Suena a todo trapo en el Scotiabank Arena el ‘Let me clear my throat’ de DJ Kool, el temazo que enfervoriza todavía más todavía más la bulliciosa multitud de Toronto cuando los Raptors ganan. Con tanto dicharachero jaleo en el ganador, le duele todavía más en el alma la derrota a los Detroit Pistons (118-97).
Una de tantas más esta temporada para el peor equipo de la NBA -ya suman 62 por sólo 16 victorias-, pero esta derrota especialmente estridente tanto para el propio conjunto de Michigan como para su estandarte, Jaden Ivey, 22 pérdidas de equipo, 9 de ellas del número 5 del último draft. Ya desde bien joven y bien pronto, 21 años recién cumplidos y primer curso en la NBA, conoce de primera mano algunas de las peores miserias de la mejor liga del mundo.
Y el sentimiento de culpa le carcome. “Puedes cometer errores, pero el esfuerzo tiene que ser mayor. Para volver en defensa, para los segundos esfuerzos…Si el espíritu no está desde el principio es duro… Tenemos que mirarnos nosotros mismos al espejo y preguntarnos: “¿Este es nuestro espíritu?” Y tenemos que dar un paso al frente, incluyéndome a mí mismo. He cometido 9 pérdidas…”, lamenta acabado el partido Ivey, durísimo consigo mismo, hasta flagelándose.
Aunque su puñado de bonitas historias tienen -los anillos de los ásperos e impopulares pero inspiradores y obstinados ‘Bad Boys’ de 1989 y 1990 y el de su ‘remake’ en 2004-, los Pistons ya ni siquiera pueden vivir del pasado de lo lejano que queda, más de 30 años desde los dos títulos de los Dennis Rodman, Isiah Thomas, Bill Laimbeer y compañía contra los Lakers de Abdul-Jabbar y Magic Johnson y los Blazers de Drazen Petrovic y Clyde Drexler, casi 20 desde el último con el pendenciero Ben Wallace como cabecilla de la banda de los Rasheed Wallace, Chauncey Billups y Richard Hamilton que se cargó a los Lakers de Kobe y Shaq, los mismos actores en la violenta y casi ‘sanguinaria’ reyerta del ‘Malice at The Palace’ ante los Pacers.
Desde 2009, sólo ha hecho que dos escasas apariciones en playoffs Detroit, que no pasa una ronda además desde 2008 y ha sido último penúltimo del Este los últimos tres años. Sólo parece que se pueda vivir de ilusiones futuras en lo más hondo de las catacumbas de la NBA como se hallan estos Pistons, objeto hace años de sorna, hasta de escarnio público, señalados sobre todo en este final por un supuesto desordenado deseo para hacerse con ese chico perfecto que va a cambiar la vida al afortunado que se lo quede, caiga donde caiga. Principal sospechoso de ‘tanking’, suspicacias alimentadas por el montón de lesiones en este final de temporada, entre ellos estandartes como Alec Burks y, sobre todo, Bojan Bogdanovic.
“¿Tanking por Wembanyama? A nosotros no nos importa lo que se diga fuera”, afirma, sin que se perciba sentimiento de ofensa en él pero claro, uno de los jugadores de estos Pistons, R.J. Hampton. “La gente puede pensar que estamos haciendo tanking, intentando obtener una buena posición para el draft, pero al final del día somos atletas y queremos ganar”, añade el base-escolta, que se levanta para coger una bolsa de patatas de la enorme mesa con comida que ocupa parte del centro del vestuario. Y se zampa otra. Caprichos que se puede permitir el deportista de alto nivel justo antes o después de la competición.
“¿Tanking por Wembanyama? No nos importa lo que se diga fuera”
Para disipar sospechas, que por lo menos no digan de él, Hampton quemará los ‘excesos’ y los requemará con un impresionante derroche de energía en la pista, 13 puntos en 21 minutos y, sobre todo, un portentoso tapón que asesta a Chris Boucher que habría tenido mucho más impacto de no ser que juega en los hoy invisibles Pistons. “Cuando salgo ahí fuera lo doy todo por mí, por mi equipo y por mi familia”, aclara el exterior, con coartada con ese dispendio de fuerzas para librarse de las suspicacias.
“No creo que nadie en este vestuario esté haciendo ‘tanking’, esto es un aprendizaje, somos un equipo joven”, asegura Ivey a pesar de sus críticas a la falta de esfuerzo. “Los últimos partidos están siendo ajustados. La gente ve que vamos últimos pero nuestro futuro es fantástico. Yo estoy emocionado con el futuro de este grupo”, asegura, convencido, Rodney McGruder, uno de los veteranos del vestuario a sus 31 años.
En efecto, no se presiente preocupación ni por el “qué dicen” ni por el “qué dirán”. Ni rastro de frustración o desespero por acabar la temporada en el vestuario de los Pistons, en el que no falta el rap y hip-hop a todo volumen, como celebrando que lo mejor, cuando sea, puede estar por llegar y lo va a hacer. A Ivey el berrinche sólo que le dura un rato, ya relajado tras la ducha, consciente de que, como él dice, esto es un aprendizaje más. En conversación con MD, recuerda cuando, con sólo 3 años, estuvo viviendo en Zaragoza por la etapa como jugadora de su madre, Niele Ivey, en el MANN-FILTER tal y como cuenta Luis Vallejo en Gigantes del Basket.
“Pero no hablo español, no me acuerdo”, aclara el base. “Sí, pero, sabe decir “estúpido” en español”, advierte Jalen Duren, que escucha la conversación, mientras Ivey le mira con cara de sorpresa. “El español es mi segunda lengua, ¿no lo sabías?”, le responde el pívot. Y se ponen a reír los dos. Hay buen rollo en los Pistons.
“El futuro de este equipo es brillante, me emociona”
“No me gusta perder y es duro perder tantos partidos, pero entiendo que es parte del proceso”, afirma el que mantiene el equilibrio emocional e insufla la ilusión en Detroit, Dwane Casey, entrenador del conjunto de Michigan desde hace 5 años. Inspira paz el veterano técnico de 65 años con su apacible tono de voz de sabio y sus profundas reflexiones de experto sobre el proceso para ganar. Lo vivió precisamente en Toronto, técnico de los Raptors entre 2011 y 2018, dejándolo todo listo para que Nick Nurse, que ascendió a primer entrenador cuando se fue Casey, rematara en 2019 con el anillo con Sergio Scariolo como mano derecha y Marc Gasol y Serge Ibaka entre sus pupilos. También formó parte el técnico de los Pistons de los Mavericks de Dirk Nowitzki campeones de 2011 como entrenador asistente de Rick Carlisle.
“Las derrotas son la parte fea del desarrollo de jugadores, pero cuando ves cómo los jóvenes crecen y mejoran es enriquecedor. La experiencia me dice que perder es parte de esto y lo sé de mi etapa en Toronto. Tienes que tener paciencia, en mi carrera siempre la ha tenido, no te cansas. Queremos ganar, pero como organización estamos en la misma página, y también el propietario, y eso ayuda. Queremos dar el siguiente paso en un año o en un par”, argumenta Casey.
Hay mimbres en estos Pistons para levantar algo sólido, decente e ilusionante y llenar el desolador solar que se observa en Detroit desde hace década y media. Maravilla la creatividad del ávido y genial Jaden Ivey -16 puntos, 4 rebotes y 5 asistencias en 30,7 minutos en su temporada de ‘rookie’-, y, alrededor de él se amontona el talento joven con los Killian Hayes, Cade Cunningham, Marvin Bagley III y, por supuesto, el que fuera a parar de manera inesperada a Detroit por su caché -número 2 del draft de 2020-, del vigente campeón al peor equipo de la NBA, James Wiseman.
Todo oídos todos ellos a la voz de los ilustrados y treintañeros mentores que también tiene Detroit con los Alec Burks, Rodney McGruder, Cory Joseph y un Bojan Bogdanovic al que, muy a pesar de ser pretendido por media NBA, la franquicia de Michigan quiso mantener como oro en paño. “Nos gusta que Bogdanovic se haya quedado, estamos listos para dar el siguiente paso el año que viene y con él será más fácil. Necesitamos a alguien que nos cuide, que ayude a Cade Cunningham cuando vuelva”, destaca Casey.
“No me gusta perder, pero es parte del proceso, hay que tener paciencia”
Pero, pese a que se lo toman con calma, la espera para empezar a palpar de verdad ese futuro ilusionante en Detroit se ha alargado más de lo deseado por más de un imprevisto que no entraba en los planes. Sobre todo, valiosas adquisiciones de draft que ha tenido que guardar -Cade Cunningham-, o desechar, como es el caso de Saddiq Bey.
La fractura de tibia de Cunningham, número 1 del draft de 2021-, retrasó el paso al siguiente nivel que quería dar ya este curso Detroit, que decidió que se habían acabado las oportunidades para Bey, número 19 del draft de 2020, enviándolo a Atlanta en el traspaso a cuatro bandas junto a Warriors, Hawks y Blazers por el que Wiseman desembarcó en los Pistons en febrero.
Se ciernen incógnitas sobre otro joven como Killian Hayes, pues todo lo que da al equipo el 7 del draft de 2020 con su cautivador conjunto de habilidades como manejador se lo quita su nada fiable tiro, con unas buenas cifras de 10 puntos, 3 rebotes y 6 asistencias en 27 minutos este curso como titular pero un pobre 37% en lanzamientos de campo, lo que tampoco le beneficia para que la potente Francia le lleve al Mundial este verano. “Estoy intentando mejorar mi consistencia en el tiro”, reconoce el escolta galo.
Pero ninguna prisa tampoco en los despachos de los Pistons, donde también piensan que todo va según lo planeado en palabras de su General Manager, Troy Weaver. “Tienes que dejar que ocurra de manera natural. Pienso que muchos equipos intentan acortar el proceso, se impacientan. Nosotros no haremos eso”, dijo Waever en un reportaje del ‘New York Times’ de Sopan Deb.
Weaver llegó en 2020 a Detroit, decidido a iniciar una profunda remodelación del proyecto hasta el punto de desprenderse de Blake Griffin a pesar del renacimiento del interior en el ecuador del curso 20-21. Visionario al que dio fama Russell Westbrook -insistió a Oklahoma para que drafteara al base en 2008-, visualiza unos Pistons prósperos pese a que no les ponga fecha.
Pero en lo que llega el futuro con los retrasos, existe el riesgo de que la espera se torne en impaciencia en el vestuario, en que la falta de alicientes en temporadas como esta cunda en la motivación de los jugadores, gran responsabilidad para los veteranos. “¿Cómo nos mantenemos motivados? Yo les digo a los chicos que esto es un viaje. Y que en una temporada de altos y bajos hay que estar preparado para lo que sea. A los jóvenes les digo que aprovechen cada oportunidad, incluso si son jugadores con contratos de 10 días”, destaca McGruder.
“La clave para mantenernos motivados es tener las expectativas adecuadas”, afirma Dwane Casey. “No esperamos ganar la NBA. Nuestra expectativa es crecer, sólo seguir creciendo. Hacemos mucho trabajo de vídeo, de enseñanza, es casi como ir cada día a la escuela, estamos en un modo muy diferente a los de los equipos de playoffs. Cada partido nos proponemos unas áreas de crecimiento. Nos decimos, “vamos a mejorar esta noche en el rebote, vamos a mejorar esta otra en la transición”. Aunque ganemos, nunca perdemos de vista ese lado. Y damos minutos a los 15 jugadores, no discriminamos a la hora de darles oportunidades y verles crecer”, reflexiona Casey.
“Nosotros sólo pensamos en ir aprendiendo, es como ir a la escuela”
A pesar de que impera el discurso de la calma en Detroit, desde medios que conocen bien el día a día de la organización de Michigan aseguran que hay un cierto sentido de urgencia por ser contendiente por los playoffs la temporada que viene. Una inquietud que comparte Bojan Bogdanovic, pues con los 34 años con los que empezará el próximo curso -y en el ‘prime’ de su carrera-, ya no está para dejar pasar muchos oportunidades. El croata apuntaría a activar su opción de jugador para seguir una campaña más en los Pistons, si es que la franquicia no le ofrece una extensión.
“Detroit decidió mantenerme aquí en febrero. Significó para mí cuánto ellos me quieren aquí, así que veremos que ocurre el año que viene. Hay espacio salarial para incorporar buenos jugadores. Espero que seamos mucho mejor la temporada que viene de lo que somos ahora. Es duro para mí y para el equipo estar en una situación como esta”, reconoció el alero en conversación con MD.
Espacio salarial y capital de draft para crecer
Tanto en términos económicos como de draft, los Pistons disponen del contexto perfecto para adquirir este verano lo que le haga falta. La franquicia se encuentra en estos momentos con una masa salarial de 127 millones de dólares, con un espacio de 33 millones hasta los 150 a partir de los que se paga tasa de lujo y también con abundante capital de draft, con ‘picks’ de primera y segunda ronda hasta 2030 para utilizar en traspasos. Y como uno de los tres peores equipos de la temporada, el conjunto de Michigan serán uno de los que tengan más probabilidades -hasta un 14%-, de hacerse con el número 1 del draft y que Wembanyama quede ‘blanco y en botella’.
“Tenemos las piezas y ‘picks’ de draft de cara al verano”, recuerda McGruder. Se ha llegado especular con el regreso este verano de Jerami Grant, que podría llegar como agente libre desde Portland al acabar contrato en junio.
Detroit también tiene muy definido a lo que quiere jugar, con cuatro pívots en su roster con James Wiseman, Marvin Bagley III, Jalen Duren e Isaiah Stewart. La llegada de Wiseman en febrero radicalizó ya la apuesta de los Pistons por el tamaño. No fue ni mucho menos casualidad como admite Troy Weaver.
“El top-4 de equipos en el Este es Boston, Milwaukee, Philadelphia y Cleveland. Si queremos tener una oportunidad de competir en el Este, mira estos equipos. Están en el top-12 en defensa y todos ellos son grandes. Hemos jugado contra todos ellos y hemos estado en desventaja por el tamaño. Si no podemos rebotear ni llegar al aro, no tenemos oportunidad. Y añadir a Wiseman a Bagley, Stewart y Duren nos da una oportunidad”, justificó el General Manager de los Pistons en una entrevista con ‘The Ticket’ recogida por el portal ‘Clickondetroit’.
La idea de los Pistons sería por lo tanto mantener a Wiseman, con contrato hasta 2024 pero elegible para una extensión de rookie ya este curso de 195 millones y 5 años. A pesar de la predominancia de tamaño en el Este, tan sólo hay otro equipos más en la NBA -los Pelicans-, que tienen a cuatro pívots en rotación con Jonas Valanciunas, Larry Nance Jr, Willy Hernangómez y Jaxson Hayes.
“Hoy no creo que se puedan tener cuatro pívots en esta NBA”, reconoce Casey, el que tendrá que buscar soluciones al amontonamiento de tantos ‘5’. “La idea mía y también de la organización es ver lo que tenemos y a quién podemos desarrollar como ‘4’. Podemos desarrollar a Bagley como ‘4’, incluso también a James Wiseman, le podemos desarrollar en el perímetro aparte de que siga mejorando en la pintura. Se trata de mover los pívots a diferentes posiciones”, afirma el técnico de Detroit.
Y en el mundo ideal de la franquicia, buscar y encontrar parecidos razonables en un pasado del que no se puede vivir pero sí del que hallar inspiración. “Queremos ser un equipo fuerte en defensa. Mucha gente quiere reinventar, pero nosotros queremos permanecer fieles a lo que funciona en Detroit”, remarca Weaver. Porque aunque ahora el equipo está por los suelos, nunca se deja de mirar al cielo de Detroit. Ahí, en lo más alto del Little Caesars Arena, yacen retirados los dorsales de Isiah Thomas y Dennis Rodman. O de Ben Wallace y Chauncey Billups.
“Intentaremos ganar el campeonato en un tiempo”
“Obviamente, conoces la historia, todo el mundo en este vestuario conoce los mejores equipos de los Pistons. Con las camisetas tenemos la historia a nuestro alrededor cada día entrenando”, reconoce Marvin Bagley III. “Eso hace que pongamos el foco en la mentalidad de ganar un campeonato. No todavía, pero lo intentaremos en un tiempo. Tenemos que poner la cabeza abajo y seguir mejorando. Y eso definitivamente me emociona”, proclama el pívot.
Mirando con orgullo a sus antepasados para parecerse a ellos, ser duros en defensa, abrazando el tamaño en medio de la moda del ‘small-ball’. A contracorriente, como siempre han hecho los mejores Pistons. Que vayan riendo y diciendo por ahí, que vaya chirriando el cachondeo y el ‘ji ji, ja ja’ pensarán en Detroit, que ellos preparan en silencio su siguiente revolución. Los ‘Bad Boys’ quieren volver.