí necesitan pactos europeos, como las posibles ayudas por paralización temporal extraordinaria, dependientes del FEMPA, el nuevo fondo de las políticas marítima, pesquera y acuícola de la UE que se propuso para el periodo 2021-2027 con el condicionante de pandemia y que ahora habría que reformar para incluir una guerra como causa, como explica Garat. Sobre la mesa de los empresarios también está proponer nuevos planes de desguace, “ya que de esta no todos van a sobrevivir, hay algunas flotas que están al límite y esto es la puntilla”, reconoce preocupado el gerente de Cepesca. Por ahora, Planas no se posiciona sobre las opciones apunta a Europa: “Es un tema de interés europeo (…). Nos gustaría que la Comisión Europea clarificara el punto de vista para ver qué actuaciones podemos tomar”.
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Entre la rentabilidad y la protesta, la mecha ha prendido en los puertos pesqueros de España. Este sábado, los pescadores de Galicia decidirán en asamblea si paran totalmente su flota. En Andalucía, Mariano García reconoce la presión que está llegando a los presidentes de cofradías para tomar medidas conjuntas que visibilicen que los pescadores “lo están pasando mal”. Cuando los amarres se extiendan —con la duda de si la flota artesanal se suma, algo menos afectada por su menor consumo de combustible— será cuando se podría materializar el desabastecimiento alimentario. “Y se notará la escasez importante de pescado fresco de calidad”, apunta García. La onda expansiva de la paralización iría más allá, como abunda el patrón mayor: “No olvidemos que esto conlleva afectación a lonjas, suministradores de hielo, rederos o transportes”.
Incluso la huelga que ha propuesto de nuevo el sector del transporte para este próximo lunes podría acelerar el bloqueo de la actividad pesquera. “Si paran los camiones, hará que paren los barcos”, razona Monzón. La pesca española se prepara para un rubicón que ya cruzaron en 2008, cuando la flota también se detuvo por unos costes de combustible que, entonces, solo doblaban a lo anterior. 14 años después, con los precios triplicados, todo es distinto. “Llevamos un tiempo en el que la pesca está siendo muy mala. Será por el cambio climático o sobrepesca, no hay nada claro del motivo real. Hemos tenido el peor arranque pesquero de la historia, con unos precios propios de diciembre o verano, y ahora súmale lo que está pasando de subidas de precios. Todo se ha metido en una coctelera y ha reventado”, resume el distribuidor.
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